sábado, 26 de septiembre de 2009
CAUSAS DE LA POBREZA
Una frase de Marx que me encanta... de Groucho, evidentemente... es, cuando vestido de doctor le dice a una enfermera: “Señorita, tengo mucha prisa, deme una media de la temperatura de todos mis pacientes”.
“Los Kirchner quieren tanto a los pobres, que los han multiplicado”. Alfredo De Angeli titular de la Federación Agraria de Entre Ríos.
Un informe sobre la política de vivienda y pobreza que comenzó con el gobierno de Néstor Kirchner y continúa en el de Cristina, refleja las contradicciones de este gobierno, promesas incumplidas y desinterés por el caso.
Villas Miseria o Barrios de Emergencia
Podemos definir la Villa Miseria como el resultado de un proceso de ocupación espontáneo y no planificado de un terreno generalmente fiscal o privado de muy bajo valor, o baldíos con conflictos de sucesión.
Se trata de terrenos inundables, baldíos con basurales, viejas instalaciones ferroviarias o industriales en desuso en áreas degradadas o barrios de escaso interés inmobiliario.
Al momento de su ocupación estos terrenos eran vacíos urbanos, donde sus propietarios o el Estado no habían generado ningún tipo de actividad.
En estos barrios el modo de tomar posesión del suelo es la que mejor le parece a cada ocupante. Al principio el nivel de densidad es bajo. Las viviendas primitivas son de materiales muy pobres, como cartón, madera, chapa, sin instalaciones de ningún tipo y apenas con una letrina.
Esto es porque la incertidumbre sobre la permanencia en el terreno en esa etapa no inspira a sus ocupantes a invertir en algo mejor.
Con el paso del tiempo, estos barrios se densifican, las construcciones se consolidan y se utilizan materiales tales como ladrillos y hormigón. De todos modos la precariedad y la incertidumbre permanecen por lo que las construcciones nunca dejan de tener el carácter de precarias.
Hoy en día, varias villas miseria de la Ciudad de Buenos Aires poseen en buena parte de su extensión cloacas, agua corriente, teléfonos, electricidad y televisión por cable mientras que el gas se abastece por garrafas.
Con respecto al último punto hay que resaltar que, debido al costo de la garrafa y el precio subsidiado del servicio de Metrogas, los pobres pagan hasta 5 veces más por la misma cantidad de gas que una familia de clase media alta.
Los desagües pluviales y secundarios derivan a instalaciones precarias o zanjas. En algunos sectores no existen cloacas y los pozos son atendidos por camiones atmosféricos. Los residuos se levantan sobre las calles oficiales o son arrojados al paso de los trenes, los cursos de agua o se acumulan en algunos sectores provocando colosales montañas.
Dentro de estos barrios o en sus cercanías existen escuelas y centros de salud. Las complicaciones se derivan de las limitaciones de la circulación por los pasillos ya que los chicos a veces no pueden llegar a la escuela por la lluvia y las ambulancias no pueden auxiliar a un enfermo.
El punto complejo en cuanto a los servicios lo ofrece la seguridad, la policía tiene fuertes reservas para actuar en las villas miseria, lo que finalmente actúa a favor de los delincuentes que se sienten seguros amparados por los intrincados pasillos.
El tejido de estos barrios en la actualidad es muy compacto y densamente poblado. El acceso a las viviendas se produce por pasillos, la mayoría muy estrechos mientras que algunos permiten el paso de automóviles y camiones que abastecen los comercios internos. Este intrincado sistema conforma un laberinto que solo puede ser transitado por quien pertenece al barrio, lo conoce, y es al mismo tiempo conocido.
Las grandes villas miseria son lugares de altos contrastes, lejos de ser homogéneas presentan diversidad de panoramas: Algunos sectores poseen un alto grado de densidad, con comercios e instituciones barriales, pasajes anchos y pavimentados, viviendas con un mínimo de confort, higiene y servicios.
Otros presentan un paisaje más desolador con casillas muy humildes sin servicios, mal edificadas y con signos de degradación, los comercios escasean y las calles son de tierra. Finalmente la miseria en su forma más cruda, con casillas sin ningún tipo de servicio, suelo de tierra y edificaciones de madera y chapa rodeadas de basurales y aguas servidas.
Cabe señalar que en los últimos años se ha promovido, como en toda la sociedad, el egoísmo, el individualismo, la valoración compulsiva por los bienes de consumo, lo cual sumado a la brecha entre los que pueden salvarse de los que no, las drogas y la desocupación, han generado, sobre todo muchos jóvenes, un debilitamiento severo en la idea de comunidad, solidaridad, respeto por el otro y su trabajo. Son comunes desde hace unos años los robos y los delitos dentro de las grandes villas. Los vecinos más viejos coinciden en que esta situación es inédita.
