martes, 25 de mayo de 2010
GANADOR ......EN DONDE ?
LOS RIESGOS DE SENTIRSE GANADOR ANTES DE TIEMPO
El triunfalismo K: ¿Es sustentable?
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Por Carlos Tórtora
Los festejos del Bicentenario se convirtieron en la apoteosis del kirchnerismo. Con encuestas reales y de las otras, los Kirchner consiguieron recolocarse en la agenda social como alternativa electoral para el 2011. Pero el triunfalismo oficial está condicionado por la volatilidad de la realidad nacional. En octubre del 2007, el matrimonio presidencial tocó el cielo con las manos transfiriéndose el poder como un bien ganancial. Pero apenas ocho meses después, la confrontación con el campo los dejó aislados y a la defensiva. Un año más tarde, el 28-j del 2009, el Frente para la Victoria pagó la cuenta de los errores cometidos perdiendo una elección que un año antes daba por ganada. El 3 de diciembre pasado, la oposición hizo valer su mayoría en la distribución de las comisiones de la Cámara de Diputados y el oficialismo parecía retroceder hacia la mera supervivencia. Sin embargo, la volatilidad no se detuvo. La ofensiva opositora en el Congreso no dio frutos y, sobre la base del mejoramiento de las exportaciones, el gobierno recuperó aire a costa del deterioro de la mayor parte de los candidatos de la oposición. Este serrucho de ascensos y caídas muestra a las claras que los 15 meses que restan para las decisivas primarias abiertas son demasiado tiempo.
¿Soportará la economía la carrera inflacionaria sin que se retraiga el consumo? Ningún economista parece estar dispuesto a apostar. Hoy por hoy, el triunfalismo K domina el panorama con dos variables: la primera, ganar con el 40% y 10 de diferencia con el segundo, evitando así la segunda vuelta. Y la otra, que Kirchner salga segundo y se atrinchere como jefe de la oposición. De ahí para abajo todo lo demás sería tragedia y la seguridad de un interminable desfile por tribunales.
Un largo impasse
El actual triunfalismo de los Kirchner tiene, entonces, una importante debilidad: no puede consolidarse definitivamente, porque no se advierte en los próximos meses ninguna instancia decisiva. Esto los obliga a bregar para romper la tendencia cíclica de los últimos años y que el 2011 no los encuentre en pleno descenso, como ya ocurriera en el 2009. La incansable agresividad en todos los terrenos es el único mecanismo que dispone el oficialismo para no perder la iniciativa y mantener acorralados a todos sus adversarios simultáneamente. En otras palabras, los Kirchner atacan a todos todo el tiempo, porque su fortaleza no nace de sumar consenso sino de que la sociedad crea que son invencibles e implacables. A su vez, esta metodología obliga a la oposición a replegarse y apostar al desgaste o a los coletazos de la crisis global.
Señales
Si bien es cierto que no hay a la vista puntos de inflexión que definan tendencias, sí están por producirse definiciones importantes. La probable foto de la mesa del Peronismo Federal es una de ellas. Eduardo Duhalde dudaría acerca de si le conviene. Él es hoy el candidato más importante del peronismo opositor y en la foto pasaría a ser un par de Felipe Solá, Juan Carlos Romero, Jorge Busti, etc. Aparentemente, si el otro precandidato ya lanzado, Mario Das Neves, se incorpora, la foto sería posible y hasta Carlos Reutemann se sumaría. Demás está decir que la fundación de este polo obligaría a Kirchner a operar inmediatamente para que se fragmente antes de que pueda consolidarse.
El otro hecho con proyección será la interna de la UCR bonaerense el próximo 6 de junio. Gerardo Morales, Mario Negri y otros preparan un acto en Ferro este viernes para respaldar a Ricardo Alfonsín, que impulsa a Miguel Bazze para presidir el Comité de la Provincia. Si Alfonsín derrota a la entente Federico Storani, Leopoldo Moreau, Gustavo Posse y el cobismo -que candidatean a Eduardo Sentin-, las consecuencias se harán sentir. Porque entonces será casi inevitable una interna abierta entre Cobos y Alfonsín y el radicalismo se recalentaría.
El tercer factor a tener en cuenta es si el gobierno conseguirá o no que la Corte Suprema levante la suspensión de la Ley de Medios. La postergación de la definición sería, en cambio, una derrota implícita para los Kirchner. Y una mala señal para su obsesión de frenar, como sea, un nuevo ciclo hacia abajo.
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