miércoles, 26 de mayo de 2010

DESMESURA


Oda a la desmesura


Por Omar López Mato

El sueño ha terminado, es tiempo de volver a la realidad. Los europeos por años han creído que el crecimiento era real y eterno, que podían seguir construyendo rascacielos y autopistas para siempre. Hoy se resisten a darse cuenta que todo esto había sido un exceso de confianza, una linda fantasía que había que pagar tarde o temprano. Las noches de minas, lujos y champagne no eran gratuitas, así como las vacaciones en Hawai y los Skiweek en Saint Moritz.



Sin embargo las calles de la vieja Europa se han llenado de pancartas. Muchos (¿la mayoría?) no quieren entregar sus privilegios: las jubilaciones, la salud, y las demás promesas electorales de esos políticos que, con tal de eternizarse en el poder, prometían la extensión del falaz estado de bienestar, que a la larga conduce al malestar.

Hoy se pide mesura, cuando hasta ayer solo se prometían excesos. ¿Cómo entender los recortes, la rigidez fiscal, la austeridad? Alemanes y franceses han pagado con sus ahorros la fiesta de Zorba el griego, y las quimeras quijotescas de los españoles. Ahora le reclaman rigidez teutona.

¿Estará en sus genes tamaña transformación? De eso depende mantener uno de los logros más brillantes de los últimos cincuenta años, la construcción de la comunidad europea. Donde hace medio siglo había campos de batalla, o campos de concentración ahora florecen las industrias, la cultura y la tolerancia. A base de trabajo e inteligencia se construyó una base de convivencia. Muchos se deslumbraron con el éxito. Bipolaridad, depresión y manía. La humanidad se debate entre esos extremos.

Y si vamos a hablar de bipolaridad, debemos volver a las oscuras aguas del Plata que bañan nuestra ciudad, preparada para celebrar un bicentenario que algunos han confundido con una fiesta privada. Haciendo alarde de un revanchismo de entre casa, de griterío de chiruzas de conventillo, de una insignificancia de espíritu que no llega a sorprendernos, porque bien los conocemos, el matrimonio presidencial separa una vez más a amigos de contrincantes. Reparten invitaciones como si fuera una boda.

Este si, este no. ¿Ningún ex mandatario? No alcanzaron a entender que es una celebración nacional, y que ellos son solo efímeros (roguemos que sean muy efímeros) anfitriones.

Las discusiones y confrontaciones de último momento no han sido caprichosas, su ausencia en actos multitudinarios donde no se garantiza una mayoría de adeptos a la causa, podría desencadenar una silbatina que disbalance los frágiles neurotransmisores presidenciales. El Colón no era campo propicio. A Luján se lo llena con la sujeción del sanguche y la Coca.

Esto pruritos no estuvieron presentes durante la reciente gira a España. Allá, por respeto no la silbaron, aunque de perseverar en el estilo K poco les falta para recibirla con cacerolazos.

Imagine Usted si mañana recibe la visita de unos sobrinos a los que hace tiempo que no ve, y esto después de lo saludos del caso, pasan a la cocina y comienzan a hurguetear en la heladera, opinan peyorativamente sobre la decoración del living, le usan la cama para dormir una siestita con los zapatos puestos y después de comerle todas las vituallas se quedan hasta horas destempladas escuchando la música que a ellos les gusta a todo volumen.

Bueno, eso ha sido la descripción que hacen los medios españoles sobre la visita de la presidente de un país que les debe plata, que ha estafado a sus ahorristas con bonos mentirosos y que ha puesto trabas a las empresas que han tratado de invertir o importar sus productos por estos lados.

Para colmo, agitando ese dedito didáctico, ha criticado la política de ajuste que el Sr. Zapatero se ve obligado a imponer para no llevar al país a un caos apocalíptico. Les pide recortar sus salarios el 5 %. Quizás deberíamos recordar cuando López Murphy propuso recortar el 10 % y no llegó a asumir. Un año más tarde todo el mundo que conservó su puesto de trabajo, lo vio recortado en un 70 %; los demás a “0”.

Pero no, ella desaconseja el ajuste, alaba el revanchísno histórico e histérico del juez Garzón, hace esperar horas a los posibles inversores catalanes, critica a las estadísticas serias que marcan nuestro alto riesgo país -900 puntos- que ostentamos junto a una de las inflaciones más alta del planeta.

Hoy celebramos el Bicentenario de una Revolución que promovió la libertad de comercio, defendida por la pluma de Mariano Moreno, con las arbitrariedades de otro Moreno nos retrotraen a las políticas del Imperio Borbónico: encierro, trabas, falta de ganancias.

Conductas paradójicas, bipolares. Despilfarro, restricciones al libre comercio, revanchas y populismo engañoso son las estrofas de esta Oda a la desmesura, que será la marcha fúnebre del Régimen.

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