domingo, 13 de septiembre de 2009

DECADENCIA


TRES EJEMPLOS ILUSTRATIVOS DE

NUESTRA DECADENCIA ACTUAL (11/09/09)

Por Jorge R. Enríquez (*)

Tres hechos recientes ponen de resalto algunas de las causas que nos han llevado a este triste presente, que nos aflige a los argentinos que amamos nuestra Patria.

Por supuesto que son sólo simples muestras de la compleja realidad en la que estamos inmersos, por causas mucho más profundas, como el abandono de valores esenciales, el individualismo, el desapego por el bien común, el hedonismo, etc.

Se trata de casos que dejan al desnudo que la carencia de orden y organización, el desprecio por la libertad de expresión y por el Estado de Derecho son moneda corriente en esta tierra y germen de nuestras frustaciones, como país.

La Argentina y Brasil.

Maradona había anunciado que meteríamos a los brasileños en un arco desde el primer minuto. Un estadio caliente como el de Rosario dejaría a los jugadores del Pentacampeón en un estado de parálisis. La mística maradoniana haría el resto.

Pero perdimos por 3 a 1 y estamos complicados, máxime después de la derrota en Asunción, frente a Paraguay.

Por cierto, no es que vaya a hablar de fútbol, aunque soy, como la enorme mayoría de los argentinos, muy futbolero.

Sin embargo, también del fútbol podemos extraer algunas enseñanzas sobre nuestra situación general.

¿Porqué la Argentina , que tiene un equipo cuya cotización en euros es varias veces millonaria, que tiene al mejor jugador del mundo, y lo acompañan otros que, sin aspirar a ese cetro, son de los deportistas más exitosos en Europa, no puede alcanzar resultados exitosos?

Porque nos falta en este deporte lo que adolece la Argentina y que el seleccionado brasileño exhibió con claridad: orden, organización, primacía del interés general sobre el particular y juego de equipo.

Brasil tiene también jugadores notables, pero subordina esos talentos a una idea colectiva.

¿Por qué es tan descollante Messi en el Barcelona F.C., el club para el que juega, y en nuestra selección no ha sido, hasta ahora, más que un buen jugador? Porque el Barcelona es un equipo. Un equipo, como cualquier organización, no es la mera suma de sus componentes; es algo más, algo que cobra sentido por una finalidad común y ciertos medios para alcanzarla.

La Argentina, más allá del fútbol, era un país muy superior, en términos políticos, económicos, sociales y culturales a Brasil.

Como lo recordó recientemente Orlando Ferreres en una nota publicada en “ La Nación ” on-line, “en 1900, el PIB global de la Argentina era 12% mayor que el de Brasil y antes de la crisis del 30, en 1929, la Argentina superaba a Brasil en PIB por un 43%. Errores políticos, militares, estratégicos y de política económica permitieron que Brasil nos igualara para 1951. No vimos el problema, por lo tanto no pudimos corregirlo y la brecha se siguió ampliando peligrosamente: actualmente Brasil es tres veces más grande que la Argentina , en dólares constantes; porque si tomamos la divisa americana a valores corrientes, la relación se incrementa a cinco veces. Además, logró un liderazgo latinoamericano indiscutido, y es uno de los 10 países más importantes del mundo. La Argentina ocupaba ese lugar, pero en 1910, hace casi 100 años”.

¿Por qué ocurrió esto? Porque Brasil tuvo, como en el fútbol, un objetivo claro y una idea de conjunto. Así, supo ver en la Segunda Guerra Mundial y ello bajo un gobierno fascistoide, como el de Getulio Vargas, ideológicamente cercano a Mussolini, que el interés brasileño aconsejaba estar con los Aliados. La Argentina , en cambio, apostó por el Eje, a través de una pseudo neutralidad; y, cuando sobreactuó su pase al otro bando, ya era tarde.

De la posguerra surgieron un Brasil favorecido por las potencias vencedoras y una Argentina a la que le costó hasta que la admitieran en las Naciones Unidas.

Brasil privilegió un servicio civil profesionalizado y la Argentina una burocracia compuesta de capas geológicas que van dejando los amigos del poder.

