domingo, 27 de septiembre de 2009
OPERACIÓN CONDOR
LOS CÓNDORES EN MALVINAS
Por Raúl de Sagastizabal (*)
Para que aquellos 18 muchachos peronistas figuren con letras destacadas en la historia argentina del siglo XX, sin importar los senderos por los que se bifurcaron sus vidas.
El miércoles 28 de septiembre de 1966, un grupo de 18 jóvenes peronistas --estudiantes, obreros y sindicalistas argentinos-- desviaron un avión de Aerolíneas Argentinas, aterrizaron en las Islas Malvinas e hicieron flamear al viento malvinero, durante 36 horas, nuestra Enseña Patria.
Esta acción, bautizada por sus protagonistas "Operación Cóndor", hizo vibrar el sentimiento nacional en cada punto de nuestra Patria y conmocionó al mundo.
Rumbo a Malvinas
Alrededor de las seis de la mañana del miércoles 28 de septiembre de 1966, dos hombres jóvenes armados con pistolas, entraron a la cabina del vuelo 648 de
Aerolíneas Argentinas, que con 35 pasajeros a bordo había despegado a las 0:34 horas del aeroparque Jorge Newbery en vuelo regular a Río Gallegos, ordenándole al piloto del Douglas DC-4, Comandante Ernesto Fernández García, que pusiera rumbo "uno-cero-cinco". La aeronave se encontraba en esos momentos sobrevolando Santa Cruz.
El comandante intentó en primera instancia convencerlos de que depusieran su actitud y hasta alegó no tener combustible suficiente para la travesía ordenada, pero finalmente obedeció y la aeronave viró hacia las Islas Malvinas; se había iniciado la
"Operación Cóndor".
Los Cóndores
El vuelo 648 de Aerolíneas había sido tomado por un grupo comando armado, de 18 jóvenes idealistas argentinos, cuya jefatura ejercían Dardo Manuel Cabo, apodado "Lito", de 25 años, periodista y afiliado a la Unión Obrera Metalúrgica, y Alejandro Giovenco, de 21 años, a quien llamaban "El Chicato".
Los otros dieciséis integrantes de la patrulla patria eran: María Cristina Verrier, de 27 años, periodista y dramaturga, única mujer del grupo y tercera en la cadena de mando; Ricardo Ahe, 20 años, empleado; Norberto Karasiewicz, 20 años, metalúrgico; Aldo Omar Ramírez, 18 años, estudiante; Juan Carlos Bovo, 21 años, metalúrgico; Pedro Tursi, 29 años, empleado; Ramón Sánchez, 20 años, obrero; Juan Carlos Rodríguez,
31 años, empleado; Luis Caprara, 20 años, estudiante; Edelmiro Jesús Ramón Navarro, 27 años, empleado; Fernando José Aguirre, 20 años, empleado; Fernando Lisardo, 20 años, empleado; Pedro Bernardini, 28 años, metalúrgico; Edgardo Salcedo, 24 años, estudiante; Andrés Castillo, empleado bancario y Víctor Chazarreta, 32 años, metalúrgico.
En suelo malvinero
Un espeso manto de nubes cubría las Malvinas esa mañana del 26 de septiembre, pero el piloto logró encontrar las Islas y entre claros divisaron el inconfundible suelo malvinero, localizaron la ciudad, y luego de un par de giros de reconocimiento, la proa del avión apuntó hacia tierra iniciando el aterrizaje.
Si bien desde 1942 existía en las Islas una emisora de radio, la misma se dedicaba a transmitir programas de la BBC de Londres, por lo que el enlace con el resto del mundo y entre los distintos puntos poblados de las Islas dependía de una red de radioaficionados.
Fue Anthony Ardí, uno de esos radioaficionados, el primero en divulgar la noticia que conmovió a millones de argentinos: a las 08:42 horas del 26 de setiembre de 1966, un avión DC-4 argentino había descendido en Puerto Stanley utilizando como pista de aterrizaje la embarrada pista de carreras cuadreras.
Puerto Stanley carecía entonces de aeropuerto.
La emisión de Anthony Ardí fue captada en Trelew, Río Gallegos y Punta Arenas (Chile), y desde esas ciudades la noticia fue retransmitida a Buenos Aires.
La operación preveía la ocupación de la residencia del Gobernador británico, Sir Cosmo Dugal Patrick Thomas Haskard, y del arsenal de la isla, pero estos objetivos no pudieron cumplirse porque el pesado avión enterró sus ruedas en el barro de la improvisada pista y quedó muy alejado de la casa del Gobernador.
En ese entonces la seguridad de las Islas –cuya población escasamente superaba el millar de personas, y a quienes en Londres llamaban "kelpers" (algo así como "recolectores de algas")-- estaba confiada a un grupo de milicianos de la llamada Fuerza de Defensores Voluntarios, reforzados por una veintena de Infantes de Marina del Reino Unido, quienes entrenaban a los voluntarios una o dos veces al año, existiendo además un importante número de armas en poder de civiles.
