lunes, 28 de julio de 2008

TRANSFORMACIONES DE MASSA

escribe Osiris Alonso D’Amomio
Consultora Oximoron, especial
para JorgeAsísDigital

Mientras se multiplican los peronistas culturales, se asiste al desvanecimiento del peronismo político.
La sentencia puede explicarse a través de la interpretación racional de la trayectoria de cualquiera de los militantes que ocupan el desangradero del primer plano. Hasta, inclusive, de Sergio Massa, el más “pichón”.
Un flamante exponente de la impuesta Línea Aire y Sol. Agrupamiento que orienta el gobernador Daniel Scioli, el máximo ideólogo del vitalismo. “Con fe, con esperanzas y siempre para adelante”.

A partir del equívoco de una expresiva fotografía, Massa, el Primer Ministro en versión trucha, en su inicial acto administrativo, no martiriza, tan solo, al desplazado antecesor. Al poeta Alberto Fernández, aún líricamente irreconocido.
Massa instala una síntesis colosalmente histórica. Prueba la interrelación entre la Nada y el Todo. Cuando anuncia el envío, hacia el protagonismo saludablemente recuperado del Parlamento, del catastrófico proyecto de estatización del “cadáver empresarial” de Aerolíneas Argentinas. Divulga Massa, la magnitud del mamarracho, junto a Julio De Vido, el consagrado triunfador de la contienda desigual contra el sonetista Fernández. Y con el emblemático Ricardo Jaime, inmortalizado, por el Portal, como el Señor de los Subsidios.

De la privatización a la estatización
Massa es aquel pendex liberal que desembarca, en los diabólicamente fundacionales años noventa, en la playa generosamente inagotable del Justicialismo.
El veinteañero ucedeista llega atraído, ineludiblemente, por las transformaciones económicas que se encaran durante aquella producción peronista de Menem. Las que serían, en los dos mil, profundamente denostadas, durante la producción peronista de sus beneficiarios. Los Kirchner.
En aquel mazo de las transformaciones, se encontraba, justamente, la privatización de Aerolíneas.
Trayecto que signa la esquizofrenia intratable. Desde la Argentina privatista de Menem hacia la Argentina estatista de los Kirchner. Sólo resulta explicable desde el misterio unificador del peronismo, que genera su propia superstición, aunque fundamentada.
Sin embargo Massa, en el trayecto entre Menem y Kirchner, hace la lógica escala intermedia en Duhalde. En la producción, también peronista, centrada desde, y para, la provincia de Buenos Aires, que arrastra, en su desmesura, tradicionalmente al país.
Justamente Massa se incorpora en la escala duhaldista durante el período más recalcitrante del antimenemismo rencoroso. Del Duhalde que mantiene, como imperativo categórico, el objetivo prioritario de impedir el regreso -casi triunfal- de Menem. Que es, precisamente, aquel caudillo deteriorado que supo atraerlo al pendex Massa, mediante las transformaciones que generaba, hacia la magia envolvente del peronismo. Hacia la superstición fundamentada. Hacia la Nada que se apodera del conjunto de naderías que componen el Todo.

Eclipses
Duhalde consigue el objetivo módico de eclipsarlo a Menem. Lo logra a través de Kirchner. Quien, en menos de dos años, abandona el padrinazgo transitorio de Duhalde. A los efectos de emerger como el máximo restaurador que llega para destruir, en principio, aquellas transformaciones de Menem, las que lo beneficiaron. Las que cautivaron, en su oportunidad, al transformado Massa.
Sin embargo Kirchner irrumpe, por si no bastara, para apropiarse de las quebrantables estructuras del aparato duhaldista. Del que Massa, sin ir más lejos, formaba parte.
Por lo tanto, una vez superado, acaso para siempre, aquel menemismo transformador, Massa debía optar. Entre el vaso comunicante de la escala bonaerense de Duhalde. O dejarse arrastrar por el viento, hegemónicamente huracanado, que portaba Kirchner.
Entonces Massa se hace razonablemente kirchnerista. Para crecer ostensiblemente en lo personal. Desde la ideología implícita en el voluntarismo de la Línea Aire y Sol.
Crece hasta el extremo de emerger, desde la alcaldía del Tigre, como el instrumento, cosméticamente salvador, del kirchnerismo que se desliza, en extraordinaria picada descendente, hacia el destino del colapso.

Por lo tanto, el anuncio inicial del peronista Massa -junto a los peronistas eventualmente triunfadores, Jaime y De Vido-, del proyecto de estatización del “cadáver empresarial” de Aerolíneas Argentinas, resulta ideal para elevar, hacia la consideración de los cursantes, la tesis filosófica que interpreta al peronismo como un fenómeno abarcativo hasta la inexistencia. Una sumatoria de nadas que sirven para explicar la confusión del Todo. El entramado de la superstición teórica que pudo apoderarse del país. Hasta introducirlo en la esquizofrenia. ¿Definitivamente?

Osiris Alonso D’Amomio
para JorgeAsísDigital

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