jueves, 14 de enero de 2010

LA TENSIÓN CONTRADICTORIA DE LOS IGNORANTES



Por Carlos Berro Madero
www.notiar.com.ar


“Cuando se combinan los efectos de la tensión decisoria con la sobrecarga sensorial y cognoscitiva, se producen variadas formas de inadaptación individual. La estrategia del contradictor es bloquear una realidad inoportuna. Cuando la exigencia de decisiones aumenta excesivamente, se niega en redondo a admitir más información convirtiéndose en víctima de una catástrofe que él mismo provoca.” -Alvin Toffler



No existe duda alguna que los Kirchner han demostrado una vez más el nivel de ignorancia contradictoria que guía sus pasos.
Los decretos de traslado de reservas del Banco Central a un fondo de “despilfarro del bicentenario” y el despido intempestivo de Redrado, cumplen con creces los requisitos para que sean aplaudidos como la cumbre de la estupidez y la ignorancia.

Cada vez que se mueven en una dirección, lo hacen aferrados a una dogmática desesperación que condiciona la calidad de sus intenciones, sean éstas malas o buenas en sí mismas. En ellos priva siempre la actitud regresiva del ignorante que, trastornado por el futuro inmediato, intenta histéricamente una “vuelta de tuerca” más, que lo deja siempre “a la intemperie”.

En efecto, cada vez que el gobierno ha sido superado por las malas apuestas de sus visiones “progresistas” (¿), ha quedado herido por el fuego cerrado que provocan las armas de quienes detestan su espeso fascismo corporativo. De esa manera, sus pretendidas “innovaciones” dejan tras de sí las huellas residuales de su divorcio de la realidad.

En todo este malhadado asunto de las reservas que comentamos y su artillería despiadada y enfermiza contra el licenciado Redrado, el Vice Presidente Cobos y la jueza Sarmiento, no han hecho más que poner en evidencia su baja calidad informativa y conceptual, como así también el peligro que significa afrontar -una vez más-, las consecuencias de una estrategia atropellada.

Los parlamentos mechados de conceptos insustanciales y la forma agresiva con que han defendido su exabrupto –acompañados por su nueva “espada” desafilada, el señor Boudou-, causan verdadero asombro. No podría encontrarse en este mundo -ni aún buscando con un candil-, nada más rudimentario que este equipo de improvisados que cualquier día de éstos nos van a dejar dentro de la jaula de los leones, con un candado puesto por fuera.

En la cumbre de su soberbia nos “adoctrinan” mediante la ciencia infusa de su capacidad únicamente superada –en su tácito concepto-, por algunos dioses del Olimpo. La “verdad” (¿) fluye de sus espasmos verbales cual catarata.

Para nosotros solo resta aguzar nuestra mirada para descubrir, en este caso, dónde se esconden las “ratas del riachuelo” (sic) que representan a los buitres que quieren comernos las entrañas.

Toffler habla de los seres “subcultos”. Son aquellos –dice-. que tratan de captar nuestra atención pretendiendo actuar sobre la capa más vulnerable de nuestra psicología: “únete a nosotros –nos murmuran- y te convertirás en una persona más importante, mejor, más eficaz, más respetada y menos solitaria”.

“Lo que nos ofrecen –sigue diciendo Toffler- no es un simple trozo de piel, un jabón o un detergente. No nos ofrecen un producto, sino un súper producto, un estilo, una serie de pautas que ayudarían al individuo a reducir la creciente complejidad de cualquier elección a proporciones manejables”.

Los Kirchner son subcultos prototípicos. Grandes predicadores de supuestas bienaventuranzas que, de plegarnos incondicionalmente a sus caprichosas concepciones, nos conducirían a ser ciudadanos más felices en un país totalmente soberano, que podría enfrentar las acechanzas de los extranjeros apátridas que desde distintos frentes internacionales procuran llevarse el fruto de nuestro trabajo.

Su libreto improvisado, audaz y contradictor –torciendo una vez más sus dichos seudo tercermundistas-, nos dice ahora que debemos pagar nuestras deudas de una manera que es la que a ellos se les ocurre como más propicia. Sin cortapisas. Aunque nos pongan frente a la evidencia de un desatino mayúsculo.

Y no debemos creer ni por un instante –proclaman-, que sus propuestas sean insignificantes o injustas, mientras comprobamos atónitos que constituyen el resultado de su búsqueda enfermiza de un estilo “personal”: el de aquellos que se van desviando aquí y allá sin orden alguno en su camino, buscando sucesivos ajustes de sus pasos de acuerdo con planes que no existen.

La gente no lo conoce bien a Redrado, y probablemente no tiene una idea clara de las funciones del Banco Central y su obligación de tutelar por la buena salud de las reservas monetarias, pero comienza a intuir que Néstor y Cristina están rasgando con sus dedos inhábiles una “guitarra” desafinada.

Algo huele a podrido, dice la calle.

Sólo podemos desear que ocurra una “rebelión en la granja” siglo XXI, que permita extirpar de nuestra sociedad la propagación del mundo “subculto” de los ignorantes.

De no ocurrir esto muy pronto, corremos el riesgo de hundirnos definitivamente en la intrascendencia.

carlosberro@arnet.com.ar

Gentileza en exclusiva para NOTIAR

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