La canchita es el espacio que nadie se atreve a invadir, constituye, tal vez, la única convención tácita. Es por ello que se resalta la importancia del deporte como elemento de comunión social, tan espontáneo como la construcción colectiva de la villa.
Durante la última dictadura se procuró la erradicación de las villas mediante topadoras para enviar a sus habitantes a otras zonas: por ejemplo, hacia 1982, se publicó a través de la Comisión Municipal de la Vivienda, un boletín sobre las erradicaciones de las villas. Estaban hablando de más de 20.000 personas (villa 29 del Bajo Belgrano, 30 de Colegiales, etc).
Estas fueron eliminadas en menos de un año sin definir a donde se llevaba a la gente. El plan consistió, según lo reconocido en esa publicación, en someterlos varios meses a un “estado de sitio interno”, se cortó el agua y la luz, se prohibió la circulación de vehículos, se clausuraron los comercios y se demolió la casa de los “sospechosos” o de aquellos que intentaban alguna mejora o vender su vivienda. Todo esto con un comisario a la cabeza del operativo (etapa denominada “desaliento”).
Quedando al final de todo eso la limpieza del terreno. Finalmente la población de las villas se redujo de 280.000 personas en 1977 a 33.562 en 1978. Esta política apuntaba a ocultar la vergüenza fuera de la capital y no a resolver el problema de fondo ya que esa población era escondida en barrios más alejados de la Ciudad. Así fue que las villas miseria de la Capital se poblaron nuevamente alcanzando la población actual de casi 200.000 habitantes.
En oposición a los viejos planes de erradicación, con el advenimiento de la democracia se consolidó la idea de la radicación y urbanización para terminar definitivamente con el problema. Pero el tema no era simple.
Casi sin tierras libres suficientes, si cada vivienda ocupa 40 m2, los planes oficiales exigieron de 80 a 100 m2 en lotes individuales, más las superficies para plazas y calles, con lo que inexorablemente o se expulsa gente o se buscan alternativas tales como edificios de hasta 3 pisos, viviendas en tira, condominios u otras soluciones técnicas.
Manejado con habilidad por las autoridades no debería ser un tema muy grave, pero lleva amargas discusiones entre grupos rivales u otros inconvenientes que obligaran a reajustar todo el proceso y buscar el consenso para que nadie quede disconforme con lo que recibe.
Desde la consolidación democrática este proceso ha tenido altas y bajas. En 1991, en el marco del Plan Arraigo, el Estado Nacional vendió a las villas 21-24, 20, 15, entre otras, la tierra que ocupaban, pero esto no alcanzó, por ejemplo, a la Villa 31, sobre la cual regularmente se abren debates debido a sucesivas propuestas de erradicación.
Los intendentes Bouer y Domínguez intentaron la entrega de subsidios para iniciar un proceso de desalojo de esa villa, pero los 12.000 pesos otorgados fueron insuficientes para que esas familias pudieran encarar alguna solución habitacional. Como resultado volvieron a instalarse en la Villa dando origen a la denominada Villa 31 bis.
Casas tomadas
Estas están contenidas dentro del tejido de la “ciudad oficial”. Al igual que en el caso de la villa miseria a mayor escala, son espacios abandonados que son ocupados.
Se concentran sobre todo en áreas degradadas del Sur de la Ciudad de Buenos Aires y en la traza de la nunca realizada AU3 en el norte. En San Telmo las antiguas casonas de la clase pudiente fueron abandonadas cuando esta se mudó al norte, las mismas se convirtieron en conventillos o en edificios destinados al alquiler.
La posterior degradación, y normativas de protección patrimonial que congelaron el barrio sin un programa de conservación y gestión, hicieron que una parte de esos edificios se convirtieran en casas tomadas.
Otros barrios como La Boca sufrieron una franca decadencia al perder su antiguo y característico rol portuario, algo parecido sufrió Barracas por la decadencia de la actividad industrial. Esto determinó que en estos barrios muchas propiedades en estado de abandono fueran ocupadas.
En el caso de la ex AU3, muchas propiedades fueron expropiadas para la construcción de la autopista, pero al no materializarse el proyecto fueron en gran medida tomadas.
Esta modalidad, a diferencia de las villas miseria, toma rasgos similares al del entorno barrial, pero esa similitud es aparente ya que se reduce solamente a la fachada que no expresa a simple vista la forma de utilización de su interior.
