martes, 15 de septiembre de 2009

CAPACES DE CUALQUIER COSA


“SON CAPACES DE CUALQUIER COSA”

Por el Lic. Gustavo Adolfo Bunse

Algún día, esta gente va a allanar el Hospital de Niños con la Gendarmería Nacional, porque los internados se portaron mal.

Total… después habrá tiempo para decir que fue un complot.

Para este gobierno, ningún hecho está establecido con mayor firmeza que el de la mentira, acaso como una enorme necesidad fisiológica.

Un mandato malsano desde las entrañas, que es algo así como un secreto cargo imperioso de sus terribles circunstancias y de su mundo de fantasía.

El operativo de la AFIP (de 189 personas) a 12 lugares simultáneos que se vinculaban con el Grupo Clarín, no fue, ni por asomos, algo menor.

Algo de semejante estrépito y de tal nivel de movilización sin que haya un funcionario con su cabeza rodando por las escalinatas de la casa rosada, ni se concibe en el mundo, ni puede aceptarse sin que haya consecuencias ulteriores gravísimas para la seguridad jurídica de una República.

Sería por ejemplo, como si Nilda Garré enviara tropas a invadir Chile de noche. Y cuando Michelle Bachelet la llamara a la mandataria argentina para preguntarle si se desayunó con líquido de freno, le contesten que en verdad alguien quiere desprestigiar al gobierno del matrimonio y que por eso las tropas se metieron por la frontera.

Que fue una jugarreta de alguien y que hagan de cuenta que no pasó nada

En verdad, viendo todo en perspectiva, no es en absoluto difícil que esto ocurra de este modo… o quizás incluso, que inventen algo peor.

Tarados mentales e inútiles son perfiles coexistentes muy habituales en la fauna del oficialismo. Una combinación explosiva que los hace mucho más peligrosos para la República, cuanto mayor tiempo permanezcan con el bastón de mando en la alcoba.

Tienen la triste deducción de que la mentira es, seguramente, una virtud.

Y que, la desmesura, es el mejor vehículo para ponerla en práctica.

Y allí… les queda sobreentendido que ninguna virtud puede alcanzar su utilidad más alta si no se la cultiva con cuidado y diligencia.

Si por ellos fuera, la mentira debería ser enseñada en las escuelas públicas y en las universidades con cursos especiales del Frente para la Victoria.

Torpes, inoperantes y barrocos, saben construir y diseñar solamente la clásica mentira del imbécil o del dipsómano. Otra no.

Sin la menor elegancia, el Ministro de Justicia es capaz de anunciar una huelga de hambre con sus bigotes llenos de migas de pan.

Un niño de tres años se daría cuenta que acá, todos los días se cocina en Olivos algún libreto de la dramaturgia más loca de William Shakespeare.

Es evidente que tienen un coágulo en la cabeza.

Si alguien de “afuera” o desde “abajo” le puede armar un zafarrancho semejante al Jefe máximo de un organismo de control fiscal con poderes tan omnímodos e inapelables que hasta cuenta con la ventaja de la inversión de la carga de la prueba, entonces estamos en manos de una caterva de descerebrados que nos pone a todos los habitantes en estado de absoluta indefensión. Y lo más razonable… sería que huir de aquí.

Es de tal grado el nivel de inconsciencia acerca de la gravedad de este tipo de hechos que hasta les parece normal brindar excusas públicas por el supuesto error, sin entrar en mayores detalles que inventar un complot.

Alguien… más vivo que ellos… que les usa sus propias armas, se las saca de las manos y… sale a matar con ellas en nombre del poder.

Están verdaderamente… dados vuelta.

No es nada fácil calcular la cantidad de información que nos ocultan en palacio. Seguramente debe ser una magnitud que se halla en relación proporcional directa con la información que nos mienten.

Y por una razón de simple incapacidad para la distorsión de la verdad, es decir, por el sencillo motivo de que se trata de una verdadera asociación de partisanos de la administración: por cada falsedad que nos disparan, debe haber no menos de una docena de ocultamientos que mandan a la cripta .

Conste que, el hecho de callar, para este elenco de fingidores de la virtud, es un pecado que ellos califican como la simple postergación de una verdad. No ocultan: sólo se demoran un poco en hablar.

Y por otro lado, ella, sigue creyendo como un dogma, en las fórmulas populistas y clientelistas mágicas de su esposo,

Eso significa que hay que decir 3 o 4 discursos por semana, con cualquier excusa que se presente.

Y este par de farsantes, como unos perfectos mercaderes de la infamia y de la deshonra han logrado justamente eso:

Que todos sin excepción, por la calle y en todo sitio, estén convencidos de que se viene un desastre.

¿Pero que puede esperarse si los tipos que les financiaron las campañas electorales son narcotraficantes y autores de una masacre oncológica de una magnitud aún ignorada?

¿Qué se puede prefigurar si el único organismo que embarga, condena, clausura y avasalla sin la aquiescencia judicial, se mueve sin control y sin medida y trepana alegremente la puerta de un diario, el atrio de una iglesia o el dormitorio de un jubilado?

¿Cuando imaginó Stalin que sería menos que el Pato Donald?

Pero aquí hay algo mucho más grave que no se ha dicho todavía:

El grupo mayor de inspectores, comandado por el señor Algarbes, quien aún sigue en funciones lo más campante, así como todo el resto de los pelotones fiscales, contaban, para el caso de que no se les franqueara el paso en alguno de los lugares de visita, con las respectivas órdenes de allanamiento para usar la fuerza pública y pasar por arriba de cualquier portón que osara permanecer cerrado más de cinco minutos.

Y algo mucho más insólito y temible aún:

Para este tipo de operativos en los que intervienen mas de 20 personas, la rutina reglamentaria impone al menos 2 (dos) reuniones de coordinación en el Salón Auditorio de la AFIP, ubicado en la calle Bernardo de Irigoyen 474 Piso 12, Capital Federal, lugar en el que se establecen los medios de comunicación a usar, temperamentos de abordaje, documentación a relevar, modos del relevamiento, distribución de las áreas de abordaje, casos de reluctancia y modos de consolidación de la información a reunir.

Así que, vale la pena suponer que… sin ninguna duda… quienes nos dirigen, son capaces de cualquier cosa.

Mucha gente, frente a este tipo de graves desmesuras, violatorias de las más elementales libertades, empieza a convencerse del olor a catástrofe.

Y la convicción, se difunde como rayo.

Por un lado es porque nadie les cree… ni siquiera lo que respiran.

Por otro lado, resulta razonable sospechar que, para hacer esta clase de estragos en el uso del poder… tienen que estar muy mal de la cabeza.

O, como los despenalizaron… fuman.

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