martes, 22 de julio de 2008

TODO ESTA COMO ERA ENTONCES

“... y si he quedado arañando, como gato pan-
za arriba...”
Barajando, tango (1929).

Advirtiendo la magnitud del descalabro que estaba sufriendo aunque sin llegar a dimensionar el que sufriría, el dúo gobernante se empeñó -en los últimos días antes del tratamiento en el Senado del espinoso proyecto de las retenciones- en “reconquistar” a la perdida clase media con el anuncio de aumentos en el salario mínimo, asignaciones familiares, jubilaciones y otras lindezas. Aseguraron con la grandilocuencia vacía de siempre que estas medidas contribuirían a reactivar el consumo y la economía “paralizados por la crisis rural”... si por una vez los anuncios dejaran el terreno de lo utópico y las maltrechas cuentas públicas pudieran soportarlo, solamente se obtendría mayor inflación, es decir más de lo mismo. Pero no se alarme el amable lector, ya que estos proyectos fueron anunciados pero “están en estudio”, lo que significa... nada.
Los actos realizados por el gobierno en el Congreso y por el campo en Palermo fueron solamente una reedición del papelón que sufrió el oficialismo cuando se realizaron simultáneamente las concentraciones en Salta y frente al Monumento a la Bandera, demostrando palmariamente que hay gente que nunca aprende y que la soberbia es una pésima consejera.
De todas formas, el haber convocado (K) al acto en el Congreso (24 horas después de que el campo convocara al suyo) es una fechoría sin perdón, atentos a los riesgos de un enfrentamiento de proporciones incalculables que, felizmente, no se produjo.
Aplaudido a rabiar por la indigna claque que habitualmente lo rodea (no se sorprenda, cobran para hacerlo) Néstor Kirchner improvisó una singular pieza de oratoria, en la que no faltaron los gestos e invocaciones teatrales de práctica, el recordatorio de los “logros” del gobierno, las habituales menciones a “Perón y Evita” (por suerte para el orador éstos no podían escucharlo, que si no...), el frecuente “dijo Cristina”, la arremetida contra los pools de siembra, la mención de “grupos de tareas” y “comandos civiles”, habló de “respetar la decisión del Congreso” (por aquel entonces, todavía creía en el triunfo del proyecto, de manera que era un tiro por elevación a los ruralistas) y cerró la tragicomedia afirmando que “acá quisieron destituír al Gobierno y desestabilizar a la Patria (?)” sic. Nada nuevo hay bajo el sol, pero algunas afirmaciones son más ridículas que otras.

En contraste, la corrección de los concurrentes y la mesura de los discursos de los dirigentes del campo dieron el ejemplo y expresaron el hartazgo sobre el fondo y la forma de la cháchara oficial.
Y así llegamos al debate en el Senado de la Nación... es tan grande la declinación política de los últimos tiempos “K” que de los 48 votos que hubieran obtenido sin dificultad 6 meses antes, solamente lograron rescatar agónicamente 36 y debió desempatar la votación el Presidente de la Cámara, Julio Cobos.
Antes de seguir, permítaseme una reflexión, a todas luces necesaria... Julio Cobos fue uno de los llamados “radicales K” y en esa condición llegó a la vicepresidencia de la Nación, siendo sistemáticamente ignorado por la pareja reinante. Su intento de convocar gobernadores, durante el período más álgido de la protesta rural, fracasó y le valió el vilipendio de todo el séquito real, algunos de cuyos componentes no vacilaron en afirmar que debería renunciar. Es decir que estaba políticamente más solo que Adán en el Día de la Madre.
Así las cosas, ésos mismos detractores (y el destino) pusieron en sus manos la decisión final y lo presionaron para lograr el triunfo y si se pone en duda mi aserto remito al discurso autodescalificante del inefable senador Pichetto, verdadero campeón del calamitoso pensamiento “K”.
Cobos votó -según él mismo dijo- de acuerdo a su conciencia y a sus principios, de una forma vacilante que hablaba bien a las claras de las presiones que había sufrido. Aquí, una reflexión que no empaña la importancia de su decisión: nadie debería pedir disculpas por hacer lo que cree justo, no las hubieran pedido Lisandro de la Torre o Alfredo Palacios, por citar solamente a dos de tantas personalidades honestas e ilustres cuya voz se escuchó en ese mismo recinto.
Cobos recuperó estatura política y el gobierno sufrió una derrota de la que no se recuperará jamás, pero no se engañe quien me lee... todo está como era entonces en sus intenciones, jamás cejarán en ese empeño hegemónico que ha destruido a la República y que llevará –a no dudarlo- al País a la catástrofe.
La estrofa del epígrafe, perteneciente a un tango escrito hace ya muchos años, se completa con ... “me consuelo embolsicando la experiencia que gané”... no se ilusione, amable lector, no valen experiencias para esta gente y –lamentablemente- los problemas insolubles que tapó este conflicto y cuyo resurgimiento se avizora a corto plazo me darán la razón.
Rescato el cambio en la forma de pensar de la ciudadanía, su aparente intención de participar más activamente en el control de la cosa pública y de exigir a sus otrora casi desconocidos representantes el fiel cumplimiento de la tarea para la que fueran votados.
Ha quedado fehacientemente demostrado el poder del pueblo cuando lo unen ideas o el rechazo a la prepotencia de una tiranía insolente. Los desafinados cantos de sirena ya no hechizan a quienes los escuchan y las capas de rimel no alcanzan a cubrir la desencajada mueca del final inexorable. Ya se verá.

Justo Pastor AYARZA.

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