lunes, 4 de julio de 2011
VILLA FRAGA
La Villa Fraga (Investigación)
Crecimiento de la miseria, narcotráfico al acecho y el verso de la urbanización.
Cuando cae la tarde, en el invierno, la estética de la miseria cobra un sentido más deplorable. Se puede ver la debilidad del sistema. Y la indigencia, aunque no se quiera, nos envuelve en el conocimiento de una realidad instalada. Violenta y perversa.
Marginalidad que recrea una atmósfera morbosa y voyeur entre mitos e imaginarios que recorren las charlas sociales. La fantasía de la construcción subjetiva del pobre y el trazo delgado con un estilo de vida que se debate entre la beligerancia contra el entorno y el sometimiento.
A veces, también, se hace frente a una complicidad que arremete cuando la salida se vuelve una insoslayable utopía.
“El verso de la urbanización”
El vertiginoso crecimiento de la gente en situación de calle, así como la toma de predios para construir Villas forma parte de nuestra cotidianeidad. Al límite y desasosegados por la falta de una vivienda digna y un trabajo que les permita cubrir sus necesidades básicas, individuos de distintas edades -solos o en familia- pasan a formar parte del panorama más paupérrimo y lamentable que consolida un fracaso global.
Bajo la malicia de la necesidad urgente, los asentamientos crecen a lo largo del espacio tomado. Y cuando ya no hay más lugar, empieza la aventura de la construcción horizontal. Para arriba. Con los descuidos del desconocimiento y la posibilidad permanente de la muerte por derrumbe. Por extrema precariedad. Por improvisación del techo.
Así es la secuencia de la Villa 31. La 31 Bis. El Barrio Chino. La 1, 11, 14. Un listado que abarca todo el país y que nos somete a la condena de la ramificación del mal que se ampara en la pobreza para operar, desde la sombra gris, en interminables pasillos que ni siquiera, una puerta, da lugar a la intimidad.
Cabe, en la puja por el poder, endulzar los oídos. Decir todo aquello que los vecinos quieren escuchar. Como si fuese un baile y el muchacho se acerca –con intención de levante- a la chica para decirle todo aquello que ella quiere escuchar. Sabiendo, que por lo general, es verso de galán.
El verso político es el que escuchamos ahora. El verso amparado en la urbanización de las Villas para calmar a sus habitantes y a los lindantes que conviven, desde sus casas, con la imagen villera. Verso funcional para la campaña. Efectista por el impacto que significa urbanizar dominios destrozados. Sin embargo, en la práctica, no es “redituable”.
Es decir, los gobiernos necesitan que exista pobreza. Les sirven este tipo de asentamientos porque son acordes a sus discursos una vez en las gobernaciones. Es la forma que tienen de cuestionar las gestiones anteriores. De patear la pelota hacia el pasado. En cambio, para otros, la pobreza es la razón de su existencia en la política. El motor que les da identidad de ser. Ejemplo, el costado de la circunvalación. Las promesas de Binner y una Villa, en el Gran Rosario, que creció jactanciosamente durante su Gobierno.
La Villa Fraga
La Villa Fraga es la “nueva” conformación de un espacio que ha crecido abrumadoramente en el Barrio de Chacarita. Ciudad de Buenos Aires. En los terrenos del ferrocarril Urquiza y a metros de la estación Lacroze. Allí se asienta, a la altura de la calle Fraga al 900, un espacio temido hasta por sus mismos habitantes.
Comenzó siendo un círculo casi cerrado. Imperceptible a la vista de los transeúntes. Hoy, cuando uno transita por Corrientes, pueden verse varias de sus aberturas como producto de la expansión.
Fueron, en principio, alrededor de 12 familias. Ahora, es una de las Villas atravesadas por la Mafia del Narcotráfico local e importado en donde se debate una “Guerra” entre los verdaderos trabajadores de la Villa Fraga con los Narcos argentinos, bolivianos y peruanos. Y de éstos últimos entre sí, ya que conforman pequeños grupos armados que ingresan a la Villa para coptar, como siempre, a menores en riesgo.
Algunos Narcos tienen sus propias viviendas y otros entran con la connivencia de vecinos que reciben, a cambio de ese “favor”, la suma de entre 50 y 70 pesos. O el equivalente de la compra diaria en el almacén de acuerdo a lo que cuenta un habitante de la Villa que quiere escapar del lugar.
Son los Narcotraficantes de Tránsito que operan en los corredores agudizando la tensión constante.
1) “A la policía le importa todo tres cara… Acá los pibes se mueren por paco, coca y poxi o lo que de viste…” (Testimonio)
2) “Estos H D P –por los narcotraficantes- le dan falopa para que les enseñen los pasillos. Y a veces se los llevan de gira por el centro. Les hacen pensar que la droga es el negocio que los va a sacar de este lugar de Mier…” (Testimonio)
QUEDARSE O IRSE: Los riesgos
El sábado por la noche, yendo por Avenida Corrientes, llegando a Fraga se divisaba un corte en medio de la Avenida. Vecinos de la Villa Fraga protestaban quemando neumáticos. Se manifestaban caóticamente contra el Gobierno de la Ciudad porque no quieren, en su mayoría, ser trasladados hacia otros lugares que tengan mejores condiciones de vida que los resguarde del peligro sanitario. Y del derrumbe que se percibe.
Es que existe una naturalización de la indigencia. Asimilación de unos por falta de educación y medios; comodidad de otros que solo apuntan a la birra, el tetra y el faso; Narcos que no quieren perder su negocio.
En el medio, los trabajadores que quieren irse y cuya decisión se encuentra obstruida por las amenazas de las bandas organizadas. Dejar la Villa Fraga, de acuerdo a los códigos internos, es una traición. Lo mismo ocurre en otras Villas.
Así es como la clase de mano de obra útil vive desmoralizada en esa desolada postal que ni siquiera les permite respirar pureza bajo un árbol. Es que el espacio que simula “recreo” en diagonal a Fraga, devino en un lujurioso antro al aire libre de estados alcohólicos, narcóticos y promiscuamente sexuales.
Todo bajo la mirada de los habitantes de la Villa Fraga, de la gente que circula por la zona y de la Policía. Aquella que se dedica, solamente, a desviar el tránsito.
Publicadas por Laura Etcharren.
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