martes, 26 de mayo de 2009

DESCUBRIENDO EL MODELO

Descubriendo el modelo.
http://pydautentica-archivo.blogspot.com/2009/05/descubriendo-el-modelo.html .

por Jorge Enríquez.
El autor es abogado y periodista.

¿Alguien sabe qué es el modelo? ¿Es una doctrina, una compleja ideología política?
¿Fue alumbrado, para nuestro orgullo, en la Argentina, como el colectivo, la birome o el dulce de leche?.


Los Kirchner nos hablan constantemente del "modelo".

Más aún, el presidente “de facto” confesó hace pocos días, en una de sus cotidianas incursiones suburbanas --menos poéticas que las que inmortalizara Homero Manzi en "Sur", aunque si el 28 de junio se da vuelta la taba nadie le podrá garantizar en los años venideros una marcha sin querellas--, que jamás se le había pasado por la cabeza ser diputado, pero que debía ofrendar ese sacrificio en el altar del modelo, aunque no lo dijo exactamente con esas palabras.

El año pasado, en medio del agudo conflicto con el campo, la presidenta llegó a hacer una especie de promesa o juramento "por la patria y el modelo", lo que equivalía poco menos que considerar apátridas a quienes no comulgaran con el famoso modelo.

Pero, ¿alguien sabe qué es el modelo? ¿Es una doctrina, una compleja ideología política? ¿Fue alumbrado, para nuestro orgullo, en la Argentina, como el colectivo, la birome o el dulce de leche?

El término "modelo" tiene diversas acepciones, pero en el uso que le dan los Kirchner pareciera aludir a unos postulados teóricos altamente elaborados que darían sentido y coherencia a todas las medidas de gobierno.
Si es así, cuesta encontrar cuáles son esos preceptos esenciales. Mejor dicho, es muy fácil, pero evidentemente los señores del Calafate pretenden que se crea otra cosa.

Ellos hablan de un modelo de acumulación solidaria o algo por el estilo.
A veces complican la expresión, cuando recitan algún jeroglífico de los pseudo-intelectuales de la Carta Abierta, y agregan "matriz" y otras palabras que no conocen muy bien pero que suenan difíciles y, como a Cristina le gustan esos términos, los recita con fruición.
Así, finalmente para describir el sistema imperante en el país, desembocaron en la expresión “modelo de acumulación con matriz diversificada e inclusión social”, un verdadero galimatías.

Pero, en verdad, no hay nada de eso.
El crecimiento económico comenzó a mediados de 2002, mucho antes de que asumiera Kirchner la presidencia, y se explica fundamentalmente por el contexto económico excepcional que vivió el mundo durante varios años, con altos precios de las materias primas y bajas tasas de interés. En ese marco, toda América Latina creció sostenidamente, hasta la devastada Haití.

Por otro lado, el tipo de cambio alto --que ya se licuó-- fue establecido por Duhalde. En aquel momento los Kirchner defendían el 1 a 1, lo que no es de extrañar dado su íntima vinculación a esas políticas de los años 90 que luego se dedicaron a recordar como dictadas por el propio Satanás.

Pero hay, sí, un modelo. Y, ciertamente, es un modelo de acumulación. Pero no de acumulación de la sociedad, sino del matrimonio gobernante. Ellos acumularon poder y riqueza en estos años, mientras las diferencias sociales seguían agrandándose.

De tal suerte, la distancia de ingresos entre el 10% más rico y el 10% más pobre de la población ha llegado a 60 veces, brecha 12 veces mayor a la existente en las postrimerías del gobierno de Raúl Alfonsín.

Este modelo de acumulación de poder y riqueza es el que explica y les da sentido y coherencia a las medidas adoptadas por los Kirchner, que de otro modo, de tan absurdas y contradictorias parecerían haber sido inspiradas por un enemigo de la Argentina.

El modelo resulta, entonces, la causa de la pobreza, que ya está en el 32%, de la indigencia que, lastima de sólo pensar que orilla el 11 %, del dengue, de la falta de valores, de la inseguridad, del paco, de la droga de venta libre a pocas cuadras de la Casa Rosada, de la niñez y de la juventud sin horizontes, etc.

Desde otro ángulo el modelo alcanza ribetes totalitarios, cuando uno escucha azorado que en su reciente visita, el dictador caribeño, Hugo Chávez aconseja, privadamente, aplicar en nuestra Patria sus políticas de estatización de los medios de comunicación, de las empresas petroleras y de los bancos, si el plebiscito --como erróneamente se califica a las elecciones de junio próximo-- muestra triunfante al matrimonio reinante.
Así el modelo incluiría conculcar la libertad de expresión. Ante el asentimiento tácito de la Presidente, Chávez comparó a los medios de prensa con grupos terroristas, que constituían un mal cuyo sufrimiento era compartido por ambos gobiernos.