Fue así que tras aterrizar, el avión argentino fue rodeado por poco más de cien personas en armas, entre Marines, milicianos y civiles armados, no obstante ello, los Cóndores descendieron del avión y desplegaron siete banderas argentinas que flamearon gallardas en el irredento territorio malvinero, luego de 133 años de usurpación británica.
Bajo una persistente lluvia y encandilados por potentes reflectores colocados por las fuerzas británicas en las inmediaciones del avión, los comandos bautizaron el lugar como "Aeropuerto Antonio Rivero", en homenaje a ese gaucho matrero, entrerriano
de origen, que el 26 de agosto de 1833 lideró un grupo de peones argentinos que alzados contra el opresor extranjero supo poner en jaque a los ingleses, al punto que armados con boleadoras y facones tomaron un establecimiento en el que arriaron la bandera británica e hicieron ondear nuevamente en las islas nuestro Pabellón Nacional.
En Puerto Stanley se encontraba entonces un sacerdote católico, el Padre Rodolfo Roel, que hablaba algo de español y que ofició de interlocutor, intercediendo para que los pasajeros del avión --entre los que se encontraban, entre otros, el gobernador del Territorio Nacional de Tierra del Fuego, Contralmirante José María Guzmán y Héctor Ricardo García, director del diario Crónica-- fueran trasladados a la ciudad para recibir alimentos y ser alojados en casas de "kelpers", mientras los Cóndores permanecieron en el avión.
Al atardecer del 28 de septiembre, Dardo Cabo solicitó al padre Roel que celebrara una misa en la aeronave, la que se inició a las 18:00 horas y concluyó con el Himno Nacional Argentino entonado a viva voz por los 18 jóvenes patriotas.
A las 4:30 horas del 29 de septiembre, el Gobernador inglés los intimó a rendirse, pero la respuesta del jefe del operativo, Dardo Cabo, fue negativa.
Poco después de las 15:00 horas, el padre Roel se reunió nuevamente con los Cóndores y procuró la rendición de los mismos, pero sólo encontró respuestas negativas. Finalmente, agotados y sin alimentos ni agua, los comandos argentinos aceptaron deponer su actitud con la condición de ser acogidos por la Iglesia Católica, y quedar exclusivamente a cargo del padre Rodolfo Roel, lo que fue aceptado por la autoridad británica.
Aproximadamente a las 17:00 horas, los jóvenes peronistas, con el comandante del avión de Aerolíneas y el sacerdote Roel, formaron militarmente frente a un mástil con la bandera argentina y procedieron a arriarla, entonando nuevamente el himno patrio.
Concluida esta emotiva ceremonia entregaron sus armas al comandante aviador Ernesto Fernández García, única autoridad que reconocieron.
El retorno
Tres meses antes de la Operación Condor, un golpe de estado había depuesto al Presidente de la Nación, Dr. Arturo Humberto Illia, de la Unión Cívica Radical del
Pueblo, que había llegado al gobierno con poco más del 20 por ciento de los votos y con el peronismo proscrito. Gobernaba el país el general Juan Carlos Onganía, en nombre de la autotitulada "Revolución Argentina".
El gobierno militar, de común acuerdo con la corona británica, envió a Malvinas al transporte naval A.R.A. Bahía Buen Suceso, al cual en horas del mediodía del sábado 1 de octubre fueron transportados en una lancha carbonera, los 18 comandos, la tripulación del avión y los pasajeros, zarpando con destino al puerto de Ushuaia, al que arribaron en la madrugada del 3 de octubre.
Los Cóndores fueron detenidos en la Jefatura de Policía de Tierra del Fuego, e interrogados por el juez, se limitaron a responder: "Fuimos a Malvinas a reafirmar nuestra soberanía".
El secuestro del avión de Aerolíneas Argentinas fue uno de los primeros secuestros aéreos del siglo XX, y como tal aún no estaba penalizado en Argentina, por lo que los cargos que el Fiscal Federal de Tierra del Fuego, Dr. Jorge Torlasco, imputó a los integrantes del comando Cóndor fueron: "privación de la libertad, tenencia de armas de guerra, delitos que comprometen la paz y la dignidad de la Nación, asociación ilícita, intimidación pública, robo calificado en despoblado y piratería".
Finalmente, el 22 de noviembre de 1966, el Juez Federal de Tierra del Fuego, Dr. Miguel Angel Lima, los procesó por los delitos de "privación de la libertad personal calificada y tenencias de armas de guerra", delitos por los cuales resultaron condenados
a distintas penas el 26 de junio de 1967. Esta sentencia fue confirmada por la Cámara Federal de Bahía Blanca, el 13 de octubre de ese mismo año.
