Por Gabriela Pousa
“La política es una cosa diferente que la pelea, la agresión, que a otro le vaya mal, estamos convencidos que hay otra forma de hacer las cosas” Cristina Fernández de Kirchner
Bien podría decir Néstor Kirchner hoy que “Nadie es profeta en su tierra” al tiempo que la Primera Dama utilizaría el refrán que reza: “Haz lo que yo digo pero no lo que yo hago” para sustentar el contenido de su última proclama. Lo cierto es que el matrimonio presidencial sigue saltando vallas, con un consenso en las estadísticas que no es tal pero con ciertas ventajas aunque estas emanen más de las carencias ajenas que de las virtudes en casa. Nada es gratuito en política pero tampoco nada es casual.
Al Gobierno se le complicó la concepción de la política que decidieron instrumentar 4 años atrás. Prácticamente puede decirse que no hay política en la Argentina. Hay denuncias, sospechas, corrupción, manipulación de estadísticas, aprietes, negocios, discursos…, pero política entendida como gestión, no hay. Tampoco hay construcción política que valga. Así, hasta el análisis político mismo, sino se mira más allá, puede terminar convertido en panfleto propagandístico. Se enumeran hechos, se exponen falencias pero no hay manera de analizar en sustancia qué pasa de verdad.
En una semana, los temas se diluyen con extrema facilidad, de Greco a Skanska, de la bolsa a la valija, de Claudio Uberti a Daniel Varizat, lo mismo da. Cuando las ramas fallan, hay que apuntar al tronco o a la raíz. En el vértice de todo se halla Néstor Kirchner. El “estilo K”. Es decir, política comprendida como negocio, división, parcialidad, los unos y los otros… Y aquello que explica todo lo acontecido en los últimos días: el poder como sinónimo de impunidad. La provincia de Santa Cruz hoy puede ser el reflejo más cabal de la Argentina que vendrá.
Un país donde lo que sucede, sucede por accidente. La bolsa de dinero en el baño de la ex Ministra de Economía se encontró accidentalmente. Accidentalmente se halló la valija de dinero en el aeroparque porteño. Por accidente un ex funcionario kirchnerista se llevó puestos a los manifestantes santa cruceños. ¿Será un accidente que el Gobierno se perpetúe en el poder? Méritos no han hecho pero la vereda de enfrente es una sumatoria de individualidades en busca de un pedazo de queso.
Contradicciones e improvisación son la base de la administració n actual. En su momento, las inversiones chinas serían redentoras de la economía argentina. Ahora, las restricciones a las importaciones quieren hacer ver cuán nefasto es el ingrediente extranjero en el mercado interno. Se descabezó el INDEC con el fin de obtener números benévolos al Secretario de Comercio. Las estadísticas, sin embargo, se alterarán pasados los comicios. ¿Lo que hoy nos hace ricos, mañana nos empobrecerá?
Las certezas escasean, las dudas crecen y el escenario electoral se oscurece pero no se apaga para el Presidente y su candidata. Siguen creyendo, pese a la oratoria, que hay que pelear. El trofeo es el país en forma de torta. No hay mucha disposición a repartir. Si en 1986 el porcentaje de coparticipació n era del 42%, en el 2007 es tan sólo del 28%. No hay federalismo real, hay un Gobierno Central rico con provincias miserables. Eso explica los resultados electorales provinciales.
En la concepción política kirchnerista, la parcialidad es premisa. El pasado admite una sola lectura, la oficial. El presente una única opción: subordinación (no importa el valor), al futuro sólo le cabe el olvido. No hay visión de largo plazo, el cortoplazismo hace mella en la dirigencia y en la sociedad.
La queja se acalla con un aumento salarial. No hay reclamo de fondo en la calle. Los piqueteros se redujeron no por mejora social sino por su participación en los negocios que, paradójicamente, eran la base de la protesta inicial. Si se quieren respetar las estadísticas oficiales, hay menos pobres, pero los que hay están peor que años atrás. Esos mismos votarán al oficialismo: ¿qué explicación hay? La dádiva y el clientelismo gravitan todavía con fuerza inusitada. No le llegan los imponderables de la política nacional. Tampoco se le ofrece alternativa con carisma ni liderazgo social eficaz.
La Justicia sufre igual suerte. Adormecida en algunos casos (Skanska, Greco), mediatizada en otros tantos (como ejemplo basta el de los sobornos en el Senado) y politizada cuando no se quiere llegar a la verdad. ¿Por qué hay difusión televisiva del juicio a Von Wernick y no lo hay del juicio a Elisa Carrió? ¿Es razonable la cárcel para directivos de Shell o para la titular de la Coalición Cívica o hay un especial interés en enrejar el disenso ya sea político, económico o social?
La identidad nacional se esfuma en fechas arbitrarias. El último 17 de Agosto, San Martín fue el gran olvidado. Ni una mención en el discurso oficial. Así se vacían contenidos, y se reemplazan próceres por falsos ídolos. En el trance de olvidos, Perú acaba de sufrir una tragedia singular. Durante la guerra de Malvinas, fue el país de Sudamérica más predispuesto a ayudar, amén de una misiva oficial y el envío de un avión Hércules que, según Elisa Carrió es el único en función, ¿qué hizo estos días la Argentina? Parece ser que Hugo Chávez es el único capaz de distraer la atención presidencial.
Si se suma lo dicho, Néstor Kirchner sólo ha tenido unos pocos aciertos para ganarse la continuidad: 1) Erigir a Mauricio Macri en enemigo 2) Despegarse de Eduardo Duhalde, su artífice político 3) Nombrar a Cristina Fernández, heredera o candidata nacional 4) Advertir que el populismo atrae al grueso social. No parece demasiado para premiarlo con 4 años más, pero accidentalmente eso puede pasar…
GABRIELA POUSA
(*) Analista Política. Lic. en Comunicación Social (Universidad del Salvador) Master en Economía y Ciencias Políticas (ESEADE) Queda prohibida su reproducción total o parcial sin mención de la fuente.
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