martes, 6 de diciembre de 2011
BILLETERA VACIA
Fin de fiesta
No hay mal que dure cien años, ni subsidio que se resista…
por Gabriela Pousa
Después del contundente triunfo de Cristina Fernández de Kirchner en los últimos comicios, debí “ausentarme” unos días con la certeza de que “no está muerto quien pelea”, de ese modo me garantizaba el regreso a estas líneas… Convengamos que no hay cuerpo que salga ileso de un proceso como el kirchnerista (haber comenzado hace más de ocho años, amerita que se considerar un tiempo demasiado largo) Y si acaso -usted y los suyos- han podido transitar ese tramo sanos y salvos, no olvide en estas Fiestas brindar por ese “subsidio” que Dios le ha entregado.
Todo ese prolegómeno es, de algún modo, la respuesta a la cantidad de lectores que preguntaron las causas de mi “ausencia”, pero también viene a cuento porque a penas ha pasado un mes y monedas desde la victoria del oficialismo, y en esas pocas semanas cualquiera podría suponer que no pasaría nada.
Una administración que es releecta con más del 54% de los sufragios, en un país medianamente lógico, indicaría que hay una fuerte aceptación de las reglas establecidas, sus métodos y sus consecuencias. Las patoteadas y aprietes de Guillermo Moreno, sin ir más lejos, fueron convalidados en las urnas por muchos de quienes fueron sus destinatarios. Ahora a llorar a la Iglesia. Y es que estábamos, según se decía, en plena fiesta.
¿Qué pasó de la noche a la mañana para que al regresar encuentre al común de la gente tan enojada? Muchos de ellos, cuando debí partir, estaban en medio del carnaval carioca descorchando espumantes como si aquellos festivos años 90 hubieran vuelto con todo su bagaje de peculiaridades. De repente estaban otra vez aquí aplicando sus fórmulas sin matiz: desde el “robo para la corona”, hasta la pizza con champagne sin dejar de lado a los “amigos” privilegiados con una suerte de especial “capitalismo”, mientras el pueblo compraba y compra aún el relato del populismo.
Si todo esto fuese una película no hubiera dudado en creer que se había vuelto al pasado con un giro cinematográfico. Pero no, lo peor del llamado “menemismo” está tan afianzado en este final de segundo mandato de Cristina (tercero kirchnerista) que a veces las críticas y reparos a aquella mentada década, causan risa. Quizás esto justifique los saludos efusivos del Jefe de Gabinete saliente al entonces primer mandatario de los argentinos, quién revalidó su banca en el Senado con apoyos poco claros.
En definitiva, el peronismo –antes o después- comulga en una misma piel y se unifica. En definitiva, de peronismo se trata todo cuanto nos pasó y nos pasa…
Ahora bien, a pesar del poco tiempo que nos separa de la última elección, y cuando no ha habido aún cimbronazo preclaro que indique un final dictaminado, ni se ha terminado de recoger los resabios de serpentinas, matracas, caretas y guirnaldas…, hay un clima enrarecido y muchas miradas queriendo descubrir qué es lo que pasa. La música ha cesado y algunos mozos han comenzado a levantar las mesas cuando todavía hay show y espectáculo en el escenario.
Se acabó lo que se daba.
Cristina Fernández tiene que pagar la celebración a la que, compulsivamente, se nos invitara. El problema se genera cuando advierte que tiene vacía la billetera. ¿Qué hacer? No encontraron mejor idea de establecer que cada invitado en el salón de fiestas, pague la consumición por su cuenta. El tema es que entre quienes deben costear sus gastos, hay también convidados de piedra.
Lo que escasea en esta determinación tan abrupta como previsible y advertida por varios analistas -que por avisar recibimos el mote de “agoreros del mal”-, es la racionalidad.
En Argentina de finales de 2011 se va del blanco al negro sin solución de continuidad. Da vértigo, es cierto, pero basta con observar la “previa” a los festejos para darse cuenta que con el grado de etílico que se llegaba a ellos, era previsible la resaca que ahora nos ataca.
La quita de subsidios -que conlleva en sí algunas tretas fácilmente observables como ser el aumento de los servicios-, no viene con ningún manual que explique por qué se subsidiaba por ejemplo, casinos, hipódromos, y otros negocios paradójicamente en manos de amigos… Tampoco se analiza qué se hizo con el monto de los mismos. ¿Inversiones? ¿Favores? No es difícil descifrar la respuesta: horas atrás ante la primer ola de calor (aunque el verano aún no llegó) varios barrios quedaron sin electricidad. Casualidades poco casuales en verdad.
Hace tiempo que todo indicaba de qué manera endeble el sistema funcionaba. A las pruebas nos remitimos aclarando que las portadas de los diarios elegidos datan del 2004-2005 cuando el “monopolio” era, si no un aliado, al menos un amigo del kirchenerismo: Algo avizoraba que el iceberg ya había pegado contra la proa. Pero la memoria de los argentinos es porosa como pocas, y hasta el vivir sin luz y sin sentido pasa raudamente al reino de los olvidos.
Hoy el asombro es ingenuo. Pasa lo que siempre se supo que pasaría. No hay fiesta que dure hasta el infinito. Tal vez, lo más novedoso es que por vez primera, deberá hacerse cargo de las consecuencias, los mismos que invitaron a todos y todas, y se burlaban de los cautos que temían la magnitud de estas.
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