Gran conmoción provocó descubrir que un prestigioso psicólogo especializado en violencia familiar y abuso estuviera relacionado con una banda de pedófilos. Entonces escucho las declaraciones de colegas, expertos en el tema consternados por lo sucedido. Por un lado, sin ser profesional, me pregunto cómo nadie reconoció o sospechó algo teniendo en cuenta que el ambiente en el que se movía era de excelencia académica. Y recordé a muchos de esos colegas que con respecto a mi tema nada hicieron, por el contrario, utilizaron mis cartas para justificar su inercia diciendo que eran una falta de respeto, agresivas, en fin, lo que siempre dicen de mis escritos. La realidad es que se presentó ante ellos un delicado tema: la existencia de tres millones de ciudadanos que buscamos nuestro verdadero origen, que no seguimos el paso legal de la adopción; las víctimas del tráfico de niños. Víctimas, si, reconocieron que lo éramos pero nada hicieron. Pienso en los gobernantes, lo primero que hacen ante un problema es consultar a los expertos ¿cómo ninguno reaccionó a favor nuestro? ¿qué dijeron de nosotros? De ser cierto, lo ocurrido es condenable, horroroso pero también es una actitud perversa que estos anonadados especialistas nos ignoren y no creen programas de prevención, ayuda y contención para los que fuimos esos bebés del tráfico y hoy como adultos sufrimos las consecuencias de no saber ni siquiera cuándo y dónde nacimos.
Graciela Palma (ciudadana sin identidad) DNI 16.496.527
jueves, 24 de julio de 2008
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