miércoles, 27 de mayo de 2009
INVOLUCIÓN POLÍTICA
Consecuencias de la involución política
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"Los chicos no pueden crecer creyendo que para vivir bien, la verdad, no es su amiga. Así no vamos a llegar a nada… La pobreza no se combate con subsidios, se extermina con educación...". Esto lo dijo a sus 97 años la lúcida Florentina Gómez Miranda, quien también manifestó su enorme preocupación porque "vamos a elecciones fraudulentas y este fraude no se producirá durante el acto comicial, sino anticipadamente con las testimoniales".
Con minutos de diferencia y desde Jujuy, en su Puna natal, la presidenta de la Asociación Warmi Sayajsungo, Rosario Andrada de Quispe, manifestó un temor más profundo, dada su experiencia, cual es: "Algunas veces uno se sienta, y piensa, que en nuestra Argentina es vergonzoso ser honesto...".
Sin embargo, ambas mujeres luchadoras siguen soñando y comprometiéndose con una realidad a transformar. Las dos en su distancia geográfica pero cercanas en su concepción de la realidad, acuerdan que el cambio sólo lo va a producir la educación.
Los presidentes Kirchner, por su parte, aluden al modelo y la necesidad de convalidarlo al solicitar el voto, de propios y extraños, el próximo 28 de junio. La enorme duda, en esta oportunidad, es si ese modelo es el que prometió el 25 de mayo de 2003, cuando dijo "vengo a proponerles un sueño, el de volver a tener una Argentina con todos y para todos. Quiero una Argentina unida. Quiero una Argentina normal, la utopía de un país normal", el cual no cumplió. O si el modelo de los Kirchner a aplicar el 29 de junio se ve reflejado en Venezuela y por ello sus hombres más obedientes integran los directorios de las empresas más importantes de nuestro país.
Es imposible reconocer una ideología explícita en Kirchner. Es él y su pragmatismo. En la ostentación de poder o en su debilidad. Llegó sin alusión a su fe peronista. Se abrazó a la transversalidad. Cooptó dirigentes. En esta experiencia traicionó y fue traicionado. Con el poder de un mundo pujante y una Argentina en crecimiento resolvió su sucesión en el enorme mundo de la alcoba conyugal. Ganó la calle para fortalecerse con personajes nefastos en la mayoría de los casos. No tendió puentes políticos, tal como prometió el candidato presidencial Kirchner cuando refiriéndose a la oposición dijo "cuando sea presidente, mis reuniones con ellos serán tan habituales, tan comunes, que ni figurarán en las tapas de los diarios". Transgredió las normas internacionales prohijando a quienes siguen cortando los puentes internacionales. Aquel 25 de mayo de 2003 manoseó el bastón de mando que le fue conferido. Jugó con él. Símbolo anticipatorio de su gobierno. Dual entre su palabra y su hacer. Hoy es el presidente del partido justicialista, secundado por Hugo Moyano.
Cuando Argentina tuvo gobiernos con grandes personalismos, luego le ocurrieron dos cosas: el apego a la República y una vida signada por las leyes; o sucesión de golpes militares amparados por la debilidad ideológica de las minorías. En algo, Argentina creció, ya no existe la posibilidad de recurrir a la fuerza para reemplazar la idea. En este presente se recurre mucho más a la utilización de una justicia "amiga". Cuando finalice el gobierno kirchnerista, ¿existirá algún candidato presidenciable que ponga en el norte de su construcción política el respeto a la autonomía de poderes, trípode de la República? ¿Existirá algún candidato peronista proclive a tal apego?
Dos datos finales para la reflexión. El primero una curiosidad que reflejan los datos de una encuesta. El licenciado Horacio Robustelli relevó Bragado, pleno corazón sojero de la provincia de Buenos Aires. Sus guarismos indican hoy que allí gana Kirchner ampliamente sobre De Narváez. Consultados los por qué, la respuesta sorprende. Mayoritariamente se dijo "los votamos, porque tal vez si gana esta gente, no se enojan y no se ponen tan malos y nos tratan un poco mejor". Parece ingenuo.
El segundo dato: en 1810 el entonces territorio de Argentina y Uruguay representaban desde el punto de vista económico, aproximadamente el 3 por ciento de América latina. En 1910, Argentina sola pasó a representar casi el 50 por ciento del PBI de América latina. A un año del Bicentenario los economistas consultados al respecto indican que hoy representa el 8 ó 9 por ciento del PBI latinoamericano. Este cuasi retorno al punto de partida tras doscientos años, es el reflejo de la mala praxis política. Cuando esto ocurre hay un solo camino a recorrer: volver a empezar con más y mejor política.
LA CAPITAL
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