martes, 25 de mayo de 2010

FUTURO


EDITORIAL
Futuro

De la Argentina, en este bicentenario, se podrán decir muchas cosas, menos que nació predestinada a algo en particular. Entre sus hazañas iniciales es del caso apuntar que fue capaz, sin aliados de peso que la acompañasen, de dar la independencia a un subcontinente. Más tarde, en sólo cuarenta años, convirtió un desierto en un vergel.
Al cabo del centenario, éramos el resumen y compendio de un fenomenal éxito colectivo. El esfuerzo llegó hasta la década de 1940 y entonces, por razones que todavía buscamos, se agotó.
Pasamos a ser, a partir de ese momento, un país sin rumbo atenazado por una decadencia que aún no nos ha abandonado.
Hubo pues, generaciones capaces de consumar grandes hazañas y otras responsables de nuestros extravíos históricos. Nunca estuvo escrito que llegáramos a ser un país trascendente o intrascendente en el concierto mundial. Por eso fuimos lo uno y lo otro.
Así ocurrió durante estos primeros 200 años. De lo que se trata ahora es de asaltar el futuro con aquella visión de Mayo, porque será esa visión, que no es otra cosa que la representación de nuestra voluntad, la que defina nuestro destino.
LNP

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