domingo, 31 de mayo de 2009

LIMÓN


Los trabajadores del limón en conflicto

Pobres en temporada, indigentes en verano

Los trabajadores de la industria citrícola tucumana protestaron, una vez más, contra el aumento salarial que la burocracia de la UATRE acordó con la entidad patronal, la Asociación Tucumana del Citrus (ATC), contra los despidos y contra las suspensiones.

A esta altura resulta innegable que la crisis mundial hace sentir con fuerza sus efectos en todo el país. Crisis que para los trabajadores, llega de la mano de las patronales que utilizan todas las medidas que están a su alcance para mantener sus altos niveles de ganancias.

Para esto, la burocracia sindical les estrecha la mano a los empresarios. Les facilitan tomar las medidas que necesitan para descargar los efectos de la crisis sobre los trabajadores, haciéndose los distraídos y fingiendo representar nuestros intereses, nos dicen que no se puede hacer nada con los despidos o con los reclamos salariales. Nos quieren convencer de que la mano viene dura para la producción y hay que aceptar las condiciones que nos imponen para no empeorar la situación.

Crisis, por siempre crisis…

Los empresarios citrícolas tucumanos lloran como niños a los que se les perdió una monedita, porque la actual crisis afecta sus ganancias. Pero ser trabajador de la industria citrícola en Tucumán significa vivir en crisis. Es vivir con la incertidumbre de si nos llamaran a trabajar al comenzar una nueva temporada, o de si nos tendremos que rebuscar con algún tipo de “changa” para llevarla un poco mejor.

Al comenzar esta temporada, las citrícolas funcionan con un 30% de su capacidad operativa, y más de 30.000 de nuestros compañeros no fueron llamados a trabajar. Y los que tenemos la fortuna de hacerlo, lo hacemos sometidos a intensos ritmos de trabajo tanto en la cosecha como en los empaques, porque los empresarios pretenden cubrir con menos personal la producción. Buscan mantener sus ganancias a costa nuestra.

Muchos trabajadores han sido obligados a “renunciar” a sus trabajos, para volver a ser llamados con diversas formas de contratación, perdiendo así el reconocimiento por antigüedad en la empresa. También somos conscientes de cómo maniobran para no reconocernos si tenemos algún accidente en la empresa o cuando volvemos a casa en las peligrosas rutas.

Al terminar la zafra, el baile sigue, porque -en una de esas- seremos unos de los pocos que obtendremos un “interzafra” de $225 como para tener alguito hasta que empiece la temporada…y de vuelta a lo mismo. Es que, como le decía un trabajador de la Citrusvil a Pellasio (dirigente de la UATRE), “con sus acuerdos somos pobres en temporada y en el verano indigentes”.

Lloran de llenos…

…pero los empresarios citrícolas no son ningún nene al que se le pierde una monedita, ni las citrícolas una pequeña empresita o cooperativa que apenas subsiste.

No es cierto como reclaman, que esta crisis pueda “desarmar la agroindustria citrícola tucumana”. Hay que dejarlo bien en claro: las empresas están llenas de plata. Argentina es el 1º productor y procesador mundial de limón y el 2º exportador de limón en fresco (después de España). El 90% de la producción nacional tiene origen en Tucumán. Sólo en 2008, fueron exportados productos provenientes del sector citrícola por más de 350 millones de dólares y las ganancias de este año rondaran las cifras del año pasado. Según estimaciones de las mismas empresas, se prevé una muy buena cosecha del limón, la que alcanzaría valores similares a los del 2008, es decir unos 1,40 millones de toneladas.

En nuestra provincia son explotadas con plantaciones de limones más de 35.000 hectáreas, con alto rendimiento y con la más alta innovación tecnológica, es decir que requieren poca mano de obra por hectárea. El sector está altamente concentrado, ya que más de la mitad de las áreas de explotación pertenecen sólo a 4 grandes empresas industriales: San Miguel, Citrusvil, Trapani y Citromax. Lo mismo que sus modernas plantas de procesamiento y empaque.

Los cítricos argentinos se encuentran comparativamente en mejores condiciones que sus competidores estadounidenses, de Brasil y de Asia, ya que las plantaciones locales se encuentran libres del Huanglonbing, enfermedad que ataca secando las plantas de limón (a diferencia de aquellos mercados en donde está haciendo estragos).

