Hubo países, como el nuestro; que pretendieron usar sus “ventajas” para “desarrollarse” y mejor repartir las grandes riquezas de la abundancia de aquellos tiempos, con generosas emisiones de papel moneda, que eran recibidas con euforia por la población en aumentos de sueldos y jornales, y pulverizando deudas y contratos. El primer gran perdedor fué el ahorro. Y luego tuvieron poco sentido el esfuerzo y el sacrificio. Era todo un regalo del cielo.
Se pensó que las consecuencias posteriores vendrían recién décadas después en forma solapada y pocos sectores de la economía en realidad entendían en que consistía el juego de las extrañas ecuaciones inflacionarias. En nuestro país reinó como amiga y se hizo luego tirana, e ingobernable, por un largo medio siglo. Las consecuencias de aquel experimento fueron: una política que generó a su vez una concepción social e ideológica facilista y de reparto, y la económica de no riesgo y poca o ninguna inversión; que fue perfilándose en la región americana con tales características que hoy podemos hacer un análisis y un recuento histórico de los resultados de aquel penoso experimento.
Hoy vemos que hubo entonces una verdadera bisagra que cambió abruptamente el vector que llevaba nuestra nación hacia el gran liderazgo que ya ocupaba en la primera mitad del siglo veinte. Alemanes y franceses venían como obreros golondrinas a la cosecha del maíz o la vendimia. Los inmigrantes europeos llegaban con sus sueños y esperanzas al gran pais del sur.
A fines de la década de los cuarenta, el PBI argentino era el doble de todas las demás economías sudamericanas, incluyendo la de México y Brasil y las demás vecinas de la región. Hoy sólo la economía mexicana es seis veces mayor que la nuestra, y la brasileña cuatro. Nos alcanza Colombia y nos persiguen Chile, Perú, Venezuela, allí, casi a la par. Evidentemente algo nos frenó en el tiempo y hemos quedado empantanados en discusiones y corrupciones, sin querer nunca ver las causas de nuestro estancamiento.
Aquella inflación nefasta produjo fantasmas y engaños, que aún nos desconciertan.
Tantos ceros le fuimos quitando al papel moneda, que si el billete de un peso se habría hecho del tamaño relativo a sus múltiplos, habría llegado a tener tal tamaño que alcanzaría a cubrir parte del territorio nacional. (Dado en Km2)
La hicimos bastante fácil, en vez de poner el esfuerzo como los demás países en avanzar con mayor producción e inversión, imprimíamos billetes y pedíamos prestado. Luego otra década dejamos de imprimir papel y vivimos sólo pidiendo más prestado. Tan nefasto uno como lo otro.
Hoy estamos entrando de nuevo en aquel largo laberinto pensando otra vez, en “aprovechar sus ventajas"
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