miércoles, 20 de julio de 2011

MAGOYA


A cobrarle a Magoya

Cuando el jueves, día de las marchas de todas las semanas, las Madres de Plaza de Mayo hacían su periplo alrededor de la Pirámide de Mayo, un grupo de trabajadores despedidos de la fundación de esa entidad -que construye viviendas con plata del Estado – se acercó a reclamar sueldos e indemnizaciones. La presidente de la Asociación Madres de Plaza de Mayo, Hebe Pastor de Bonafini, le contestó al que pretendía cobrar su acreencia: “Reclamale a Sergio Schoklender porque es el que te choreó”.

Los trabajadores que siempre han estado en boca de esta mujer, pero nunca en sus proyectos reales, deben ahora “bancar” su actitud de víctima tratando de despegarse del ex apoderado de su fundación- empresa, porque es en lo que ella transformó – o permitió que transformaran – la institución.

“El pueblo trabajador” es uno de los clichés repetidos por esta siniestra mujer que tiene la virtud de tergiversar lo que se le ocurra, decir las barbaridades que crucen por su cabeza llena de odio, y ahora victimizarse como si Sergio Schoklender hubiera sido un lumpen más de los tantos que incluye la inseguridad en lugar de su hijo putativo.

Los obreros que trabajan para la fundación comenzaron a protestar públicamente el martes, en la acostumbrada modalidad piquetera, cortando durante siete horas la avenida General Paz. Eran trabajadores de la más grande construcción de viviendas en la Capital Federal, el barrio Castañares. Exigían el pago de la segunda quincena de junio y el medio aguinaldo. Luego sucedió algo similar en la Panamericana. Allí los que alborotaban eran trabajadores de tres barrios en construcción en el partido de Tigre. Todos ellos reclamaban el pago de su trabajo.

Es incomprensible cómo, después de haber sangrado los ingresos públicos de la forma en que lo han hecho, el gobierno no haya previsto una transfusión más para salir a subsanar el seguro bache en el “cash-flow” de las Madres respecto al área laboral, ya que en estos tiempos electorales una nueva crisis sería fatal. Y en vista de los resultados en los comicios de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, lo fue. No sólo perdió Filmus, tan afín a las Madres de Plaza de Mayo, a manos de Macri por casi un 20%; también perdió Juan Cabandié, cría de La Cámpora – que a la fecha no ha demostrado disponer de otra virtud política que ser hijo de desaparecidos – al enfrentar al Rabino Sergio Bergman quien lo superó por 30 %.

Parecería que después de la decencia también se perdió el discurso, y los trabajadores, el pueblo obrero, los afanosos proletarios, sólo son lugares comunes para vender una imagen, hoy desdibujada.

Decirle a un trabajador: “Reclamale a Sergio Schoklender porque es el que te choreó”, es como si se le dijera: “Andá a cobrarle a Magoya”, tal y como lo puede decir un estafador orillero. Porque lo de Bonafini no es otra cosa que una estafa. Sus trabajadores, adoptando sus repetidos discursos, bien podrían decir que ella se ha transformado en una “cerda burguesa” y se ha quedado con sus dineros. Y no estarían errados porque aunque Hebe Pastor de Bonafini no sucumba a los encantos de Louis Vuiton, Prada o Gucci, sí lo hace ante el poder y ella sabe, mejor que nadie, que el dinero es poder. Eso es lo que no le perdona a su hijo putativo: que le robara poder.

La realidad nos dice que los trabajadores deberán conformarse con lo que les den, si es que les dan algo. Schoklender no se quedó con poco pero Hebe sigue teniendo poder. Un juicio es costoso y posiblemente la causa, luego de sorteada, caiga en el juzgado de Oyarbide, así que lo más probable es que deban ir a cobrarle a Magoya.

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