lunes, 12 de diciembre de 2011

CRISTINA KIRCHNER Y EL NEPOTISMO COMO DEGRADACION DE LA DEMOCRACIA




He presenciado, con gran asombro, la jura de nuestra Señora Presidente Cristina Fernández de Kirchner el pasado 10 de diciembre; y en particular, la osadía y el irrespeto a la ley de nuestros políticos, que cada día son más impunes y tienen menos miedo a practicar con descaro la corrupción y el nepotismo.
Pareciera ser que gracias a nuestra anestesia ciudadana no se nos ha movido un pelo al ver, casi con gracia y justificación, la entrega de la banda presidencial de manos de su propia hija (Florencia Kirchner)…¿?...,ante la mirada atenta de su hermano (Máximo Kirchner) “jefe” de La Cámpora y custodio celoso de los negocios familiares, quienes solo exhiben el mérito de la cercanía familiar y afecto de quien será nuestro gobernante por un nuevo período presidencial. Cabe recordar, también, que Cristina, si bien proviene del ámbito político, y hasta podría destacar su incuestionable idoneidad y experiencia, fuera candidata en el 2007 de la mano de su propio marido (Néstor Kirchner) ya que en el escenario de aquel momento no hubiera prosperado su precandidatura dentro del peronismo si ésta no hubiera sido “a dedo”.
En la misma sintonía, no es un dato menor la permanente actitud de nuestros “representantes”, en todos los niveles de gobierno, de nombrar familiares y/o amigos, que con escasa o nula idoneidad y trayectoria, y violando la igualdad de oportunidades, se arrogan como única virtud la “lealtad de sangre” y la obsecuencia desmedida que los transforma en sumisos e incondicionales, aún vulnerando su propia autonomía a cambio de dádivas a veces suculentas.
Y me pregunté ¿cuál es el origen de este nepotismo actual en Argentina?
La respuesta es simple: los partidos políticos, como la peor de las escuelas donde se deforma la buena política. Porque son organizaciones verticales, autoritarias, para nada democráticas, más interesados en controlar el poder que en la defensa del bien común, dominados por el servilismo y la sumisión del poder e incapaces de debatir en libertad.
Por ende es lógico pensar que cuando estos políticos, que fueron formados en fábricas de mediocres y autócratas ganan elecciones, se olviden que la democracia requiere transparencia y participación, con valores, ética e idoneidad.
Por eso se hace imposible gestionar, con eficacia y dignidad, un sistema que desconocen y que nunca han practicado en su origen –los partidos políticos- y es así cuando brotan los vicios, lo opaco, lo mediocre, donde los mejores siempre pierden ante los más constantes y los inteligentes son derrotados por conspiradores y maniobreros.
Tenemos los representantes que nos parecemos (y no que nos merecemos); y será cuestión de, nosotros, como sociedad hacer una autocrítica y actuar en consecuencia, porque si seguimos así quedaremos atrapados en un camino hacia una degradación de muy difícil retorno.
Pero, si somos mejores, ellos también lo serán.
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MÓNICA BARANI MONTES
Para “Más Mujeres en Política”
www.monicabaranimontes.com

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