viernes, 14 de septiembre de 2007

CRISTINA AL GOBIERNO - NÉSTOR AL PODER

Alejandro Sala


Si bien los comunicadores del oficialismo lo niegan, la candidata a la presidencia de la Nación no tiene entidad política propia sino que es una operadora de su marido, que es quien toma las decisiones estratégicas.


El desarrollo de los acontecimientos políticos va orientándose inexorablemente hacia el encumbramiento de la señora Cristina Fernández de Kirchner a la Presidencia de la Nación. Aquellos que teníamos la expectativa de que se constituyera algún proyecto opositor con perspectivas de triunfo vamos ya convenciéndonos de que eso no sucederá. No es del caso analizar ahora las vicisitudes de una oposición tan pusilánime que ni siquiera amerita un análisis demasiado profundo. El hecho central es que Cristina Kirchner será la nueva Presidenta y debemos hacernos cargo de eso y tratar de descifrar hacia qué futuro nos encaminamos bajo este escenario.

Ante todo, hay que dejar en claro que quien gobernará no será Cristina sino Néstor Kirchner. La señora de Kirchner –mal que les pese a algunas feministas- no tiene entidad política propia sino que es una operadora de su marido. Quizá tenga alguna injerencia en ciertos temas marginales pero las decisiones estratégicas no las toma ella sino Néstor Kirchner. Si Cristina Fernández no fuera la esposa de Kirchner, no ocuparía lugar alguno en el escenario político (como tampoco lo ocuparía Hilda González si no fuera la esposa de Eduardo Duhalde). Por supuesto que los comunicadores del kirchnerismo negarán esta obviedad (como niegan los índices de inflación o el déficit energético, por otra parte) y argumentarán que Cristina tiene criterio propio, ideas independientes y vuelo personal. Y como está lleno de tontos que creen estas patrañas, esa será, en definitiva, la verdad oficial. Pero la realidad es otra. Cristina es, en términos políticos, un simple testaferro de Néstor Kirchner. Ese es el punto de partida de nuestro análisis. Lo demás es “cháchara”.

¿Por qué Kirchner eligió poner a su esposa como candidata en lugar de postularse él mismo? Algunos sostienen que, de ese modo, Néstor podrá volver a ser candidato en 2011 y así eternizarse en el poder. Pero este análisis implica subestimar a Kirchner. El Presidente sabe mejor que nadie que la política es demasiado volátil como para hacer planes a tan largo plazo. Esa perspectiva, la de retornar a ocupar activamente la presidencia en 2011, quizá esté presente en el pensamiento de Néstor Kirchner pero difícilmente sea el factor determinante de su decisión. Hay otras cuestiones por considerar.

Si echamos una mirada sobre el rumbo que el país viene trayendo, resulta evidente que, si no se introducen rectificaciones, nos encaminamos hacia una crisis grave. Para evitar que esa crisis se desencadene, es necesario tomar decisiones que, para los seguidores más ortodoxos del kirchnerismo, son inaceptables. El kirchnerismo está, entonces, ante el dilema de pagar el costo político de tomar decisiones impopulares para que la crisis no estalle o exponerse a lo que esa crisis implica. Sin dudas, el costo político de evitar la crisis sería menor que dejar que la crisis se desencadene. Kirchner –que más allá de la poca simpatía que inspira a quienes observamos la realidad desde un enfoque liberal es un político hábil- tiene claro que deberá tomar medidas impopulares después de las elecciones o, de lo contrario, tener el helicóptero preparado en la terraza de la Casa Rosada. Esta es la razón por la cual “manda al frente” a su esposa...

Algunos analistas políticos han señalado ya que el encumbramiento de Cristina implica un sutil giro hacia la derecha. En alguna medida, las presentaciones de la esposa de Kichner durante la campaña corroboran este perfil. Obsérvese que, a lo largo de sus discursos, ha evitado las expresiones agresivas y provocativas tan características de su marido... Esto, evidentemente, no es casual, responde a una estrategia política. Néstor Kirchner se ha dado cuenta de que debe aplicar racionalidad en cuanto a la política económica y, para no sufrir un desgaste personal, sitúa a su esposa en el primer plano, de modo que el costo político no lo afecte personalmente, a fin de resguardarse para, llegado el caso, volver a “girar a la izquierda” en una etapa posterior, eventualmente en 2011...

El tiempo pondrá en evidencia si este análisis es acertado o erróneo pero existen motivos para tornarlo, al menos, verosímil. Kirchner es un político demasiado hábil como para no percatarse de que, si sigue en la misma línea en la que está actualmente, se encamina hacia el caos pero también sabe que debe preservar su capital político porque, de lo contrario, perderá el poder. El encumbramiento de su señora esposa a la Presidencia de la Nación (un ejemplo de marido; ¿quién le hace semejante regalo a su mujer?) es una maniobra para combinar ese cambio de rumbo con la preservación de su capital político, dos objetivos, a priori, incompatibles.

Esto, la utilización de las esposas como instrumentos políticos, forma parte de la más rancia tradición peronista, desde el General y Evita en adelante y hay innumerables casos, en particular, en provincias y municipios. Está en duda cómo resulta este experimento. Si Cristina resulta un medio idóneo para contener las presiones para que se apliquen políticas populistas, no lograremos que la economía despegue con bases sustentables en el largo plazo (tampoco soñemos utopías) pero al menos quizá sea posible evitar la crisis cuyo advenimiento sería inexorable si no hay rectificaciones significativas pero impopulares. Que esas rectificaciones se concreten o no bajo la Presidencia de la esposa de Kirchner es una cuestión que quedará aclarada seguramente en el curso del año 2008. © www.economiaparatodos.com.ar

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