domingo, 11 de diciembre de 2011
TRIBUNAL CELESTIAL
Argentina en el mundo -Cristina Fernández asciende al tribunal celestial a su marido en su investidura presidencial Por Carmen de Carlos
«Que Dios, la patria y él me lo demanden», proclama la presidenta argentina, aludiendo al fallecido Néstor Kirchner y alterando así la fórmula constitucional. Miles de simpatizantes colapsan Buenos Aires
El divorcio de Cristina Kirchner y su vicepresidente marca la investidura argentina Cristina Fernández de Kirchner, de 58 años, ha protagonizado, como estaba previsto, su segunda ceremonia de investidura arropada por la mayoría que tiene en el Parlamento.
Cómo en una crónica anunciada, los jóvenes peronistas se agolparon dentro y fuera del Congreso para jalearla. Como indica la Constitución, la primera mujer presidenta de Argentina, -por el voto popular y la única en ser reelecta-, juró su cargo «por Dios, la patria y los Santos Evangelios». Y, como difícilmente alguien pudo imaginar, «ella» incorporó al tribunal celestial a su difunto marido, Néstor Kirchner. Lo hizo al redondear la fórmula constitucional y proclamar: «Si así no lo hiciera [cumplir su misión] que Dios, la patria y él [el fallecido] me lo demanden». El primer presidente iberoamericano que modificó la letra constitucional durante su investidura fue Hugo Chávez en 1999, al jurar sobre «esta moribunda Constitución» que reformó posteriormente.
Entre el folclore que suele caracterizar las intervenciones de la presidenta de Argentina y el mensaje de ratificación de rumbo de su Gobierno, «nacional, popular y tremendamente democrático», Cristina Fernández, reivindicó los ocho años de kirchnerismo en el poder, anunció una super secretaría de comercio, ironizó sobre la crisis global se los países desarrollados, -«casi un espejo de la Argentina del 2001», dijo- atizó a la prensa crítica y marcó distancias con el sindicalismo, posiblemente, su mayor adversario en estos próximos cuatro años de legislatura que le quedan. El 2015 será, salvo reforma de la Constitución, la fecha de vencimiento de la hegemonía de apellido Kirchner en el poder.
Lo sucedido hoy en el Parlamento argentino tiene dos versiones. La frívola que podría ir en la sección de espectáculos y la política, adjudicada sin duda a la de Internacional. En la primera, las escenas destacadas se resumen: Florencia Kirchner, hija de la presidenta, le coloca, sin tener atribuciones, la banda presidencial a su madre; al vicepresidente saliente, Julio Cobos, le abuchean y silban; se canta la marcha peronista en el hemiciclo donde lloverán papeles celeste y blanco (los colores de la bandera) y, por último, Cristina Fernández insiste en mencionar en el discurso de investidura a su difunto esposo. Lo hace como «él» y «ese hombre». En la calle, baño de multitudes y mucho golpe de puño en el corazón.
«Al ritmo de China»
En el terreno de las novedades políticas la presidenta lanzó una advertencia a la poderosa CGT (Confederación General del Trabajo), hoy por hoy, el único movimiento con capacidad para complicarle su gestión futura. «Derecho a la huelga, no de chantaje ni de extorsión», proclamó, dirigiéndose sin nombrarle al líder sindical Hugo Moyano. A lo largo de su intervención, de una hora larga, la presidenta contó «los números» que favorecen a Argentina, un país que «crece al ritmo de China» pero insiste en conservar una Ley de Emergencia Económica desde el crack del 2001.
Asimismo, anunció la creación de la Secretaria de Comercio Exterior con competencias que hasta ahora tenían otros Ministerios como el de Economía, Planificación y Exteriores. Aunque no se conoce quién estará al frente de este Departamento, todos los indicios apuntan a que será Guillermo Moreno, secretario de Comercio Interior famoso por colocar una pistola sobre la mesa al recibir empresarios o por repartir guantes de boxeo entre accionistas de Papel Prensa, sociedad mixta del Estado con el grupo Clarín y el diario «La Nación».
A estos, también les mandó un mensaje la reelecta presidenta. «Leer la prensa es un ejercicio de militancia», dijo antes de pedir que se apruebe un proyecto de ley que redundaría en la expropiación de esa empresa a los mencionados periódicos críticos.
Sin «activos tóxicos»
Como es tradicional en sus intervenciones con presencia extranjera, Cristina Fernández hizo una acalorada defensa del resurgir de Argentina tras el crack del 2001 y se despachó con los países desarrollados y los organismos financieros internacionales que le niegan crédito al país hasta que no salde su deuda con el Club de París. «Pudimos hacerlo –salir de la crisis– fuera del mercado de capitales. Con el mundo en contra». Y, gracias a eso, presumió, Argentina no tiene «activos tóxicos». En la misma línea denunció haber sido victima de «cinco corridas cambiarias [estámpida de divisas]» provocadas para «obligranos a devaluar».
Para cerrar el cuadro, algunas frases de «ella» sobre su gestión, la pasada y la futura: «Nuestro desafió es mejorar la competitividad», «No soy la presidenta de las corporaciones [empresas, bancos], soy la presidenta de cuarenta millones de argentinos» y «los bancos son una parte fundamental pero no pueden ser el fundamento de la economía».
Fuente: ABC (España)
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