Señor Director:
Se dice que el pesimismo es la propensión a ver y a juzgar las cosas bajo el aspecto más desfavorable. Ante esta definición me considero un pesimista justificado, ya que juzgo la gestión del presidente actual como muy negativa y quizá una de las peores de la convulsionada historia Argentina. Hay pocos datos de una primera administración que profese índices favorables en todos los aspectos mientras la realidad los refuta contundentemente. Quizá lo más alarmante es que la debacle por venir se percibe claramente antes de finalizar el mandato y a pesar de esto las encuestas (realizadas por encuestadores argentinos) siguen dando como favorita a la candidata presidencial y al mismo tiempo la imagen presidencial continúa entre las más altas. Rarezas de una Argentina incomprensible.
Aunque las estadísticas sigan mostrando que el desempleo es de un dígito, la inflación de 0,6, que la pobreza ha disminuido, que el poder adquisitivo de los salarios y las jubilaciones han aumentado, que la distribución de la riqueza en favor de los más pobres ha mejorado, que la inseguridad es una sensación, que con 930 $ pesos una familia y sus dos hijos no son pobres, cada vez màs ciudadanos toman conciencia que estos datos no reflejan lo que pasa realmente. La realidad muestra todo lo contrario, inflación en alza, mucha dificultad para conseguir empleo, pobreza en aumento, distribución de la riqueza favorable a los que más tienen, poder adquisitivo de los salarios y jubilaciones licuadas por la inflación, que con 930 $ pesos una familia con hijos no puede vivir y una inseguridad creciente. Esto sin tocar la falta de compromiso del estado en el tema de la salud que obliga a tener medicina prepaga si uno quiere ser atendido dignamente.
En estos cuatro años he querido encontrar el lado favorable de este gobierno pero se ha asemejado a buscar una aguja en un pajar. Para el presidente seguramente perteneceré al grupo de los opositores desestabilizadores pero no veo un buen final para Él y su señora. Lo que menos deseo es una crisis similar a la de 2001 que fue provocada por una política que en su momento tanto él y su mujer apoyaron ferviéntemente culminada luego por la gestión de una alianza inmadura, infantil e ineficiente. Sufrir otra vez una de estas tragedias sería una estocada que haría muy difícil que la Argentina se ponga de pie.
Pero sinceramente tomando en cuenta los datos que se vienen conociendo, como el aumento del gasto público en un índice alarmante, la ausencia de inversión extranjera directa, la inflación que al parecer es incontrolable, las ficticias reservas que no llegarían a la mitad de lo que se anuncia, ya que estas se han logrado emitiendo pesos para comprar dólares, sacando estos pesos mediante la emisión de bonos con un interés del 10,5 %, la deuda que tiene la Argentina ronda los 130 mil millones de dólares, una economía subsidiada en gran parte, se ha llegado al extremo de subsidiar el precio de la papa, los precios de las tarifas de los servicios públicos también y son los más bajos de la región y las empresas extranjeras que quieren abandonar el país preanuncian un panorama desalentador por donde se lo quiera ver, es por eso que digo que soy un pesimista justificado, porque no estoy viendo las cosas del lado más desfavorable sino que desde cualquier lado que observe la situación el pronóstico es y será desfavorable.
Confieso que tengo mucho miedo y tristeza al ver lo que ocurre y como se han dejado pasar oportunidades inmejorables como ser la favorable situación de los precios internacionales de nuestras materias primas y la entrada a mercados como China e India que juntos suman 2700 millones de habitantes. No hemos sacado provecho de nada y seguimos en el limbo, con anuncios que no se cumplen y un cada vez más pronunciado desapego por el respeto a la Constitución Nacional y las instituciones de la República. El caos reinante en el país es preocupante, el presidente no deja de ser insultado en su provincia natal donde gobernó más de una década, en Còrdoba también se presenta el caos después del bochornoso acto eleccionario, hay una sensación, palabra ministerial muy usada, de que esta situación se extiende y las protestas son interminables, todos pelean por derechos propios que creen que les han sido conculcados, la justicia bien gracias, también justo es reconocerlo el gobierno alentó estos movimientos en un principio y ahora los mismos agreden a quién primero los fomentó pero este los reprime.
La candidata oficialista proclama el cambio y una mejora en la calidad institucional si ella gana, estoy seguro que tendremos una crisis descomunal en poco tiempo, esto lo dicen muchos pero en voz baja por miedo a ser escuchados, se comenta fuera de micrófono, que en una comida realizada hace unos días uno de los candidatos a presidente de la oposición dijo que supuestamente esto terminaría en 2009. Son opiniones vertidas en un ambiente distendido y sin micrófonos pero cada vez se oye más esta desgraciada versión. Esto ya ha ocurrido, en la última crisis, muchos la anunciaban pero nadie creía, intuian que con la convertibilidad todo se superaría cuando esta ya tenía fecha de defunción.
Mientras tanto la oposición sigue jugando el juego del más lindo, todos se creen los elegidos y los únicos capacitados para sacar a la Nación de esta crisis que llegará, no se cuándo pero llegará y no se dan cuenta ni toman conciencia que si no se juntan y hablan seriamente sobre las políticas de estado a aplicar, como ser una verdadera depuración y renovación de la justicia junto con una eficaz acción que combata la corrupción, una real distribución de la riqueza en favor de los más pobres, una política que de la posibilidad de educarse a los más pobres, una política de salud que no se ocupe de regalar pastillas y preservativos sino que brinde la oportunidad de atenderse en centros dignos a los que no disponen de medios para pagar una empresa de medicina prepaga, una canasta familiar que no sea un insulto para el necesitado sino que con ese dinero realmente se pueda vivir, la Nación caerá otra vez al infierno.
¿Será que por no aprender la lección de 2001 tendremos que soportar otra crisis peor aún dentro de dos años?
No, definitivamente no puedo dejar de ser pesimista.
Alejandro Olmedo Zumarán.
viernes, 14 de septiembre de 2007
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