miércoles, 2 de diciembre de 2009

ANTIS Y NOES




Consultora Oxímoron Miniseries

Antis y noes
SEMINARIO II: La complejidad cultural del antikirchnerismo (II) - A los peronistas disidentes les cuesta calificar a Los Kirchner de peronistas.

Antis y noesescribe Osiris Alonso D’Amomio
Consultora Oximoron, especial
para JorgeAsísDigital

La complejidad cultural de la contestación a los Kirchner se percibe, con precipitada facilidad, en la inabarcable amplitud del peronismo. Con sus franquicias desestructuradas y sus infinitas vertientes.
Aquí, a los efectos del seminario, deben diferenciarse, en principio, a los “antis” de los “no”.
Los categóricoamente frontales, los ”anti kirchneristas”. Con los más sutiles, menos duros. Los “no” kirchneristas.
La distancia, entre “antis” y “noes”, la marca, desde el inicio, la cuestión básica de la identidad. Debate siempre pendiente.
Consiste en aceptar -o lo que es lo mismo, negar-, a los Kirchner, la condición de peronistas. Tomarlos como parte conceptual del peronismo.
Neo-infiltrados

Abundan, por creciente rencor, los multitudinarios antis. En el esplendor de la negación, los consideran, a Los Kirchner, simplemente, usurpadores.
En los violentos setenta, se los hubiera catalogado de infiltrados. Pero “neo-infiltrados” con suerte. La indispensable para desplazar a los peronistas puros. Los que se quedaron afuera, o salieron fulminados de adentro. Culturalmente, los discriminan.
Para los antis, Los Kirchner utilizaron, las franquicias del peronismo, como mero canal. Para llegar, los neo-infiltrados, al control de las botoneras. Hacerse de los códigos de las cerraduras de todos los cofres.

Los “noes”, en cambio, les aceptan la condición identificatoria. Pero impugnan sus maneras. Irrita la ideología impuesta de contrabando.
Se encuentran, incluso, los “noes”, en condiciones de aceptar, entre el oficialismo, la existencia de auténticos cuadros peronistas. Aunque les devalúen las motivaciones.

El planteo le asegura, al seminario iniciado, fuertes polémicas. Hasta plausibles sospechas.
Las descalificaciones reproducen los enfrentamientos sectoriales e individuales. Representan la característica principal del estado de fragmentación.
Cualquier crítica emitida hacia las posiciones ciegamente “antis”, o a las abundantes “noes”, huele a funcionalidad con el fenómeno estudiado. El (agotado) kirchnerismo. Los fragmentos acusan a los otros fragmentos de complicidad, a veces indirecta, con aquello que quieren erradicar.

El debate es, en todo caso, anacrónico. Porque oficialmente Kirchner es el jefe, al menos nominal, de la institución política llamada Partido Justicialista. Es el refugio que preside. Desde donde se proyecta, hacia la utopía del 2011. Después de haberlo dejado, durante la bancarrota de tres meses, al usado Scioli, el Líder desteñido de la Línea Aire y Sol. Como Encargado de negocios. Cuidador de kiosco.
Civilización duhaldista

Para entender mejor a los abrumadores “antis”, objetos del seminario, y a los receptivos “noes”, debe explicarse, ante todo, que el kirchnerismo arrancó con la insolencia transgresora. La denigración del ámbito inicial de pertenencia.
La apertura lúdica de la transversalidad, que le permitió banalizar al PJ. Al “Grupo Mausoleo”. Para clausurarse, después del fracaso del sistema transversal de construcción, en el interior del circuito cerrado. Del PJ más vacío y obsoleto. Confeccionado a la carta del antojo. Estructura que sólo puede funcionar desde el manejo del Poder. De la distribución arbitraria de los recursos del Gorro Frigio, alias El Estado.
Especialmente hoy pugna Kirchner por el dominio del PJ de la provincia de Buenos Aires. En el campo donde Duhalde, entre tantos antis y noes, es el único que se encuentra en condiciones de ofrecerle resistencia.
Cabeza de la extinguida civilización duhaldista, Duhalde, el Piloto de Tormentas (generadas), amenaza con resurgir. Con la perforación de las encuestas, desde la portada de La Nación y Clarín, capitalizado por el soporte intelectual y social de don Jorge Pereira de Olazábal.
Un ítem -”La civilización duhaldista”- para estudiar, separadamente, en el seminario.
Del mismo modo, se anuncia otro ítem exclusivo. Con Francisco De Narváez, el Caudillo Popular, la frutilla tatuada que triunfó sobre Kirchner, el 28 de junio.
Aunque, en cinco meses, la frutilla se haya desperdiciado.
Transversalismo opositor

Antis y Noes también deben confrontar, aparte, con el liderazgo sindicalmente poderoso del escriturado Moyano.
Con Barrionuevo, un anti clásico, hasta hoy, a Duhalde no le alcanza.
Deben -antis y noes- combatir al Kirchner que mantiene la ocupación plena de las calles. De la capital tomada. Porteños obturados por bonaerenses del suburbio, pero originarios de los distintos sectores del país. A través de las organizaciones socialmente tarifadas.
A la complejidad de los antis y los noes, en el cuadro teórico de la pelea, debe incorporarse la complejidad de los prokirchneristas. Donde se conjugan las estructuras corporativas, en las que se apoyan los Kirchner, con las argumentaciones, febrilmente progresistas, de los antagónicos. Los intelectuales, sin ir más lejos, de Carta Abierta. Aspiran a renovar las imposturas del compromiso. Junto a la algarabía, artificialmente juvenil, trepadora y carísima, de La Cámpora.
La transversalidad, al final, para Kirchner fue un fracaso. Pero logró transversalizar la oposición. De adentro y de afuera del peronismo.
Pasión

El peronismo oficial, el refugio de Kirchner, se obsesiona, hasta la legitimación, con el manejo de la Caja.
El peronismo disidente, o federal, se obsesiona, en cambio, por la foto.
Aquí es importante saber quién es el que aparece en la foto principal. Para descubrir a quiénes se descarta.
Más que las presencias, las fotografías ilustran acerca de las ausencias.

El dilema del armado del peronismo disidente consiste en escoger bien con quién juntarse. Maneras de saber, entonces, con quién no.
“Si está Tal yo no me siento”, suele escucharse.
“Si llega a acercarse Tal Otro, me levanto y me voy”.
En el peronismo se practica, en general, el deporte de la descalificación. Cuando se está “afuera”, lejos de la toma de decisiones y del reparto, la pasión descalificatoria se multiplica.
El peronismo disidente -o federal-, se encuentra unificado por la pasión del antikirchnerismo. Le pertenece.

Osiris Alonso D’Amomio
Consultora Oximoron, copyright
by JorgeAsisDigital.Com

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