jueves, 23 de abril de 2009
SOBERBIA Y VANIDOSA
Una mujer soberbia y vanidosa
Autor: Carlos Berro Madero
“La exageración de la soberbia, no siempre se presenta con un mismo carácter. En las personas de temple fuerte y entendimiento sagaz, es orgullo, EN LOS FLOJOS Y POCO AVISADOS, ES VANIDAD. Saborearse en la alabanza y mostrar desdén hacia ella; proponerse por objeto principal el placer de la gloria y aparentar que no se piensa en ésta, es demasiado fingir para que a través de los más tupidos velos no se descubra la verdad”.
-Jaime Balmes
Antes de viajar a la Cumbre de las Américas, Cristina Kirchner desarrolló nuevamente su inocultable vanidad al decir que las críticas que recibe del periodismo se refieren siempre a su aspecto físico y su atuendo.
Claro, cuando se sale de un dormitorio con sábanas de algodón fino, y se pasa de un invernadero con vistas hacia un jardín florido y luego a un helicóptero, para tomar contacto con la realidad por un rato, debe ser muy difícil tener pensamientos claros.
No es que estemos preocupados especialmente por sus carteras de 2.500 dólares, sus juveniles extensiones capilares, sus zapatos “stilettos” multicolores y sus abanicos dieciochescos. Que le aprovechen, si los disfruta. Nos sobrecoge que no haya comprendido que no tiene las más mínimas condiciones para ejercer su cargo.
Sus “actuaciones” aquí y en el resto del mundo provocan asombro, y cada vez que habla y gesticula revoleando sus ojos a diestra y siniestra, genera un rechazo instintivo.
A pesar de todo, insiste con sus discursos seudo-intelectuales, dirigidos para enfrentar a un público constituido aquí por los pobres (que no la entienden) -a los que tanto ella como su marido condenaron a peor suerte-, y sus aliados “progresistas” que ven llegar hoy los efectos de la crisis nacional a la orilla de sus zapatos.
Mientras tanto, en Trinidad Tobago perdió una buena oportunidad para hacer un discurso a tono con las circunstancias, insistiendo en la integración continental y la necesidad de planificar el futuro con medidas inteligentes e inclusivas.
Lo único que se le ocurrió –una vez más-, fue remontarse nuevamente al pasado, criticando a los organismos multilaterales (una muletilla que harta por lo reiterada), y urgiendo –con tono manifiestamente mendicante-, que el Banco Mundial y el FMI le presten a los países que necesiten “ayuda”. Una lamentable forma de “pasar la gorra” públicamente en nombre de nuestro país.
Querríamos hacerle saber que no nos afecta mayormente que se ponga un penacho sobre la frente, si lo considera elegante y de su gusto. Nos llena de estupor que pretenda seguir fingiendo frente a la ciudadanía que sabe adónde va, mientras dirige discursos casi ofensivos para la inteligencia.
En privado, quienes la han tratado no saben cómo hacer para tratar de rescatarla. Solamente el hecho de que Argentina tenga –a pesar de ella-, un pasado de país protagonista dentro de América Latina (por extensión y riquezas naturales), permite que le toleren sus aires de emperatriz decadente.
Se está terminando su falacia “redistribucionista” (¡qué palabra complicada y pretenciosa!): no hay más soja de 600 dólares la tonelada, ni el mundo navega en la abundancia. Si no fuera por el dinero que con su marido “succionan” de las cajas de organismos públicos para financiarse (10.000 millones de pesos en lo que va de este año solamente), ya estaríamos posiblemente en bancarrota.
El Anses sigue “distribuyendo” los fondos de las AFJP sin control alguno. El organismo de control exigido por la ley, brilla por su ausencia.
Mientras tanto, han destruido con Néstor todo lo que tuvieron a su alcance, pretendiendo hacernos creer que estábamos “progresando”, mientras concentraban el poder y el dinero de la caja del Estado en su mano, para someter a gobernadores e intendentes de todo el país sin rendir cuentas a nadie.
En realidad, de alguna manera “progresamos”: creció la inflación, se destruyeron las instituciones, se deformaron las estadísticas públicas, aumentó la corrupción, se subsidió el “crecimiento” de las empresas amigas. Se entronizó el soborno. Se subordinó a la justicia. Se vació al Poder Legislativo.
¿Qué más podríamos agregar a este listado?
Decididamente, creemos que resulta imperioso propinarle una paliza electoral al Frente para la Victoria. Ese movimiento heterogéneo que reúne en un mismo universo la vanidad presidencial, con la cara abotagada de la iracunda Sandra Mendoza y los discursos panfletarios de la rolliza Hebe Bonafini. Las obsecuentes declaraciones de Díaz Bancalari, con las peroratas soporíferas de Capitanich y Massa y los pensamientos monosilábicos del ex motonauta y actual Gobernador-empleado de Néstor en la Provincia de Buenos Aires.
No queda mucho más por decir ni hacer al respecto.
Cristina no tiene ningún derecho de pedirle planes alternativos a la oposición como ha expresado recientemente con sarcasmo. No existe ningún sentido en dárselos a esta altura de los acontecimientos. Los enviaría al Congreso...y los sometería de inmediato a la falta de quórum con que se castiga allí a los que piensan de manera diversa.
Dichos planes por otra parte, podrían resumirse casi en uno solo: recomenzar desde el principio, haciendo todo de manera totalmente diferente. Ello constituiría con seguridad absoluta un buen punto de partida.
Infortunadamente, tendremos que hacerlo cuando los Kirchner hayan desaparecido del escenario público.
Mientras les toque gobernar, tendrán que “tragarse los sapos” de su ineficiencia, ya que a nadie pueden reclamarle el haberse complotado contra su gestión: tuvieron en su momento los votos de una gran cantidad de ciudadanos que creyeron –ingenuamente-, en ellos.
Es la realidad la que se los está llevando puestos. Como ridículos inventores de un nuevo “mecano” auto ensamblado, forcejean a diario torpemente con piezas encerradas en cajas que dicen con toda claridad: “esta cara para arriba” y “no unir las piezas rojas con las azules”.
El falso plebiscito electoral que pretenden montar parece estar resuelto: según las encuestas, nadie los quiere y todos se preguntan con preocupación cómo haremos para reconstruir la república humillada.
Creemos que hay una única propuesta para hacerles a los Kirchner: sería interesante que Cristina, para seguir con el circo montado por su marido, se presentara como candidata a diputada “testimonial” y renunciara simultáneamente a la Presidencia, dejando el sillón de Rivadavia a Julio Cobos.
Y nos librara de esa manera “del mejor gobierno de los últimos 200 años” (Néstor dixit).
carlosberro@arnet.com.ar
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