martes, 19 de enero de 2010
LA INCUBADORA DE FRANKESTEIN
(Por el Lic Gustavo Adolfo Bunse) (19/1/2010)
Probablemente, la insensibilidad argentina es consecuencia de un proceso muy lento de inoculación de todos los venenos que se han suministrado a la ciudadanía en los últimos años.
El veneno del llamado “progresismo” fue el más dañino.
El acostumbramiento a eso, devino en indolencia e insensibilidad.
Según la Consultora I.C.C. la Argentina ya pertenece a un nuevo grupo de rezagados del mundo. Es una terna que la completan Bolivia y Paraguay.
Los tres países tienen índices muy parecidos de confiabilidad, de seguridad interna y de proyección para los empresarios que desean hacer negocios.
Cualquier otro país de America del Sud está mucho antes que estos tres en materia de elegibilidad.
Hemos logrado pues, con denodado esfuerzo, convertirnos en un páramo.
Esa “jerarquía” ya podemos lucirla orgullosos.
El gobierno sigue diseñando sus antojos más extravagantes, simplemente porque jamás se ha sentido exigido por la ciudadanía.
Y contra los consejos más elementales de todos los sabios del mundo, sigue haciendo lo mismo de siempre :
Juega con fósforos en un recinto plagado de escapes de gas.
El curioso dato es que, tal recinto es, casualmente, nuestra querida comarca en la que, un raro día domingo, una masa crítica de gente confundida, les entregó facultades plenas para que la conduzcan.
Seguir haciendo lo mismo y esperar diferentes resultados es algo propio de necios o de oligofrénicos.
El Ministro de Economía, Amado Boudou, ahora acosado por el matrimonio trata de no quedar atado a la suerte inminente de Martín Redrado al que le quedan, según lo que dice la información calificada, pocas horas.
Pero este matrimonio de enajenados mentales habiendo dilapidado más de un año en la crisis del campo, lleva ahora más de un mes embarcado en este nuevo proyecto de naufragio, consecuencia de haber querido dar a luz el famoso gran aborto de la naturaleza, llamado “Fondo del Bicentenario”
Por vía del gracioso y pastoril método de la absoluta indiferencia, el dúo del mal, sigue haciendo navegar el país al garete, como si nada ocurriese desde hace cuarenta y dos días… por su exclusiva culpa.
Esta gran insensatez, ya, a estas alturas, sólo podría entenderse como una secreta pasión enfermiza por la destrucción, por el daño gratuito, por el sin sentido y por la irracionalidad malsana.
Como muchos están de vacaciones, tranquilamente inoculados con aquel veneno, dejan pues que campeen casi en niveles de verdadera saturación, las contradicciones públicas. Y todo el arco político flota sin rumbo, en un estado que parece de verdadera inconsciencia e impavidez.
Un enfermo de necedad, cuando no alcanza las metas ambiciosas que se ha fijado, tiene un método sencillo para no acumular frustraciones :
Se auto-convence de haber alcanzado esas metas.
Muchas veces, no sin una enorme pena, uno trata de encontrar las verdaderas razones de nuestra mediocre saga como Nación.
Y muchas veces, casi como una excusa… sin saber cuan lejos o cerca de la verdad estamos, decidimos que… seguramente por muchas razones, somos un pueblo con una infernal mala suerte.
Pero no nos ha servido absolutamente para nada, pensar en esa famosa estadística de la “mala suerte”. Aquí no funciona.
Peor que eso : con nosotros los argentinos, ha funcionado exactamente al revés, es decir :
Mala suerte sería que saquemos de la bolsa siempre la bolilla errada.
Pero otra cosa diferente es cuando las bolillas no están en una bolsa.
Que somos nosotros los que estamos tomándolas de la mesa, viéndolas y sabiendo que casi no hay una sola que sea buena.
Nuestra sociedad, de ese triste modo, parece haber diseñado, casi sin advertirlo, lo que podría llamarse “la incubadora de Frankenstein” :
Una verdadera casta de dirigentes políticos farsantes, autodenominados “progresistas”, cuya única condición ingénita de “pertenencia” personal casi obligatoria, es justamente esa :
Ser farsantes.
En nuestro tratado sobre la semiótica de la farsa social, viendo la verdadera etiología de la farsa como concepto artesanal, miramos lo siguiente :
Las farsas, para tenerlo claro, son aquellas conductas en las que se finge la realidad genuina.
Esto supone que, en verdad, podemos distinguir dos planos :
Uno externo aparente, manifestativo y otro interno, muy sustancial, que se trasunta en aquel. Y aquella realidad, tiene la misión ineludible de ser expresión adecuada de esta.
Si no lo es, entonces es farsa.
Y además, esta realidad interna tiene a su vez, la misión concreta de manifestarse y exteriorizarse en aquella.
Y si no lo hace, es también farsa.
Pongamos un ejemplo concreto:
Un hombre que defiende con vehemencia un conjunto específico de opiniones ó principios, todos los cuales en el fondo de su conciencia le importan realmente un bledo, es un farsante.
Y de modo análogo, pero inverso :
Un hombre que tiene realmente ese conjunto de opiniones firmes, digamos un catálogo de principios expresables, pero no los defiende, ni los pone en práctica jamás, es otro farsante.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario