sábado, 29 de mayo de 2010

FEIMANN


JOSÉ PABLO FEIMANN: EL ILIMINISTA KK

Por Jorge Omar Alonso (*)

Los Kirchner tienen su propia corte de obsecuentes. El filósofo José Pablo Feinmann es uno de ellos pero, como suele suceder, pierde su capacidad intelectual por estar demasiado comprometido emocionalmente con el poder. Según publicara el blog “saleconfritas”, el nombrado escribió una nota en el diario oficialista Pagina 12. Histérico, totalmente desbordado, incurrió en insultos soeces contra todos aquellos que piensan que los Kirchner son autoritarios y corruptos.

Ha calificado a los libros escritos por Majul, Zunino y Aguinis como: “(…) libros que han salido últimamente para arrojar material defecatorio, excremental, estiercolero, sobre la figura de “los K”. Y también ataca a la clase media que según su apreciación: “se los devora”.

No deja de reconocer que algunas verdades dicen, como la existencia de la corrupción, pero esto no es tan grave como “lo que nos espera con el horrible fascismo que está armándose es mucho, pero mucho peor)",(...)

Y agrega con respecto a los mencionados periodistas: "El odio los denuncia. Se desbocan”.

Nunca en lo posible dejamos de lado un autor o un libro, así se encuentre en las antípodas de nuestro pensamiento. Con este pensamiento nos dispusimos a la lectura de “La filosofía y el barro de la historia” de Feinnman.

Dice muy bien cuando expone que su obra tiene dos estamentos: pedagógico y crítico. Los filósofos que aborda son explicados a través de sus pensamientos, efectuándose luego la crítica. Nos anuncia también que ha de fijar si posición ante cada pensador. Ahora bien también nos dice que como es un libro personal, ante tanta exposición de las ideas de los filósofos, no se privó de exponer las suyas.

Aborda el tema de la modernidad como surgimiento del hombre ubicado como sujeto del conocimiento. Define a aquella como historia del coraje humano de dejar de lado a Dios y hacerse cargo los hombres mismos de su historia.

Muy a tono con el pensamiento de este marxista la matanza de Dios.

Ya avanzado la lectura del libro comienzo a encontrarme con algunas “lindezas”. Al hablar de los grandes iluministas argentinos como Castelli, Moreno, Rivadavia, señala que “es iluminista la guerrilla que encarnan los montoneros a partir del momento en que matan a Rucci”.

En la clase 6 logra meterse con el padre de Mozart quien nombraba a Voltaire como “ese sin Dios”, y lo trata de explotador de su genial hijo. Caramba.

Después de esto comenzaron nuestras aprensiones.

En la clase 11 pregunta: “¿Por qué se eligió entre nosotros, en los setenta, al peronismo como posible sujeto de un movimiento insurreccional? Por su poderío de masas. Si se contaba con las masas peronistas era con ellas que la violencia debía caminar para legitimarse”.

Seguidamente nos dice: “La violencia solo tiene su legitimación cuando se encarna en las masas contra un sistema de miseria planificada” ¿Lo habrá leído Milagro Sala?

En cuanto al tema del flagelo de la inseguridad, que por otra parte es la primera preocupación que exhibe la población, Feinnman nos dice: “La falta de seguridad asusta al burgués”. “Y el burgués asustado se hace fascista”. Increíble!

Nos hace conocer que las radios que respaldaron a Blumberg en aquellas jornadas contra la inseguridad que se llevaba la vida de muchos inocentes, eran fascistas. ¡Ah bueno! A no quejarse por miedo a perder la vida ciudadanos, esto es de inmundos fascistas!

En cuanto al lector de periódicos, lo define como un burgués conformista y gregario.

Son algunas de las perlas que nos ofrece este odiador de Dios y del occidente cristiano. Todo un iluminista K.

Muchas veces se ha culpado a los intelectuales su falta de sentido de responsabilidad en el ejercicio de su influencia. Porque es innegable que ejercen esa influencia en la sociedad que depende del conocimiento, y que se vale de él. Se suele decir que el intelectual es la conciencia moral de su sociedad, como escribió Jean François Revel, es el servidor de la verdad y el enemigo de las tiranías.

Y están también los que las justificaron y que han empleado su talento en apañar mentiras y necedades.

Es que se puede ser doblemente un eminente hombre del conocimiento y un imbécil en los asuntos públicos.

Muchas veces, como en el caso de Feinnman, estos intelectuales no dejan de ser hombres de cuidado en cuanto a su predica de los radicalismos. En estos casos son una impactante fuente de inspiración de elementos facciosos. Y Argentina no necesita de más odios e intolerancia.

Afirma Revel que: “los intelectuales, cuya misión según ellos, es guiar a los no intelectuales por el camino de la verdad, son a veces los que más contribuyen a inducirlos en el error”.-

(*) Crónica y Análisis publica el presente artículo de Jorge Omar Alonso por gentileza de su autor.

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