lunes, 28 de septiembre de 2009

POBREZA...


POBREZA: INEVITABLE RESULTADO DE TANTA INSENSATEZ

El INDEC acaba de asegurar que la pobreza disminuyó en la Argentina. ¿Por qué es imposible creer en este indicador?

Por Roberto Cachanosky (*)

En el medio de un proceso recesivo y con inflación, el INDEC acaba de informar que la pobreza sigue bajando en Argentina. De acuerdo con esta institución, la pobreza bajó del 15,3% en el segundo semestre del año pasado al 13,9% en el primero de este año. Más allá del dato elaborado por el INDEC, que mueve a risa, lo interesante es que la gente entienda cómo hacen para mostrar menos pobreza en un país en el que los precios siguen aumentando, las empresas recortan horas extras y otras directamente reducen personal mediante retiros voluntarios o jubilaciones anticipadas, entre otras medidas.

Ernesto Kritz, un profesional que conoce muy bien de estos temas, acaba de elaborar su informe mensual en el cual muestra los dos factores que le permiten al INDEC informar una baja de la pobreza, alejándose notablemente de los indicadores más confiables que preparan instituciones privadas que informan una pobreza no menor al 30%, pudiendo llegar al 37%, números que, por cierto, superan ampliamente los datos de la década del ’90.

El primer dato a considerar es cómo se define quienes son pobres. Para ello, el INDEC establece diferentes tipos de hogares. Por ejemplo, un tipo de hogar sería el de un matrimonio con un esposo de 35 años, una esposa de 31 años y dos hijos: de 5 y 8 años. Esa familia necesita una determinada cantidad de calorías para no desnutrirse. Digamos que tiene que consumir una determinada cantidad de carne, verduras, frutas, etc. y algunos remedios y unos pocos servicios. Esa canasta mínima para no ser pobre, según el INDEC, se consigue por $ 1.026 mensuales. Toda familia que gane menos de $ 1.026 mensuales es pobre y todas las que tengan ingresos por encima de ese nivel, no son pobres. Ahora bien, de acuerdo al informe de Ernesto Kritz, mediciones independientes establecen que esa canasta tiene un costo de $ 1.618 pesos, un 58% de diferencia.

Puesto de otra manera, para el INDEC, la canasta básica aumentó el 1,9% en entre el primer semestre del año pasado y el primero de este año, mientras que las estimaciones privadas dan un aumento del 10,7%. De manera que el primer truco para mostrar que el kirchnerismo es maravilloso y logra que cada vez haya menos pobres consiste en: primero intervenir el INDEC y después decir que la canasta básica total (alimentos mínimos, remedios, etc.) casi no han aumentado de precio en un año.

El segundo punto que detecta Ernesto Kritz es que para el INDEC los salarios en negro, que son los que se les pagan a los sectores más pobres, aumentaron el 29,4% comparando el primer semestre de este año con el primer semestre del año pasado, algo realmente curioso porque ni los sindicatos consiguieron esos aumentos salariales.

De manera que el truco consiste en: a) decir que los bienes mínimos que tiene que consumir una familia están a precios de ganga y b) los asalariados que trabajan en negro lograron aumentos salariales que serían la envidia de Moyano.

Ahora bien, aclarado el triple salto mortal estadístico que da el INDEC para mostrar que en kirchnerlandia todos son felices y la pobreza tiende extinguirse gracias al modelo productivo, la lógica más elemental indica que es imposible que la pobreza esté bajando como nos quiere vender el gobierno.

¿Por qué? Porque más allá de la definición estadística, la gente es menos pobre o, si se prefiere, mejora su calidad de vida, cuando con su salario puede comprar cada vez una mayor cantidad de bienes y servicios. ¿Cómo se consigue esto? De dos maneras: a) una artificial y b) otra seria.

La artificial consiste en transferirle ingresos y activos de unos sectores a otros de la sociedad para que los más pobres puedan, durante un tiempo, consumir más. Por ejemplo, congelar las tarifas de los servicios públicos en niveles artificialmente bajos, controlar los precios y otorgar incrementos de salarios por decreto. Esto es que lo hizo Kirchner y, por eso, durante un tiempo, estadísticamente pudo haber bajado la pobreza, pero a costa de una fenomenal desinversión, que junto con la inseguridad jurídica redujeron el stock de capital por trabajador y licuaron las utilidades de las empresas. Todo esto funcionó hasta que la inflación se aceleró, la recesión se hizo presente y la desocupación aumentó. Como el mercado siempre ajusta por precio o por cantidad, como los salarios nominales no pueden bajarse, inevitablemente el modelo tiene que ajustar por desocupación, lo que hace que los ingresos de las familias sean cero y tengan que vivir de los ahorros (muchos o pocos) que acumularon, mientras que en un contexto recesivo e inflacionario, los sindicatos empiezan a privilegiar los puestos de trabajo por sobre los ajustes de salarios. Prefieren menos salarios y más trabajo.

La forma seria de bajar la pobreza consiste en crear reglas de juego eficientes que impulsen la competencia y estimulen la inversión, algo que obviamente no ha ocurrido con Kirchner dado que hasta ahora llevamos fugados U$S 43.000 millones.

La mayor cantidad de inversiones logra un doble efecto: a) genera más demanda de mano de obra y b) cada trabajador dispone de más stock de capital y, por lo tanto, su productividad aumenta. Al haber más demanda de trabajo y más bienes y servicios en oferta, los salarios tienden a subir y los precios a bajar, con lo cual la calidad de vida de la población aumenta hasta que primero se elimina la desocupación y luego suben los ingresos reales.

Nada de lo anterior fue hecho por el matrimonio. Las tácticas de corto plazo que día a día define Kirchner en las reuniones que tiene con él mismo para tratar de acumular poder, tenían que, inevitablemente, llevar a la actual situación de recesión, inflación y desocupación. Es decir, Kirchner ha sido una máquina de generar pobres porque bajo artificialmente la pobreza. Primero por el mecanismo artificial y, ahora que se acabó la fiesta, bajan la desocupación torturando las estadísticas para que confiesen los que quiere Néstor.

El modelo de Kirchner consistía, inicialmente, en tener mano de obra barata porque sus atropellos institucionales hacían imposible tener un costo de capital bajo. Aunque dudo que Kirchner y Cristina entiendan la relación entre seguridad jurídica y crecimiento. La idea era, entonces, tener mucha gente trabajando por monedas con bienes de capital muy rudimentarios y escasos. De manera que, conceptualmente, es imposible que la tasa de pobreza disminuya en serio en Argentina, por la sencilla razón que el stock de capital por trabajador es cada vez menor. El resultado siguiente es la baja productividad de la economía y el consecuente incremento en el nivel de pobreza. Nivel de pobreza que tiende a estallar cuando se acaba el stock de capital que puede repartir el Estado para generar una baja artificial de la pobreza.

Más allá de las piruetas estadísticas que pueda hacer el INDEC para mostrar lo lindo que es el país de los Kirchner, la lógica más elemental indica que esto recién comienza y los problemas sociales tenderán a profundizarse mientras Néstor Kirchner siga haciendo lo imposible para destruir el sistema productivo, porque la pobreza se combate con más puestos de trabajo y más productividad, mientras que Kirchner trabaja incansablemente para destruir los puestos de trabajo y reducir la productividad.

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