Todo esto significa que si bien la crisis puede afectar en alguna medida a sus exportaciones, y por lo tanto a sus ventas, las citrícolas tucumanas son verdaderos monstruos, líderes mundiales en el sector, y a pesar de la crisis, continúan facturando cientos de millones de dólares.

Están en condiciones de otorgarnos reales aumentos salariales y de incorporarnos a todos los suspendidos a trabajar, repartiendo las horas de trabajo sin disminuir los salarios, pero no lo hacen porque buscan maximizar sus ganancias a costa nuestra.

Inicios del conflicto

Pero para los trabajadores, por ahora, no hay un mejor panorama, sino todo lo contrario. En Febrero de este año, Jesús Pellasio, secretario General de la UATRE, anunciaba que se iba a pedir un aumento del 36% para el sector. Esto significaba un aumento de $500 en el básico que se elevaría de $1375 a $1875. Si bien no llegaba a cubrir las expectativas, y nos mantenía en un nivel de pobreza, si resultaba un aporte que nos venía bien a nuestros ya flacos bolsillos.

Es más, con el transcurso de las negociaciones, Pellasio se envalentonaba y decía en la prensa que “Si no nos otorgan las mejoras iremos al paro de actividades y a los cortes de rutas en las fincas donde se cosecha y en los empaques” (Primera Fuente-07-05-09). Se mostraba inflexible ante la contraoferta patronal de otorgar un aumento de $225. Al poco tiempo, la burocracia mostraría su verdadera cara, la de siempre, y cambiaron el eje de la negociación mediante un pedido de aumento escalonado de Marzo a Mayo por $300.

Mostraban claramente que intereses representan, cuando en un ataque de sinceridad, Pellasio decía “Hacemos este planteo con vistas a preservar la paz social en el sector y en la provincia…la idea es que una vez que nos otorguen este pedido podamos seguir negociando ya sin presiones” (La Gaceta-09-05-09).

Es decir, que el dirigente que supuestamente representa los intereses de los trabajadores del sector se pone decididamente del lado de la patronal y plantea descaradamente acallar las protestas de los trabajadores con unos míseros $300 otorgados por única vez para que el pueda “negociar sin presiones”, ¡¡de los trabajadores a los empresarios¡¡. ¿Será que seguramente la burocracia ya habrá negociado y obtenido algo más que unos $300 para sí misma y sin ningún tipo de presión? Para completar la jugada, el pasado domingo 10 de mayo cerró sin el consentimiento y a espaldas de los trabajadores un acuerdo que quedo lejos de satisfacer los reclamos.

La protesta de los trabajadores

Los trabajadores, en conciencia de que la dirigencia del gremio no representa realmente sus intereses, comenzaron a organizarse y actuar por cuenta propia. El sábado 9 de mayo, los trabajadores de los tres turnos de la Citrícola San Miguel fueron al paro y bloquearon el acceso a la planta.

Pellasio hizo como que no pasaba nada y les negó cualquier tipo de apoyo del gremio, y recién apareció por la empresa el miércoles, cuando ya varios habían sido despedidos a raíz del paro. Así, jugando a interpretar el rol de héroe de los trabajadores, y con la verdadera intención de desviar el eje del reclamo (que era obtener un real aumento salarial y la incorporación de los que no fueron llamados a trabajar al iniciar la temporada), el gremio llamó a levantar el paro para que reincorporaran a los trabajadores despedidos en este paro, y acordó con la patronal que el reclamo salarial y por los 20 días trabajados seria postergado para evaluarse en una fecha indeterminada.

Simultáneamente, trabajadores del empaque de la empresa Citrusvil, venían movilizándose desde ese mismo lunes a la sede local de la UATRE, manifestando su disconformidad con lo acordado y con el accionar de la dirigencia gremial.

Un claro ejemplo de cómo actúa la burocracia

La burocracia de la UATRE -cuyas caras visibles son Jesús Pellasio (Secretario General), líder de la jurista CGT disidente, y Pedro Lobo (Delegado Regional UATRE)- actuaron en todo el conflicto en contra de los intereses de los trabajadores. Apuntaron constantemente a dividir la protesta.

