viernes, 15 de enero de 2010

FEROCIDAD


EL PJ ENTRÓ DE LLENO EN LA ERA DE LA FEROCIDAD



El peronismo se encuentra muy convulsionado y las diferencias entre cada uno de los máximos referentes son cada vez más evidentes. Por qué el PJ no ha podido mantener el concepto de “movimiento nacional”, y las internas que desgastan al principal partido argentino de cara al 2011 (*)



La política argentina ha dejado de tener el tinte eminentemente social que tuvo en un período de nuestra historia, para pasar a ser un simple enjambre de voluntades que no reúnen a más de 5.000 personas si no es pagándoles y llevándolos como comúnmente se denomina, a las “rastras”. Dejaron de tener peso las ideas, para pasar a predominar los nombres, cayendo en lo que se conoce como “país bananero”.



Dentro del abanico político nacional, el partido que sin ningún lugar a dudas se lleva todas las miradas, es el Justicialismo, que a más 60 años de su creación, sigue siendo el que tiene todas las de ganar, principalmente por ser el que mayor cantidad de dirigentes con vocación de poder ha sacado desde su creación.



En el interior del PJ, las palabras más escuchadas son sin duda en los últimos tiempos los gruesos epítetos con los que los distintos sectores que lo componen se califican unos a otros, dejando al peronismo en una especie de acefalía interna, ya que los autodenominados líderes del movimiento fundado por Juan Perón, son muchas veces más que los propios militantes del PJ.



Brutalidad, crueldad, barbarismo, fiereza, violencia, inhumanidad, salvajismo, son algunas de las cualidades que engloban el adjetivo de ferocidad. Esta etapa de “ferocidad” comenzó a vivirse dentro del peronismo, hoy circunscripto en el PJ y algunos sectores sindicales.



Distinto de las reacciones de la mayoría de comportamientos de los partidos políticos, incluso del propio “pejotismo”, las internas reflejan las marcas del paso de los acontecimientos. Para dar un ejemplo sencillo y claro, en estos momentos son contadas las internas que puede haber dentro del radicalismo, ya que una vez solucionado el diferendo en una elección, se acabó la pelea y más de algunos intercambios de malas palabras o alguna escena de pugilato, la cosa no trasciende a mayores.



En cambio, en el peronismo la cosa es diametralmente opuesta, ya el mero hecho de nacer como un “movimiento nacional” y no como partido político, derivó en una permanente vocación de construcción de poder a lo largo de toda su existencia. Luego de la muerte del General Perón y con el advenimiento de la democracia en 1983, se privilegió en gran parte el comportamiento de partido y por ende sus acciones fueron similares al de cualquiera de ellos, con el agravante de que los defectos fueron mayores a las virtudes que muchos partidos políticos poseen.



Bajo cualquiera de los paraguas esgrimidos con anterioridad, ya sea como “movimiento nacional” o como ”partido político”, el peronismo nunca dejó de construir poder, por ello con el fracaso estrepitoso que marcan las encuestas sobre los dirigentes y partidos, al peronismo le llegó la hora de la pelea por la conducción, y las últimas acciones de Néstor Kirchner como el ideólogo de ir por todo, llevando el caballo de Troya de los DNU, se topó con una muralla que va desde el presidente del Banco Central de la República Argentina , Martín Redrado, pasando por la jueza Sarmiento y terminando con el Senado de la Nación.



Esta jugada del oficialismo dejó en una situación de no retorno a los intereses encontrados, ya que nadie sabrá todavía por qué el santacruceño decidió obrar de esta manera. Quedaron lejos las palabras diálogo y consenso que tanto se proponía desde la acción del ministro Randazzo; lisa y llanamente dinamitó todo vestigio de diálogo y las consecuencias están a la vista, por eso desde este portal se hizo notar la semana pasada que de no mediar algo de sentido común, se comenzaría a “jugar el tiempo de descuento”.



Como dice el senador cordobés Luís Juez, “¿alguien vio un pingüino retroceder?”, ante eso, el grueso de dirigentes peronistas con representación se fregaron las manos y comenzaron la etapa de “ferocidad”. Con esto queremos decir que adentro de este adjetivo cohabita el revanchismo, el rencor, hasta odio si se quiere, pero lo cierto es que el peronismo comenzó un período que habrá que mirar con mucho cuidado para evitar que la sociedad no sea presa del enfrentamiento que se avecina.



No son pocos los dirigentes justicialistas que desde el 2003 esperaban este momento, por eso es que dentro del propio partido muchos tratan de hacer hincapié que lo más importante en este momento es poner en funcionamiento el país y no la sed de revanchismo, más allá que no son poco los sectores que quedaron dolidos por las ofensas e ingratitudes del matrimonio presidencial, que primero utilizó la plataforma del PJ para acceder al poder de la mano de Eduardo Duhalde, para luego fabricar la transversalidad y por un tiempo dejaron de lado a los que habían ayudado a llevarlos a la cima de lo más alto del poder.



Estos mismos dirigentes, viendo que el kirchnerismo no crecía en número, debieron dejar a la vera del camino a estos sectores progresistas y de buenas a primeras volvieron a utilizar el PJ como base de operaciones, siempre con la ingratitud y el desprecio como vaso comunicante. Cero afecto, cero política de estado, las palabras “caja”, “micros”, “actos relámpago”, o la “utilización de la tarima” donde sea y en cualquier acto, sea la Casa Rosada o la inauguración de tres cuadras de asfalto, ya sean como sucedió el año pasado tres cuadras de asfalto en la ciudad de Berazategui, dejaron al gobierno nacional con la imagen por el suelo, con casi nulas posibilidades de levantar vuelo.



Días aciagos le esperan a la Argentina si esta etapa es mero revanchismo. Hasta ahora, es de reconocer una gran mesura de parte de la mayoría de los dirigentes opositores, ya sea Elisa Carrió o Ricardo Alfonsín, que tratan de llevar el tratamiento de los DNU al Congreso con la nueva relación de fuerzas donde el oficialismo ya no tiene mayoría, por lo que la negociación y el consenso se hacen inevitables.



Si se puede en el medio no contestar las provocaciones que emiten hora a hora tanto la Presidenta como algunos de sus Ministros, en especial el jefe de Gabinete Aníbal Fernández, la sociedad transitará este período con mucha preocupación y temor, pero a su vez tendrá una luz al final del túnel que no será precisamente un tren marchando de frente.

(*) Crónica y Análisis publica el presente artículo por gentileza de la Agencia CNA.

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