sábado, 9 de julio de 2011

DECADENCIA


CRISIS DESCONOCIDA Y COMPLEJA
El aciago derrotero de una decadencia evitable

Las elecciones nacionales alcanzan la magnitud de un hecho histórico porque la sociedad está atravesando dificultades de mayor envergadura que las económicas que se viven.

por JORGE HÉCTOR SANTOS
. En tiempos no muy lejanos los argentinos se habían acostumbrado a hablar del llamado riesgo país como se comenta en forma cotidiana la temperatura, la humedad o la cotización del dólar.

Esto sucedía en aquellos días en que especulaba con las posibilidades del país de poder cumplir con las obligaciones contraídas.

Ese índice, que con el tiempo fue desapareciendo de las noticias diarias, condicionaba la posibilidad de receptar capitales ya que si la rentabilidad esperada no superaba a la recompensa por asumir el peligro de no poder recuperar la inversión hecha, entonces el negocio en cuestión buscaba otros rumbos más seguros.

Los años en que los Kirchner se hicieron cargo del poder central están dominados por una situación única que bendijo al país y que como se sabe ha hecho crecer la economía a tasas inimaginables merced al precio sideral de las materias primas que genera el campo.

El furor del llamado viento de cola se dio de patadas con un gobierno que no supo canalizar semejante fortuna para desarrollar la infraestructura del país y acoplarle un imprescindible avance social.

La pareja presidencial que ha manejado los destinos de la nación en este lapso, por demás bondadoso, se ha caracterizado por ser mediocre, mezquina, autócrata, intolerante, con enorme cantidad de funcionarios y palafreneros sospechados de multimillonarios actos de corrupción y tantos otros etc. como ausencias de políticas públicas se podrían enumerar para planificar el titubeante futuro de un país sin rumbo. Por el contrario, con los ojos en la nuca, los Kirchner iluminaron en extremo la sombría década de los años '70.

El balance de la crisis económica-financiera de 2002 ofrece saldos al día de hoy con cuantiosos números en rojo en rubros fundamentales, los cuales se pueden apreciar con mayor magnitud cuando se compara la situación actual de indicadores relevantes con los que muestran países vecinos que han gozado de similares o aún de menores beneficios pero que han sido gestionados por gobernantes honrados.

A este tiempo desperdiciado e irrecuperable en términos de oportunidades de desarrollo desperdiciado se le debe agregar que la presidente, y su esposo fallecido, le han infringido un golpe letal a los frágiles valores sociales preexistentes.

Con escarnios, embaucamientos, falsedades, sometimientos; recurriendo al aplauso reiterado de una inusual corte de serviles; con rencores, hostilidades; con multiplicidad de subsidios a la vagancia, exacerbado clientelismo, uso en beneficio propio de dineros públicos; con el armado y empleo de un monopolio informativo oficialista para ensalzar lo propio y denostar el pensamiento diferente; con la destrucción de las instituciones básicas de la república; con el apriete a jueces por quienes desfilan causas de escandalosos posibles fraudes a fondos del erario que no se diligencian; y tantas otras atrocidades se ha arribado a una decadencia que pronostica destinos inciertos y períodos complejos por el nivel de irritabilidad en se desenvuelve la comunidad .

Una mezcla explosiva compuesta por la ilicitud en estado avanzado, que vulneró el sentido común del habitante, y los desaciertos en materia política-jurídica-económica y social ha vuelto a colocar al país en una situación insólita, ya que cuando todo en el mundo lo favorece, este, por la inseguridades que ofrece, no es tenido en cuenta por inversores locales y extranjeros. Por lo tanto, aquél riesgo país se siente.

Tan solo a modo de ejemplo entre tantos posibles cabe preguntar quién puede radicar capitales en un país, donde en lo más alejado a la consideración empresarial suceden hechos tales como que patovicas, que responden al Secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno amenazan a un kioskero del Mercado Central para que no venda el diario Clarín por haber informado sobre el estado de abandono del predio; o que estudiantes toman colegios; o que el nuevo interventor del INADI, Pedro Mouratian, designado por la propia presidente de la Nación tiene varias causas penales en su contra en donde está acusado de estafar a su propia colectividad, la armenia y este tiene que investigar la administración fraudulenta de sus antecesores en el cargo; o que la presidente aproveche la cadena nacional del acto de la Independencia para hacer campaña política atreviéndose a asimilar a ‘él’, Néstor Kirchner con los próceres de la gesta de 1816.

Si estos pequeños patrones de conducta no hablan por sí solos del despropósito de una sociedad caducante que el ciudadano común no quiere ver, se acostumbró a ver o le importa muy poco ver poca importa para el propósito de estas líneas. Lo que sí vale es que la inmoralidad y la corrupción se han extendido mucho más allá de los que se suponía eran los límites alcanzados en etapas precedentes y la mentira tolerada sobre datos tan esenciales como la inflación o los niveles de pobreza hablan de un deterioro colectivo alarmante.

Ante todo esto si aún la presidente y su ‘modelo’ vacío de contenido puede ganar la reelección a la que aspira y en primera vuelta, el verdadero rostro del riesgo país habla de un default humano de difícil rescate.

Los argentinos asisten a horas cruciales frente a un proceso electoral que los tiene como protagonistas únicos de su propio futuro, aún se está a tiempo de no caer un abismo desconocido, son horas de reflexión frente a un problema muy complejo.

La disyuntiva radica en si se ahonda la postrimería en que la historia los ha puesto o se comienza a reflotar de la profundidad aquellos principios éticos y morales imprescindibles para avizorar el comienzo de un largo proceso de reconstrucción del tejido social que ha sido llevado al máximo de sus posibilidades para no estar definitivamente roto.

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