A la hora de dialogar con los trabajadores de Citrusvil, les decían que eran los únicos que estaban disconformes con el acuerdo, cuando en realidad los trabajadores de la Citrícola San Miguel estaban simultáneamente de paro. Frente a los de la San Miguel, tenían el mismo discurso desmovilizador. Para esto, los medios masivos de comunicación de la provincia también jugaron un rol esencial en función de los intereses de las patronales, ya que jamás le dieron difusión al conflicto.



Pero la máxima expresión de lo que representa la burocracia se dio el día viernes 15 de mayo, cuando trabajadores de la citrícola Citrusvil movilizaban a la sede de la obra social OSPRERA para continuar con sus reclamos al gremio.

En esa ocasión, (como tantas otras en nuestra historia), la patota de la burocracia actuó para desmovilizar a los trabajadores. Decenas de personas (algunas alcoholizadas), salieron de la sede de la obra social, arrojando piedras, palos, hierros y tomando a golpe de puño a los trabajadores que protestaban.

En medio de esta escena, Pellasio y demás burócratas, como si no tuviesen nada que ver, dialogaban con delegados de los trabajadores, mientras sus matones actuaban sobre el resto de los manifestantes.

Balance provisorio

Hasta el momento los reclamos salariales y de reincorporación de despedidos y suspendidos no han tenido respuesta y las movilizaciones continúan. Mientras tanto, los trabajadores vamos tomando conciencia de que el gremio no representa nuestros intereses.

Ellos deciden por su cuenta sin consultar lo que pensamos la inmensa mayoría de los trabajadores. Tanto gremio, como patronales y el gobierno, están unidos y buscan entre ellos darse las herramientas para que la crisis caiga sobre nuestras espaldas.

Esto siempre ha sido así, año tras año la misma historia. Y esto es posible porque generan y aprovechan nuestra fragmentación. Buscan dividirnos entre cosecheros y empacadores, entre trabajadores de planta y tercerizados, entre jornalizados y a destajo.

Utilizan esta división y nos meten miedo de que si protestamos nos van a despedir, ya que hay miles que están dispuestos a ocupar nuestros puestos de trabajo. Nuestra situación es realmente difícil. Pero no debemos bajar los brazos. Sabemos que será un proceso largo, y que no existen recetas de cómo hacerlo, pero debemos organizarnos, buscando unir los reclamos de todos los sectores en conflicto, discutiendo nuestra situación en nuestros lugares de trabajo, de manera democrática, sin repetir los esquemas de la burocracia.

Para que no haya más despidos ni suspensiones, por la reincorporación de todos los trabajadores y por reales aumentos salariales.

Lo acordado por la burocracia:

• Aumento no remunerativos de $ 275 para los mensualizados y de $ 11 para los jornalizados.

• Los montos regirán desde marzo hasta noviembre de este año. Se pagarán en mayo $ 3 diarios a los jornalizados, retroactivos a marzo; otros $ 3, a abril, y los últimos $ 5, a mayo, para completar los $ 11. A partir de junio se pagarán ya íntegramente los $ 11. La misma modalidad se empleará para los mensualizados: $ 75 retroactivos a marzo; otros $ 75, a abril, y los últimos $ 125, a mayo, para completar los $ 275 pactados. A partir de junio se pagará cada mes $ 275.

• En diciembre estos montos no remunerativos pasarán a ser remunerativos: $ 5,50 para el jornal básico variable y $ 5,50 para el jornal básico fijo. De esta manera, se hace un jornal total para la tabla salarial a partir de diciembre de $ 66. Para los mensualizados, el básico, una vez que los $ 275 pasen a ser remunerativos, en diciembre, el sueldo básico será de $ 1.650.

Lo que no dice la burocracia es que:

Aparte de ser un “aumento” que deja a los trabajadores en la pobreza, para poder acceder a lo acordado, los trabajadores de los empaques deben cumplir con la meta de 25 días de trabajo por mes. Meta difícil de cumplir, porque tanto la cosecha como el empaque dependen de condiciones ajenas al trabajador, como ser las condiciones climáticas (si llueve no se cosecha y disminuye el empaque) o la cantidad de días semanales que son llamados a trabajar (3 veces a la semana promedio en la actualidad). Los trabajadores reclaman que tal meta no exista o al menos sea de 20 días.

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