jueves, 19 de abril de 2007

BAJAR A UN JUEZ ( jorge Asis)

EL DESCALABRO (II):
La impotencia jurídica conduce al camino de los papelones. Por su propia dinámica evolutiva, el "virus López Biscayart" amenaza con llevarse puestos los baratos "cuerpos duros". Los que sostienen la impostura del kirchnerismo.Desde el fragor del desgobierno, suele percibirse la ausencia del menor diseño de arquitectura jurídica.La prepotencia, que depara la sensación de impunidad, suple, como es previsible, la falta de lucidez. El destino irremediable es el papelón. Hasta para el ministro disciplinado y servicial, el menos condecorado por los estigmas de la torpeza.Por otra parte, los pudores elementales del doctor Zannini alcanzaron, apenas, para controlar la justicia domesticada de Santa Cruz. Con transitoria eficacia, que hoy exhibe los resultados imposibles de ocultar.Después del litigio inguinal, tratado minuciosamente en la Clínica Bazterrica, el doctor Zannini parece haberse políticamente debilitado. Cansado de las guerritas internas que lo fastidian y desbordan. Sobre todo cuando comienzan a notarse las pronunciadas rajaduras que agudizan la incompetencia. Rajaduras que derivan, ya no solamente en Santa Cruz, en virtuales grietas.EsquirlasMientras tanto, y sin que sea el ámbito de responsabilidad de Zannini, crece la percepción popular acerca de la vigencia estricta del SRA. El Sistema Recaudatorio de Acumulación.Al expandirse, hasta la desesperación, las esquirlas multiplicadas del Skanskagate, la estrategia jurídica, del conjunto de precarios sin mayor imaginación, consiste en eliminar, del juego de la competencia, al doctor López Biscayart, del fuero Penal Tributario.Para trasladar las esquirlas, por ejemplo, hacia la tranquilidad programada que podría deparar el doctor Montenegro, del correspondiente fuero Federal.Con injusta precipitación, el doctor Montenegro es considerado, por los adictos a la información, como un juez de la propia tropa.Aunque pueda tratarse, en el fondo, de una aseveración ingrata. Sucede que el jurista se encuentra acotado por la sospechada parcialidad de sus antecedentes.Por ejemplo, por haber inmediatamente trasladado, hacia la masita tribunalicia de Santa Cruz, aquella causa que aludía al posible “enriquecimiento ilícito” del Presidente Kirchner.En la docilidad de aquel Santa Cruz que aún dominaban por control remoto, otro juez de la familia sobreseyó, como por un tubo, a Kirchner.Eventualmente fue un entrañable sobrino. Un idóneo novio de barrio, de la hija letrada de la Hermana Alicia, que merecía lo mejor.Laberintos y damascosPor basarse en su profesionalismo investigativo, el doctor Javier López Biscayart, que brinda su nombre, involuntariamente, al temible virus, supo construir, a su pesar, una excelente imagen mediática que transmite sobriedad.Crece, en prestigio mediático, por trabajar. Y por no aparecer.La requisitoria de los medios, en realidad, al jurista le molestan, según nuestras fuentes, menos que los elogios inoportunos, de determinados políticos de la oposición.De los audaces en banda que pretenden conseguir réditos posicionales, a partir del elogio a su responsabilidad. Por cumplir, simplemente, con las obligaciones laborales de su vocación.López Biscayart sabe -nos confirman-, que le quieren arrebatar la causa.En cierto modo, López Biscayart se encuentra, entre las derivaciones de Infinity y del Skanskagate, en la incomodidad de un laberinto.Precisamente, el éxito de su investigación le acota el marco transparente de sus competencias.Porque, si avanza demasiado, se va de fueros.Por ejemplo, en la materia insustituible de las inculpaciones. Que ya se caen de maduras. Como los damascos.Por lo tanto, López Biscayart debe investigar con la certeza de saber que, desde la fragilidad descubierta del poder desguarnecido, sólo aspiran a desplazarlo. Y manotearle la causa.Incluso, hasta con la frivolidad de un ascenso.Entonces, en