El peligro de la censura se cierne, en consecuencia, sobre nuestro país, atacando una de las libertades fundamentales del hombre y del ciudadano.
Tan esencial es este derecho que, en el siglo XVIII, llevó a que Francois-Marie Arouet (Voltaire), uno de los filósofos inspiradores de la Revolución Francesa, dijera “Aunque no esté de cuerdo con lo que tu dices, daría hasta mi vida para que puedas decirlo”.


El humor político

Durante el kirchnerato, el humor político virtualmente desapareció de nuestra televisión.
Como los de otros sectores, los empresarios de esos medios no quisieron someterse a las políticas de apriete de los mandamás, y metieron “violín en bolsa”.
Ahora, después de muchos años, Marcelo Tinelli ha reflotado "Gran Cuñado", acaso a tono con los nuevos vientos que soplan.
Aún, quienes no somos espectadores habituales del programa de Tinelli, quisimos mirarlo por la expectativa que habían generado estas nuevas imitaciones.
Algunas están muy logradas como las de la presidenta, D'Elía, Moyano, Macri, Cobos, Néstor Kirchner, y otras bastante menos, la de Carrió, por ejemplo, que fue la primera eliminada.

Al ministro Aníbal Fernández --que también es imitado sin especial eficacia-- le ha molestado que se caricaturice a la presidenta.
Haya obrado por orden de la corte o por "motu proprio", para sumar puntos en el palacio, lo cierto es que deslizó una muy peligrosa sugerencia. Dijo que había que regular este tipo de humor y que debía dejarse a la presidenta de lado.

En cualquier sociedad libre, los políticos son materia frecuente del trabajo de los humoristas, en especial aquellos más encumbrados.
La Argentina tiene una antigua y rica tradición en la materia, iniciada en el siglo XIX con revistas como "El Mosquito", "Don Quijote" o "Caras y caretas", continuada luego por “Tía Vicenta”, “Hortensia”, “Humor” y recientemente por el genial Nik, que fue sólo interrumpida en algunos períodos de facto o autoritarios.

Nada más pernicioso para la democracia que los intentos de regulación de la libertad de expresión.
Lo que debería asombrar no es que ahora se imite a la presidenta, sino que recién se lo haga en 2009, cuando tanto ella como su marido ofrecen aspectos que son un verdadero "bocatto di cardenale" para cualquier buen comediante.

Alfonsín, Menem y De la Rúa fueron satirizados de la forma más abierta.
En particular, De la Rúa debió sufrir un tratamiento realmente cruel, al ser ridiculizado hasta el extremo, algo similar a lo que ahora se hace con Cobos.
En alguna medida, más allá de la dura situación económica y política que le cupo enfrentar, esa es la imagen de De la Rúa que --lamentablemente-- pervive en el imaginario colectivo.
Cabe preguntarse si era necesario reintroducir ese personaje en esta nueva edición. El humor más eficaz es el que se dirige a los poderosos. Nada agrega a la actualidad la repetición de esa fórmula cuando el personaje imitado no está más en la cima de su carrera.
Pero esa decisión es privativa de los productores del programa.
Lo que es inadmisible es la pretensión de censura lanzada por el ministro Fernández. Máxime cuando la caricatura del matrimonio presidencial es bastante suave y no toca variados aspectos que harían de esa labor una verdadera sátira política.


El antisemitismo

Un grupo de encapuchados agredió a quienes participaban de una pacífica reunión en recordación de un nuevo aniversario del nacimiento del Estado de Israel.
Se trató de una agresión no sólo verbal sino física, de un nivel de antisemitismo que creíamos que ya no habríamos de volver a presenciar.
Los agresores, algunos de los cuales fueron detenidos, se consideran ahora presos políticos.

Es un tema preocupante, que debería seguirse con atención.

La Argentina se hizo grande merced a su generosa política inmigratoria, siguiendo el eco del amplio llamado del preámbulo de la Constitución Nacional a todos los hombres del mundo que quieran habitar el suelo argentino.

Recientes allanamientos realizados en Florencio Varela han determinado que estos grupos de palos y capuchas tendrían relación con algunos sectores, con cierta vinculación con el gobierno nacional, que han hecho de la amistad con el fundamentalismo iraní y de la hostilidad a Israel una bandera. Entre ellos se halla el pintoresco, pero peligroso, piquetero profesional Luis D´Elía.

Desde estas páginas quiero hacer llegar mi solidaridad a los ciudadanos que participaban del acto de homenaje a Israel y que fueron salvajemente golpeados sin razón alguna, como no sea la del fanatismo irracional que tantos horrores provocó en la historia de la humanidad.

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