Dardo Cabo, Alejandro Giovenco y Juan Carlos Rodríguez permanecieron tres años en prisión debido a sus antecedentes político-policiales como militantes de la Juventud Peronista, los quince restantes quedaron en libertad luego de cumplir nueve meses de prisión.
María Cristina Verrier, hija de un juez de la Corte Suprema, y Dardo Cabo, hijo de un dirigente gremial, se casaron en la cárcel.
A la fecha, ningún libro de historia o manual escolar recuerda esa hazaña de un grupo de patriotas argentinos a quienes recordamos como los "Cóndores".
La justicia federal los consideró delincuentes, y el gobierno del general Onganía los tildó de "facciosos", pero lo cierto es que esta audaz acción constituyó la primera gesta patriótica del siglo XX que reivindicó los derechos soberanos argentinos sobre las Islas
Malvinas.
(*) Raúl de Sagastizabal - "El Vasco" - Militar argentino
El autor de esta nota, nació en San Miguel, provincia de Buenos Aires, el 19 de octubre de 1955 y a los 17 años se incorporó como Cadete en la Escuela de Prefectura, egresando el 12 de diciembre de 1975 con la jerarquía de Oficial Ayudante.
En enero de 1977 fue becado para realizar el Curso Táctico-Técnico para Guardiamarinas de Infantería, obteniendo al cabo de trece meses su capacitación como Infante de Marina.
En febrero de 1978 se reintegró a la Prefectura Naval siendo destinado a la Agrupación Albatros y en mayo del mismo año la jefatura de Albatros lo seleccionó para realizar el curso de Comandos en la Escuela de Infantería del Ejército, a cuyo término se le encomendó la creación de un grupo especial de combate, que entre otras misiones realizó operaciones de reconocimiento, patrullaje e inteligencia de combate en la Isla Grande de Tierra del Fuego, con motivo del conflicto limítrofe con Chile por la disputa territorial de las islas del Canal de Beagle. En noviembre de 1979 esta unidad fue disuelta.
En diciembre de 1988 al mando de la Agrupación Albatros abandonó con tropas y pertrechos el cuartel de dicha unidad, rebelándose contra el gobierno del Presidente Raúl Alfonsín, para reaparecer, 36 horas después, frente a los portones de la Guarnición Militar Campo de Mayo, sumándose así a los efectivos del Ejército sublevados por el Coronel Seineldín en la Escuela de Infantería.
Se opuso tenazmente al apoyo que el Coronel Seineldín brindó al Dr. Carlos Menem para su campaña presidencial, y el 3 de diciembre de 1990, asumiendo nuevamente su comando, ocupó militarmente el puerto de Buenos Aires, rebelándose contra el gobierno de Menem.
Ante la rendición de las tropas del ejército lideradas por Seineldín, depuso finalmente su actitud tras 18 horas de intensos combates, negociando su rendición directamente con la Presidencia.
Como agravio se dispuso su detención en una cárcel para delincuentes comunes, la Unidad 16 "Caseros" del Servicio Penitenciario Federal, donde permaneció en prisión, en compañía de sus subalternos, durante 4 años sin juicio ni condena. Su esposa Alicia también fue procesada por haberlo acompañado durante los sucesos militares del 3 de diciembre de 1990, siendo la única mujer detenida por la rebelión militar.
Preocupado por el rumbo que llevaba la vida política argentina, escribió un sinnúmero de cartas y notas periodísticas expresando que para evitar la disolución social y la disgregación de la Patria debía cambiarse el sistema. Un resumen de dichos documentos fue grabado en un casete bajo el título "Mensajes de un Albatros en prisión", que tuvo amplia difusión por todo el país.
A fines de 1994 con un grupo de amigos funda el CEAM, "Centro de Estudios Argentina en el Mundo", siendo designado Presidente del mismo.
En septiembre de 1995 partió al exilio en el Uruguay, acompañado por 18 de sus subordinados, entre ellos su esposa Alicia. La justicia uruguaya denegó la extradición solicitada por el Gobierno argentino y desde entonces se encuentra residiendo en Montevideo. Sus abogados logran resolver la situación procesal de todos sus subalternos, quienes en 1999 retornaron definitivamente a la Patria.
No mantiene en la actualidad ninguna vinculación política ni con el Teniente Coronel Hugo Chávez ni con el Coronel Mohamed Alí Seineldín.
El 30 de enero de 2002, difundió un duro documento sobre la actual crisis argentina, proponiendo, en resumidas cuentas: la fundación de una REPÚBLICA DE TRABAJADORES, una Nueva Argentina, basada en la disciplina, el sacrificio y la jerarquía de los valores, y la sustitución definitiva del actual sistema por uno que garantice definitivamente, a todos los argentinos, una Patria justa, libre y soberana.
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