martes, 26 de mayo de 2009

INSEGURIDAD Y CENSURA

INSEGURIDAD Y CENSURA



De entrada nomás se me ocurren algunos refranes populares: “a río revuelto ganancia de pescadores”, “por plata baila el mono”, “no avivar giles” (los giles somos todos nosotros, gente común, normal), “el que tiene poder, impone sus leyes”.



Por experiencia propia he podido apreciar que durante décadas (no sé si siempre fue así) no se podía confiar en la inmensa mayoría de los medios masivos de comunicación (como empresas), ni en los periodistas, editorialistas, comentaristas, etc.



Este llamado “cuarto poder” (el poder es uno solo) es el manipulador de toda la información que se produce en el país. Miles de personas trabajan diariamente recabando datos y su inteligencia (estrategia) derivada, va “dibujando”, manipulando a la opinión pública. Es así como se “inflaron” personajes incapaces y corruptos de la política y como se ignoraron a otros sumamente valiosos para la Argentina. ¿Ejemplos? Innumerables.



La existencia de censura oficial no es excusa para un silencio asquerosamente cómplice. La autocensura es aun peor. La distracción informativa, ya no tiene calificativo (Ej.: durante varios días se estuvo repitiendo, por Crónica TV, la muerte del caballo de un cartonero). – en esto no estamos solos: en Inglaterra se hace lo mismo durante semanas, para no avivar a los giles (súbditos de la corona) –.



La censura oficial en estos tiempos está dirigida a no tocar temas como el juego, la pesca, la inseguridad, el facturazo de los servicios públicos, datos económicos reales.



La “dedocracia” mediática ya acotó, como es su costumbre, a los candidatos, quienes no son invulnerables al archivo.



Por ahora, al habitante común y silvestre de la Argentina le queda una sola forma pacífica de lucha y es la intercomunicación vía Internet y, dado la falta de sanciones judiciales apropiadas a quienes corresponda, al menos lograr la sanción social (gracias a la información virtual) a los responsables por acción y por omisión, tal lo ocurrido con un presidente del banco Nación (no Micelli), que tuvo que dejar su casa en un country y cambiar a sus hijos de colegio, por el repudio de sus vecinos y compañeros respectivamente.



¿Solución?: Nosotros, los argentinos, aprendimos que la solución absoluta se da en los casos matemáticos (geometría euclidiana). La realidad – y más en esta Argentina amorfa – es muchísimo más compleja y, por ende, soluciones “cerradas” no existirán. Sólo cabe la esperanza de contar con la ayuda divina en la medida que podamos neutralizar en mil batallas al MAL.



Saludos.



Ricardo Molina

26 MAY 09

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