viernes, 22 de enero de 2010

TEMBLORES


Como en Haití, ciertos temblores resquebrajan el equilibrio del matrimonio bolivariano local


Se sabía. Sin dinero es más difícil mantener las tropas de ocupación en el Congreso, provincias e intendencias, y la realidad puede tornarse insoportable. Claro que nadie en su sano juicio interrumpió sus vacaciones o no pudo conciliar el sueño por el caso Redrado. Lo primero sigue siendo lo primero y ya resultó bastante deprimente que el devaluado peso argentino no permita veranear en Punta del Este o Brasil, y de ahí a que cualquier zanguango escriba que el lleno de la costa atlántica se debe al "éxito" del plan económico kirchneriano, hay unos días, horas, minutos quizás.

Uno de los dos Presidentes en ejercicio suspendió su viaje a la milenaria China por razones de Estado. Si es que por esas cuestiones se entiende que tiene temor que el vice -su vice por ellos elegido- aproveche la ocasión y se quede con el trono. Y sería mejor que no vengan ahora a decir los supuestos demócratas argentinos que esto es una república porque nadie en su sano juicio puede llegar a creer semejante patraña: ¡Salve!

Otra vez, como en los tiempos de la Resolución 125, cuando en medio de la pelea con el campo palmó el viaje a Londres donde debía asistir a una extraña cumbre de países progresistas (¡Devuelvan las Malvinas!), uno de los ocupantes de la Quinta de Olivos prefierió quedarse en el país, cerca de lo que con su pareja atesora con tanto afán. Hemos dicho en otras ocasiones que los verdaderos problemas de Argentina se encuentran aquí y no allá, mucho más allá, donde para llegar es necesario ir con pasajeros sentados en las alas del avión presidencial. ¿Para qué acompaña tan grande séquito a los Presidentes en sus aventuras turísticas? Nadie prueba decirlo. Menos nosotros, simplemente porque no lo sabemos. Suponemos y solo suponemos que en la insigne nave tanguera hay mucho mucho equipaje, periodistas "independientes", empresarios del modelo "nacional y popular", "intelectuales" abiertos, funcionarios cerrados, piqueteros políglotos, madres, abuelas, hijos y toda la parentela ésa, genuflexos al por mayor y numerosos parientes y amistades de todos ellos; una multitud viajera que, sacrificándose por la Patria, ha determinado que si el mundo no viene a la Argentina, ella irá hacia él, turísticamente, se entiende.

Pero el Congreso está revuelto y de ahí a la revolución hay un paso. Por momentos la oposición levanta puntos ante sus electores y enfrenta a cara descubierta al matrimonio bolivariano y a su Jefe de Gabinete a quien desea destituir a través de la figura del Juicio Político. Es vox populi que la Casa Rosada necesita de colosales sumas de dinero para mantenerse en el Poder y comprar o alquilar voluntades de acuerdo a las necesidades insatisfechas de cada comprado o alquilado, porque "donde existe una necesidad, nace un derecho". Así, las idas y venidas del presidente del Banco Central y su permanencia al frente del mismo poco o nada importan al Gobierno mientras no sufra su necesidad primordial, porque lo que necesita es plata y va a hacer cualquier cosa -más de las que hizo- para obtenerla: seguirán extrayendo billetes de los jubilados actuales y futuros, de las retenciones a los productos agrícolas ganaderos y disminuyendo hasta el nivel del piso los servicios que presta (¿Cuáles son esas prestaciones?, ¿Seguridad, Defensa, Relaciones Exteriores, Justicia, Seguridad Social?), por lo que el país se encuentra en óptimas condiciones para arrodillarse como lo hecho siempre en busca de relaciones carnales con quien pague la fiesta.

La cada vez más evidente convulsión Rosada se está quedando sin blancos para sus dardos. La Iglesia, las Fuerzas Armadas y de Seguridad, los supermercadistas, los Estados Unidos, Uribe, el "campo", los oposición política, los medios de prensa, los periodistas, los "famosos", la "derecha", el "neoliberalismo", la clase media, fueron objeto de numerosos ataques. Sin embargo, es comprensible el desboque del matrimonio bolivariano porque las cosas no están saliendo según sus reales deseos, pero también hay que estar alerta ante ciertas actitudes de los principales líderes opositores que en las últimas horas, al unísono, como respondiendo a un extraño y secreto llamado, han centrado sus sermones en el vicepresidente como si se hubiesen convertido en fieles soldados de la causa a la que dicen oponerse, y como si Julio Cobos fuese el próximo demonio a derrotar cuando habían creído convencer a todos que eran los Kirchner.

Es lícito y comprensible que los oficialistas hayan salido en patota a pedir abiertamente la renuncia del Vicepresidente, pero que también lo hayan hecho de una u otra manera quienes como Carrió, Macri y Solá, continúan beneficiándose con la actitud "no positiva" de Cobos en el 2008, deja espacio para la duda, para muchas dudas.
SALINAS BOHIL

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