viernes, 1 de mayo de 2009

REFLEXIONES





Fundación Atlas 1853 - 01-May-09 - Actualidad

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Reflexiones antes de las elecciones

por Guillermo Lascano Quintana


Un inteligente amigo, cuya opinión respeto, criticó una nota de mi autoría (El Reino del Disparate, publicada en www.notiar.com.ar, el 16 de abril ppdo.)(*) por su contenido pesimista y enumerativo sólo de calamidades. Días después me dijo que lo que le molestaba de lo escrito por mi era su similitud con el discurso político de Kichner pronunciado en campaña electoral, no por su contenido sino por su carácter; es decir proselitista, lo que implica superficialidad, apelación a las emociones y no al razonamiento, recurrencia a lugares comunes, etc.

Tomando nota de tal crítica analizaré, ahora del modo menos "electoralista" posible, la situación que se crea antes de las elecciones del 28 de junio y sus ulterioridades.

Aunque todavía falta bastante tiempo y los imprevistos son frecuentes en nuestra vida política, parece que las fuerzas en pugna con posibilidades mayores, son el oficialismo (Kirchner y aliados), el peronismo disidente y aliados (PJ y Pro) y la alianza de la UCR, Coalición Cívica y el Socialismo de Santa Fe. Las posibilidades a las que me refiero significan en términos porcentuales un tercio para cada uno de los conglomerados políticos señalados.

Si estos resultados se concretan, mas allá de las interpretaciones que se hagan sobre ellos, lo cierto será que el oficialismo habrá perdido la primacía que tuvo en la elección presidencial de 2007 con la consecuente disminución de sus legisladores, cuando falten poco mas de dos años para que se cumpla el mandato comenzado en aquélla oportunidad. Surgirán o se consolidarán, nuevos líderes (Reutemann, Carrió, Cobos, Macri, Solá, de Narváez), quienes se prepararán para las elecciones de 2011.

Una primera lectura de ese eventual resultado es que las dificultades derivadas de la situación económica interna, más las que se están sumando de la crisis mundial, dificultarán la gestión gubernamental. Esa lectura supone que la oposición, que será mayoría, actuará del mismo modo intolerante y confrontativo que caracterizó al gobierno de Kirchner y al de su esposa hasta ahora. Esa conducta, sin embargo, debería ser otra. Frente a la gravedad de la situación, tanto los opositores como el gobierno, deberían aunar esfuerzos para salir del atolladero. Así debe actuarse cuando el peligro acecha al conjunto social argentino, sobre todo a la luz de nuestra historia reciente, que se ha caracterizado por el enfrentamiento casi suicida entre posiciones encontradas, que siempre nos ha llevado a situaciones peores. Una nueva espiral en tal dirección tornaría en ilusión perdida la posibilidad de un futuro mejor, que es posible si decidimos convivir razonablemente y llevar a cabo políticas de Estado acordes con las que se desarrollan el mundo civilizado.

Lo conveniente sería, entonces, que tanto el gobierno, como la oposición - pero especialmente esta última - se comprometieran a cumplir con los roles que a cada uno le competen. Tal vez con un pacto sobre acuerdos mínimos respecto de las formas de ejercer sus responsabilidades con estricto apego a las normas constitucionales, que implican el respeto irrestricto de la división de poderes, de los derechos y garantías fundamentales; y la inclusión de compromisos sobre los aspectos más acuciantes de la situación vigente (marginalidad social, inseguridad, tributación y gasto público). Ello además de impulsar, sin cortapisas, el crecimiento de los sectores más productivos de la Nación (vg. el agropecuario)

En nuestro sistema institucional los titulares del Poder Ejecutivo se renuevan cada cuatro años. Las elecciones intermedias no deben tener el efecto que tienen en regímenes parlamentarios, en donde la derrota del gobierno importa su reemplazo. Esto hay que tenerlo bien presente para no confundirse ni sacar conclusiones equivocadas.

Estaremos pues en una etapa en la que tendremos la oportunidad de mejorar nuestras conductas cívicas o repetir viejos vicios. Se podrá argumentar que el gobierno ha desechado, sistemáticamente, cualquier discusión destinada a lograr acuerdos mínimos en el sentido indicado. Contesto que sólo si lo hacemos podremos superar los graves desafíos inmediatos y prepararnos para un porvenir venturoso. De lo contrario agravaremos el deterioro hoy vigente.

Aquellos acuerdos deberán constituir un pacto de honor, que implicará compromisos exigibles a todos los firmantes, tanto dirigentes políticos, como sociales, sindicales, empresarios, de la cultura, etc.

Esto se ha logrado, explícita o implícitamente, en muchos países, que a partir de esos compromisos asumen conductas mas civilizadas.

(*) En nuestro caso esa nota fue publicada el 30-Abr-09, tomada de "La Nueva Provincia".

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