su rigidez, según nuestras fuentes, el jurista decide no aceptar la duplicidad de competencias. Y seguir adelante. Circunstancia que suele producirle el ambiente polémicamente propicio, para que le instalen la idea, discutiblemente legítima, del desplazamiento.Es paradójicamente irracional, por ejemplo, que a López Biscayart se le permita avanzar, hasta por ahí nomás, en el sendero de las evasiones. Pero sin profundizar en la ruta del dinero evadido. Que seguramente puede tener, como meta final, la faltriquera de algún funcionario que debiera preparar el bolsito.O por lo menos, ya debiera redactar, de manera emotiva, el renunciamiento.Sin embargo, apreciables juristas consultados, aseguran que, de juzgar la conducta de los funcionarios, debe encargarse, por sus atributos, la Justicia Federal.Embebido en la probable pasión exculpatoria, el doctor Montenegro no espera para abalanzarse sobre la problemática. Y hasta para allanar, otra vez, los lugares que allanó, previamente, López Biscayart.DeliveryPeor que un crimen, que intenten matar al detenido, Adrián López, sería un error.Porque López ya habló, durante la indagatoria, cinco días enteros.Costaba, incluso, según nuestras fuentes, hacerlo callar al señor López.Puede decirse que, su desmesurada tendencia hacia el lenguaje, facilitó su estancia actual en la cárcel. Y su traslado, cuando se detectó la posible existencia de cuadros alojados con el propósito cruento de asesinarlo.Antes de producir severos papelones ministeriales, Adrián López se encargaba del delivery de facturas truchas. Distribuía, con la colaboración comunicacional de unos cuantos celulares Nextel. Los cuales se encontraban intervenidos, hacia finales de diciembre del 2005. Por la denuncia inicial de la complejísima AFIP, la entidad recaudatoria que genera el inicio de la llamada Causa Di Biase.La asombrosa oralidad de Adrián motivó que se allanaran más empresas de las necesarias. Fueron alrededor de 130.Sin embargo, el 40 por ciento de ellas, después de allanadas, según nuestras fuentes se pusieron al día con la AFIP.En este sentido, así no sea su función, López Biscayart puede competir, en materia recaudadora, con los recursos mediáticos del señor Montoya.Ocurre que, por haber evadido menos de cien mil pesos, a las empresas no les correspondía el relevamiento de la penalidad.Zafaban, simplemente, con ponerse. Y por derecha.La rendición de SkanskaLa gran truchada, típicamente argentina, de Infinity y de Caliban, logra que puedan manipularse, de manera rudimentaria, negocios millonarios, desde una oficinita de un ambiente.En el Edificio Bencich, de Roque Sáenz Peña al 600. Donde el otro preso, Hernández, se apostaba. En la calidez acogedora de la redituable oficinita.Mientras tanto López circulaba, con los Nextel, en su delivery formidable. Para usuarios coimeros, para mayormente evasores que necesitaban RG17, para desprenderse de la incomodidad del IVA.Cuesta admitir que la componenda tributarista, la primitiva asociación ilícita ideal para una novelita picaresca, bastara para desmoronar el prestigio escandinavo de Skanska.La empresa, internacionalmente líder en servicios de construcción, en desarrollo de grandísimos emprendimientos, que maneja miles de millones de dólares, y que cuenta con 55 mil empleados.Sin embargo Skanska decidía rendirse, por un mero amague, antes del primer estampido.Porque la aceptación de la existencia de las coimas sorprendió, por la celeridad, hasta a los investigadores.Ellos se encontraban moralmente preparados, para que la dilucidación les costara, aunque sea, un poco más de trabajo.A partir del paso al costado, del alejamiento decidido en Estocolmo, en la Skanska local se desataba una interna ferozmente conmovedora. Con salvaciones personales, con resentimientos de los que se quedaron afuera, para desarrollar en próximos despachos.Oberdán Rocamora

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