Pero algunas señales evidencian la forma de ocupación como ventanas tapiadas, pérdidas de agua que provienen de la casa por la deficiencia de las instalaciones, etc.
La distribución interna responde a una cuestión de jerarquía entre quienes organizaron la toma y los que los siguieron. Los sanitarios se localizan en el fondo del lote o se construyen donde se puede. La trama de mangueras, a modo de instalación precaria, extiende la red sanitaria al interior de las piezas destinadas a cocina.
La casa se densifica ocupándose incluso los patios interiores anteriormente destinados a dotar al edificio de iluminación natural y ventilación, a veces cumplen el rol de depósito del producto de la actividad del cartoneo.
Cuando el uso original era industrial, los grandes espacios pasan a albergar unidades independientes reproduciéndose la conformación de una villa dentro de esos espacios.
En el caso de los esqueletos de hormigón armado, la fachada es terminada con mampostería, pero la precariedad de la misma y la ausencia de terminaciones delata la toma. Hay que considerar dentro de este problema los perjuicios sufridos por los propietarios legítimos de estas propiedades.
Según proyecciones del GCBA, se estima que la población que vive en esa situación en la Ciudad es de 200.000 personas.
Inquilinatos, hoteles y pensiones
Esta modalidad se encuentra sobre todo en el Sur de la Ciudad de Buenos Aires y Avellaneda. Los inquilinatos son edificios conformados por varias habitaciones alrededor de un patio común. Sus habitantes ocupan una o más piezas en carácter de locatarios mientras que comparten los servicios. Por lo general la fachada no expresa esta modalidad de habitar.
En cambio los hoteles cuentan con un cartel exterior que expresa la modalidad del hábitat. Internamente se componen por una recepción y una cantidad de piezas. Los precios de alquiler de una pieza de hotel son superiores a la de un inquilinato y al no existir contrato por medio, el dueño puede disponer el desalojo sin necesidad de intervención del poder judicial.
Según estudios de la Defensoría de la Ciudad, aproximadamente 70.000 personas viven en inquilinatos y otras 70.000 en hoteles.
Barrios suburbanos
Estos barrios se caracterizan por ser ciudad aún en construcción. Para sus habitantes es constante la lucha por el lote propio y la llegada de servicios como agua corriente, cloacas, gas, etc, Últimamente los suburbios se caracterizan por una construcción fragmentada entre barrios cerrados ricos y barrios pobres.
Conjuntos habitacionales degradados
Durante muchos años las políticas enfocadas hacia la resolución de la problemática del hábitat degradado y precario planteaban el desarrollo de grandes moles de edificios de alto costo de construcción e implantados en sectores aislados e la ciudad. Estos fueron construidos según una visión que no consideró las características sociales de sus habitantes ni sus demandas. Por lo general escindidos de la trama urbana de la ciudad tradicional y con una aspiración de autosuficiencia.
Pero la sola dotación de una vivienda mínima no bastaba para solucionar la situación de pobreza. Al poco tiempo comenzaron a producirse, conflictos internos, administraciones anárquicas y consecuentes dificultades de mantenimiento, que finalmente reprodujeron un proceso de degradación, hacinamiento y marginalidad (Fuerte Apache, Soldati, etc.)
Gran parte de la población no solo vive en una vivienda precaria o degradada, sino en un contexto urbano degradado o fragmentado, sin acceso a servicios ni infraestructura.
Por último podemos agregar la estadística de "Trilussa", Carlos Alberto Salustri
“La que hace el recuento general de los que nacen van al hospital, a la curia, a la cárcel o la fosa, pero para mí, la cosa es más curiosa cuando hacen el promedio individual en lo que todo se reparte por igual, aun en la población más menesterosa y, resulta cierto y sin engaño que según la estadística del año te toca un pollo y medio cada mes y aun cuando el pollo en tu mesa, se halle ausente entrás en la estadística igualmente porque hay alguno que se come tres”. Salustri, Carlo Alberto (1871-1950) (Italiano)
(*) El poeta Carlo Alberto Salustri nace a Roma el 26 de octubre de 1871.
En 1887 publica su primer soneto y asume el seudónimo de TRILUSSA, anagrama de su nombre Salustri.
Desde ese momento comienza a colaborar con varios periódicos romanos, tras “Il Messaggero” su notoriedad le llega hacia el año 90.
Es autor de numerosos poemas y sonetos en dialecto romanesco, en un período en que este género literario era particularmente difuso. Muere en 1950.
http://saleconfritas.blogdiario.com/1253966143/
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