martes, 29 de diciembre de 2009

TIEMPOS VIOLENTOS


NotiAR - 29-Dic-09 - Opinión

http://www.notiar.com.ar/contenido/opinion/opi_9919.htm

Tiempos violentos

por Omar López Mato


En su libro "La ética protestante y el espíritu del capitalismo", Marx Weber expone su tesis sobre como la ética puritana ha influenciado el desarrollo del capitalismo.

Para ellos el enriquecimiento es una señal de predestinación, de salvación eterna. El rico es un elegido de Dios y el trabajo es una actividad buena en si misma y no un castigo por el pecado original.

"El católico es más tranquilo", sostenía Weber "dotado de menor impulso adquisitivo, prefiere una vida bien asegurada, aún a cambio de obtener menores ingresos, a una vida de continuo peligro y exaltación por la eventual llegada de honores y riquezas".

"Comer bien o dormir tranquilo" dice el refrán y los protestantes optan por comer, bien mientras los católicos por dormir tranquilos.

Los latinos cultivamos una relación ambivalente con la riqueza, una especie de atracción culposa.

Deseamos sus ventajas pero nos persigue la culpa. Culpa con base religiosa entre otras cosas, por eso del camello y el ojo de la aguja, además de un fenómeno que podríamos llamar suspicacia histórica.

La Iglesia, a pesar de las riquezas vaticanas, en distintos momentos de su ir y venir, ha propugnado la culpa de los pudientes por una mala interpretación del pasaje bíblico relatado Ut supra.

Vale aclarar que algunos exegetas consideran que hubo un error de traducción y otros sostienen que el ojo de la aguja era una entrada a la ciudad de Jerusalén que se mantenía abierta después del cierre de las puertas principales, por la que accedían aquellos que llegaban a deshoras. La entrada era pequeña, por lo que un camello entraba con cierta dificultad. pero entraba. De la misma forma podrán los ricos acceder al Reino de los Cielos.

Vale recordar que los príncipes alemanes, deseosos de no pagar los diezmos que la Iglesia exigía fueron los que apoyaron a Lutero en su lucha contra la hipocresía vaticana, propulsora de una humildad que no condecía con la forma de vida de sus jerarcas y sus cleros.

Este pecado no es exclusividad de la Iglesia, muchos ideólogos y conductores de regímenes políticos que proponen el cultivo de la igualdad y el ascetismo caen en rumbosos estilos de vida, como los jerarcas nazis, soviéticos y maoístas.

Recuerdo que el director de un lujoso hotel de Yakarta que solían frecuentar los líderes del Khmer Rouge, relataba la afición a los lujos desmedidos de estos propulsores a ultranza de un comunismo feroz e impiadoso.

El problema de la izquierda es que sostiene una posición contraria a la naturaleza del hombre, que es más proclive al ocio, los lujos y la acumulación de bienes: así nos han hecho y así seremos, mal que le pese a los seguidores de Marx.

En nuestro país los curas tercermundistas, que inspiraron a los líderes montoneros (de hogares católicos de clase media o media alta), sembraron en ellos la culpa por al posesión de bienes que otros no tenían y propiciaron la exacción violenta como metodología para resolver esta desigualdad. Para ellos la violencia con el aval divino les concedía la jerarquía de cruzados, y no escatimaron esfuerzos bélicos para recuperar Jerusalén.

En nuestro caso, menos pretencioso, los seguidores de Abal Medina y Firmenich, inspirados en la predica de curas como el Padre Mujica, pretendieron instalar la patria socialista. Ellos fracasaron, pero sus seguidores triunfaron en las urnas, con la diferencia que hoy muchos de ellos son ricos, en algunos casos millonarios con ganancias desmedidas, justificadas por un juez de la Nación. Este hecho no les impide continuar con su prédica distribucionista siempre y cuando no comprometa sus negocios, a los que no aplican impuestos extraordinarios o retenciones.

Este fenómeno no es exclusivo de un grupo o sector, el argentino medio acalla sus culpas capitalistas con una afición por el socialismo utópico, que cultiva durante sus vacaciones por las doradas playas cubanas y su adhesión y admiración por líderes socialistas de vida rumbosa, como el mismo Fidel (y sus 100 millones de dólares), y el inefable Chávez (del que aún no se conocen cifras ciertas sobre sus posesiones, pero que digamos que no vive como una carmelita descalza, ni como lo hacen sus conciudadanos).

A este fenómeno psicológico debemos agregar la suspicacia histórica que "los oligarcas" locales heredaron bienes logrados por métodos non sanctos, como el contrabando, la compra de tierras estatales o maniobras fraudulentas- o en su defecto no lo hicieron trabajando como sostiene el lúcido filósofo de la realidad nacional: Don Luisito Barrionuevo, que llegó a estas conclusiones, suponemos, basándose en su experiencia de vida.

Estas impresiones le dan un sostén moral para denostar a los ricos, su metodología, sus creencias y preferencias políticas. Basados en la prédica marxista de la lucha de clases y la permisividad oficialista se creen con derecho a atacar por medios violentos a todos aquellos que crean enemigos de su dogma.

Así cualquier empresario pasa a ser un explotador oligarca, agente del imperialismo yanqui y demás epítetos descalificatorios, que los convierten en merecedores de su odio y desprecio. Sancionables con agresiones físicas, que en varios casos los llevaron al secuestro extorsivo seguido de muerte. El convencimiento de la nobleza de sus fines los hace saltar procedimientos democráticos, respetos republicanos y trámites judiciales. No es cuestión de perder tiempo en detalles burgueses.

Estamos siendo testigos de un aumento de la violencia callejera en lo que a expresiones políticas se refiere. (No es extraño que también los delincuentes hayan aumentado su virulencia). La intolerancia se ha adueñado de la expresión social, fomentada desde la cúpula ideológica que revalida su antigua mecánica operativa. El "5 x 1", el "conmigo o sinmigo", "el alambre de enfardar para manear al opositor", etc., etc., etc., están en vigencia aunque no se lo exprese en forma tan contundente.

Esta mecánica perversa, intolerante e inconducente se ha instalado como parte del diálogo político, gremial y social, permitido de palabra, obra y omisión por las autoridades que la estimulan desde el estrado con su verba incendiaria y la avalan con la distracción oficial. No hay sanción, no hay reprimenda, dale que va.

De las herencias kirchneristas que habremos de sufrir en el futuro, ésa es la peor carga, su lastre más nefasto que habrá de teñir los próximos años de la historia nacional. El reclamo social o gremial se ha escapado del control del peronismo sindical, emerge una segunda línea agresiva y contestaria, que irá midiendo sus fuerzas, empujando sus reclamos en forma incisiva para ver hasta a donde llega la pasividad de los interlocutores.

Nos esperan tiempos de reclamos violentos que encontrarán respuestas desmedidas en escaladas de insospechadas consecuencias.

Que Dios y la Patria, por quienes han jurado los responsables de estas tropelías se encarguen de sancionarlos a su debido tiempo, si es que aún subsiste para entonces algo que se llamaba Justicia.

omarlopezmato@gmail.com

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