lunes, 28 de septiembre de 2009

EL CONEJO DE LA GALERA


El conejo de la galera se llama Ministerio de Agricultura
POR SUSANA MERLO
Resulta muy importante haber descubierto que la periodista e ingeniera agrónoma Susana Merlo ha vuelto a escribir, y Urgente24 reproducirá sus agudos comentarios acerca de la política agropecuaria. Aqui va el más reciente:


CIUDAD DE BUENOS AIRES (Campo 2.0). Realmente, la capacidad oficial de “sacar conejos de la galera”, y modificar el tablero de un día para el otro, es sorprendente. Aún en la debilidad son, por lejos, mucho más “creativos” que el resto…

Pero, como en la fábula de la Zorra y las Uvas, llega un momento que los anuncios solo “testimoniales” terminan agotando la credibilidad, y la paciencia, de los receptores.

Esto es lo que está sucediendo con la propuesta oficial de elevar ahora el rango de Agricultura a Ministerio, un viejísimo reclamo del sector. Sin embargo, es tan difícil creer que es factible su materialización con el gobierno de la Administración K, como encontrar los ejes del eventual razonamiento del Gobierno para llevar adelante semejante idea.

¿Por qué habrían de darle al campo algo de lo que pide si desde hace años decidieron poner al sector en el lugar del enemigo; si rechazaron de plano todas sus solicitudes hasta, incluso, las más lógicas; y hasta tratan en forma permanente, de minar sus fuerzas hasta “ponerlo de rodillas” ? ¿Tendría algún sentido?

Más aún, supongamos que no es necesario que algo “tenga sentido” para que el Gobierno lo lleve adelante y la idea sea real, pero no fue acompañada, hasta ahora, por la consiguiente normalización reglamentaria. Dicho de otra forma, hace falta modificar la Ley de Ministerios, para que el cambio de estatus sea concreto y no solo “virtual”, sujeto a los avatares del humor del funcionario de turno como ocurre con varias áreas, hoy solo sustentadas por “Decretos”, tal el caso de la recientemente creada Secretaría de Integración. Pero eso debe hacerlo el Congreso que, si bien cuenta con varios proyectos –antiguos- en ese sentido, por el momento no recibe ninguna indicación oficial para respaldar formal y legalmente, un proyecto gubernamental que lleve a la Secretaría de Agricultura a Ministerio.

Por supuesto, que son muchas más las preguntas que las respuestas que surgieron a partir del anuncio presidencial.

¿Qué van a hacer con el también recientemente “creado” Ministerio de la Producción, que irrumpió en la Era Cristina Fernández, y que tiene a una debilitada Débora Giorgi al frente? ¿Lo van a desguazar como hicieron con Agricultura, sacándole ahora cerca del 50%? ¿Servirá de algo mantenerlo en esas condiciones cuando, de hecho, ya es poco y nada lo que maneja ahora?

¿Y qué van a hacer con la poderosa Oficina de Control Comercial, la ONCCA, en la actualidad casi un Ministerio paralelo que no responde a nadie, salvo al poder central? ¿Se supone que Ricardo Echegaray se va a “verticalizar” con el propuesto Julián Dominguez, o con el cordobés Accastello, solo dos de los que suenan para el cargo?

Si se sigue para abajo en la pirámide ocurre lo mismo. ¿Puede ser que Bernardo Cané, como Secretario, que ya fue rebelde en su momento hasta con Felipe Solá, va a responder ahora a noveles funcionarios políticos a los que triplica o quintuplica en conocimiento del sector?¿Ya habrá olvidado, a esta altura, sus propias pretensiones de liderazgo del área?

¿Y dónde queda, en ese caso, la recién estrenada Secretaría de Integración que, según el Jefe de Gabinete, Anibal Fernández, apuntaba a mediar en el conflicto entre el campo y el Gobierno? ¿Pasará a depender , entonces, del Ministerio de Agricultura, o se diselve?

Se puede ir más lejos aún, dar por respondidas todas estas dudas, suponer que se solucionaron todas las contradicciones y se llega a la gran pregunta: ¿le sirve para algo al campo, tener un Ministerio de Agricultura, si el Gobierno mantiene la misma política que hasta ahora con el sector?

Lamentablemente, la respuesta es “no”, no serviría absolutamente para nada excepto, claro está, para crear más burocracia, generar más cargos públicos, aumentar el gasto, para tener más gente intermediando en un tema en el que nadie decide salvo, el matrimonio Kirchner y, en algunos puntos, Ricardo Echegaray.

El “campo” no mejora con un “Ministerio”, sí no con políticas razonables, aunque estas las lleve adelante una Dirección Nacional.

Por supuesto que es importante tener el máximo rango en el área, interna e internacionalmente-, pero la “cáscara” no sirve de nada si el contenido no es acorde, y es justamente allí donde está bastante claro que esta Administración, al menos hasta ahora, no muestra intenciones de mejorar un ápice su postura frente a la producción agropecuaria.

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