En fin, no es casual que Brasil ocupe hoy el alto lugar que tiene y que la Argentina sea un caso de estudio por haber despilfarrado de manera suicida el desarrollo que había alcanzado en el período 1880-1930.

Ley de radiodifusión.

En una anterior nota comenté la opinión que me merecía el proyecto de ley de medios audiovisuales.

Agregaría sólo unas breves observaciones:

1) Se argumenta demasiado que la ley de radiodifusión es una ley de la "dictadura".

Primero, lamentablemente en la Argentina no hubo una dictadura, sino muchas. Este comentario puede parecer meramente semántico, pero no lo es. Conviene tener presente que los males argentinos no comenzaron en 1976. Hay que ir mucho más atrás para encontrar el inicio de la decadencia argentina.

Con tantos gobiernos de facto en nuestra historia, hay muchísimas leyes que se sancionaron en esos períodos y siguen vigentes. Que fueran dictadas por esos gobiernos no significa que necesariamente fueran perversas.

Gran parte de la legislación laboral que sustentó el ascenso político de Juan D. Perón fue dictada durante la dictadura militar iniciada en 1943, de la cual él fue una figura prominente.

La ley 17.711, que tan familiar nos resulta a los abogados, fue sancionada en 1968 durante el gobierno de facto de Juan C. Onganía. Es una ley que modernizó el Código Civil y fue elaborada por una comisión de juristas notables.

Lo mismo podría decirse de las leyes 19550, de sociedades comerciales, 19551, de concursos y quiebras o 19549, de procedimientos administrativos, dictadas en 1972, durante el gobierno del teniente general Alejandro Agustín Lanusse.

Por eso, el argumento del origen de la ley es muy endeble. Y, en todo caso, ¿se dieron cuenta ahora los Kirchner de que la ley de radiodifusión es de 1980?

2) Precisamente porque se trata de una ley que viene rigiendo hace tres décadas, no se entiende la urgencia por modificarla ahora, sin poder esperar la nueva composición del Congreso.

Si las elecciones se hubieran celebrado en octubre, como correspondía, hubiera sido también opinable que a esta altura se debatiera esa ley, pero en la actual situación el problema es más grave, dado que los argentinos ya nos expresamos en las urnas y rechazamos categóricamente este modelo.

En consecuencia, los legisladores con mandato vigente deberían limitarse a sancionar leyes urgentes o aquellas sobre las que haya un amplio consenso.

3) No se trata de analizar la ley en abstracto. No importa si tal o cual artículo o inciso son plausibles o si coinciden con los que traen algunos proyectos de ley de la oposición.

La historia de Kirchner nos indica, sin lugar a dudas, que no quiere más pluralismo en los medios, sino todo lo contrario. Quiere ser él el propietario -a través de amigos o testaferros- de un multimedio más poderoso aún que Clarín.

El proyecto le brinda al poder ejecutivo, al actual o a cualquiera que venga en el futuro, una enorme discrecionalidad. Eso es lo que debe evitarse, a menos que nuestro horizonte sea el chavismo.

Por cierto, una vez que se instale el nuevo Congreso habrá que modificar la ley de radiodifusión, en un sentido democrático, para ensanchar y no restringir las voces. Pero ahora la oposición debe ser categórica.

D´Elía.

Hace más de 5 años, el piquetero profesional Luis D´Elía tomó una comisaría, en un acto de protesta.

Ese hecho le habría merecido en cualquier país civilizado del mundo una sanción grave e inmediata. No fue así. Lejos de eso, el piquetero fue ganando terreno y ocupó prominentes funciones públicas en la administración de Kirchner.

Se abrió una causa, que siguió su curso, o mejor dicho que no siguió ninguno.

Recién esta semana D´Elía fue citado a declarar.

No sólo no se mostró arrepentido de ese acto inconcebible, que nos retrotrae a la barbarie más funesta al cuestionar en los hechos el monopolio de la fuerza pública por parte del Estado, sino que dijo sentirse orgulloso de haberlo cometido.

Ni la presidenta de la Nación ni ningún funcionario nacional repudiaron esas declaraciones.

Sólo nos cabe esperar que la justicia, de una buena vez, haga lo que debe hacer.

(*) El autor es abogado y periodista

Viernes 11 de setiembre de 2009

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