lunes, 28 de septiembre de 2009

ELLA SIGUE PASEANDO


El Tribuno - 28-Sep-09 - Opinión

El oficialismo, atrapado en un juego
de pinzas de derecha a izquierda

por Mariano Spezzapria
Columnista político de la agencia Noticias Argentinas

"No nos pueden ganar la calle estos troscos", bramó Hugo Moyano en la mesa chica de la CGT, puesta a analizar el conflicto de la ex fábrica Terrabusi, justo antes del violento desalojo de la planta, tomada por trabajadores y activistas de izquierda durante casi 40 días.

No fue un mensaje, el de Moyano, que pasara inadvertido para el Gobierno. El jefe de la CGT había asegurado también que la metodología utilizada por el sindicalismo de izquierda no llevaría "a buen puerto" a los trabajadores, por más justo que fuera el reclamo.

Es que el caso de la ex Terrabusi fue tomado como una causa central por los partidos de izquierda, que acentuaron su presencia en las calles para manifestar contra la empresa de capitales norteamericanos justo cuando la Presidenta iniciaba su gira por Estados Unidos.

Se sabe que en la política no existen las casualidades. También se hicieron notar esta semana los delegados de los subterráneos porteños y grupos piqueteros no alineados con el Gobierno, que bloquearon calles y rutas en demanda de planes sociales.

Con Cristina de viaje, el centro de operaciones del Gobierno volvió a ser la quinta de Olivos. Desde allí, Kirchner monitoreó tanto el creciente conflicto en las calles como el avance de los debates por la ley de medios en el Senado de la Nación.

Justamente hacia Olivos desfilaron los senadores oficialistas, con Miguel Pichetto a la cabeza, cuando Kirchner creyó constatar que el titular del COMFER, Gabriel Mariotto, no la estaba pasando bien en las audiencias de la Cámara alta. El encuentro ocurrió el jueves por la noche.

El Gobierno cree que su cruzada por la desmonopolización del mercado mediático busca ser bloqueada, por lo que, sin matices, denomina "la derecha", e identifica a sectores políticos, empresarios y de la propia prensa confabulados en una intencionalidad "neogolpista".

Ahora bien, por qué volvieron los piquetes. Simple: las organizaciones no kirchneristas quieren participar de los planes sociales del Gobierno, que en cambio destina sus recursos a los intendentes del conurbano y, entre ellos, a los que considera "confiables" tras la derrota electoral. Sucede que, a raíz de la caída de la actividad económica, ese territorio está sintiendo los efectos de la crisis y podría volverse contra el Gobierno en caso de que no haga una adecuada "asistencia social".

A ese territorio volverá mañana el ex presidente Kirchner, para un acto en Lanús junto al intendente Darío Díaz Pérez.

Kirchner se embarcó en un operativo para mostrarse como el candidato presidencial oficialista, por ahora más con la intención de no seguir drenando poder en el peronismo que como un objetivo cierto.

Pero como una cosa no quita la otra, el Gobierno prepara el envío al Congreso de una reforma política que implicaría una mejora para el funcionamiento interno de los partidos pero, que también está pensada para que el kirchnerismo mantenga bajo su control el sello del PJ. Se trata de una jugada destinada a bloquear el avance de los peronistas disidentes.

Mientras tanto, la Presidenta participaba en Estados Unidos de la cumbre del G-20, que nuclea a los países más poderosos del planeta y a las potencias emergentes, más algunos invitados como la Argentina. Los foros internacionales le calzan bien a la mandataria: lo prueban las amistosas fotos junto a Barack Omaba. Sin embargo, por el hecho de participar, el Gobierno debió firmar el acta final de la cumbre en la que todos los presentes se comprometieron a aceptar las controvertidas revisiones del Fondo Monetario Internacional a las cuentas económicas. Algo que se contrapone al recordado "chau Fondo" de Kirchner.

Tampoco sintoniza mucho con esa frase la gestión del ministro de Economía, Amado Boudou, para negociar con el Club de París y los tenedores de la deuda argentina en "default", denominados "holdouts". Pero el funcionario recibió una instrucción precisa: "hay que volver a los mercados".
La Argentina lo precisa. O, para ser más claros, el Gobierno lo necesita. Tendrá que afrontar, en los próximos meses y sobre todo en 2010, fuertes vencimientos de la deuda externa. Una deuda que, lejos de achicarse como reza la propaganda oficial, vuelve a ser una amenaza para el Estado. Los argentinos de carne y hueso, mientras tanto, sufren la deuda interna, pese a que las estadísticas sobre pobreza del INDEC se esfuercen en desmentirlo.

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