viernes, 21 de mayo de 2010
LULA EN AGUAS PROFUNDAS
Río Negro - 21-May-10 - Opinión
http://www.rionegro.com.ar/diario/opinion/editorial.aspx?idcat=9542&tipo=8
Editorial
Lula en aguas profundas
Cuando de gobernar en su propio país se trata, el presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva tiene muy poco en común con su homólogo venezolano Hugo Chávez, pero su evidente deseo de desempeñar un papel protagónico en el escenario internacional lo ha llevado a asumir actitudes que son virtualmente idénticas a las del peligroso demagogo caribeño. De visita en Cuba, Lula no vaciló en intentar congraciarse con los hermanos Castro comparando a los presos políticos con "bandidos" encarcelados en São Paulo. Asimismo, ha procurado hacerse amigo del "hermano" de Chávez, el presidente iraní Mahmoud Ahmadinejad, acaso por creer que, como mandatario de un país "emergente", le corresponde oponerse al statu quo sostenido por Estados Unidos. No sólo encontró perfectamente legítimas las elecciones claramente fraudulentas que le permitieron a Ahmadinejad conservar su puesto, y que dieron pie a protestas masivas que el régimen aplastó con su brutalidad habitual, sino que también acaba de colaborar con los esfuerzos de Irán por dotarse cuanto antes de un arsenal nuclear. Acompañado por el primer ministro de Turquía, el islamista Recep Tayyip Erdogan, Lula anunció que los iraníes habían acordado canjear uranio levemente enriquecido por el combustible que tanto necesitan, ya que a pesar de exportar cantidades enormes de crudo no son capaces de refinarlo, de suerte que a su juicio no habrá motivos para que los países occidentales sigan presionando por más sanciones destinadas a obligarlos a abandonar sus ambiciones nucleares. Horas más tarde, la secretaria de Estado norteamericana, Hillary Clinton, le contestó indirectamente afirmando que todos los miembros del Consejo de Seguridad de la ONU, incluyendo Rusia y China, habían coincidido en que es forzoso aplicar a Irán sanciones mucho más severas que las existentes.
Por razones comprensibles, los gobiernos de Estados Unidos, los integrantes de la Unión Europa e Israel no se sienten del todo impresionados por el arreglo firmado por los iraníes, turcos y brasileños. Tampoco se mostró convencido el presidente ruso Dmitri Medvedev, que, a pesar de estar dispuesto a aprovechar en beneficio de su propio país la oposición occidental al plan nuclear iraní, parece entender muy bien que la eventual irrupción en el club atómico del Irán teocrático y yihadista podría tener consecuencias catastróficas. Aun cuando los ayatolás se abstuvieran de emplear armas nucleares para eliminar de la faz de la Tierra lo que llaman "la entidad sionista", desatarían una carrera armamentista frenética en el Medio Oriente porque los países árabes de la región, comenzando con Arabia Saudita y Egipto, no podrían permitir que los persas, apadrinadores como son de movimientos tan violentos como Hizbollah y Hamas, aumentaran su influencia en la región.
Los motivos de Erdogan para dar una mano a Ahmadinejad no constituyen un misterio. Todo hace pensar que es un islamista que quiere poner fin a la alianza tácita de Turquía con Israel y acercarse al régimen iraní. Los de Lula son menos claros. Algunos atribuyen su incipiente amistad con Irán a la ingenuidad de un político que nunca se había interesado mucho en los asuntos internacionales y sencillamente no entiende lo que está sucediendo en el Medio Oriente, otros a su afán de protagonismo nacionalista y también los hay que, basándose en su trayectoria como líder izquierdista sumamente hostil hacia Estados Unidos, suponen que en el fondo comparte los prejuicios virulentos de Chávez. Sea como fuere, si de resultas de su acuerdo con los iraníes el Consejo de Seguridad decide diluir las sanciones que se han propuesto y el régimen islamista de Teherán aprovecha el tiempo ganado para continuar impulsando un programa nuclear de fines militares, Lula no habrá contribuido a la paz mundial como pretende sino, por el contrario, habrá hecho todavía más probable que estalle una guerra en gran escala en una región explosiva, lo que con toda seguridad sucedería si los israelíes llegaran a la conclusión de que no les queda ninguna alternativa sino la de procurar eliminar una amenaza a la existencia de su país o, si decidieran no actuar, que Irán se pertrechara de armas nucleares y sus aliados de Hizbollah y Hamas, al sentirse protegidos por el escudo así supuesto, optaran por redoblar sus ataques contra el Estado judío.
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