Por: Agustin Rangugni (*)
Los últimos datos de la economía Argentina, que el gobierno se esfuerza en difundir, como síntomas de fortaleza ( Reservas internacionales, situación fiscal y superávit comercial) tiene sus puntos flojos y muestra vulnerabilidades ante el nuevo escenario internacional.
-Reservas Internacionales: El Banco Central muestra ostentosamente el superávit fiscal, que alimenta las reservas, sin embargo, los datos no computan las compras de divisas, y esta basado en una estructura tributaria distorsiva y muy dependiente del contexto internacional. ,
-La situación fiscal, que lejos de protegernos ante sacudones externos, solo en el 2008, y en el marco de una fuerte retracción de la liquidez, debe cubrir necesidades de financiamiento por 7.000 MM.) -
El superávit comercial muestra también una tendencia declinante: en los siete primeros meses del año, las importaciones crecen cinco veces y media más rápido que las exportaciones-
También, un análisis mas técnico muestra más vulnerabilidades:
El gasto crece 20 puntos porcentuales por encima de los ingresos y la contrarreforma previsional —pan para hoy, hambre para mañana— nos asegura que el deterioro será progresivo. El nuevo subsidio jubilatorio para quienes no cumplen con los aportes exigidos ha incrementado el gasto en jubilaciones en 1,3 % del PBI, asegura el economista Agustín Monteverde.
El inicialmente alto tipo de cambio real —supuesto sostén de la competitividad comercial— ha sido depredado por una inflación que se acelera mientras el gobierno somete a las empresas a controles que afectan su rentabilidad.
Las góndolas vacías en los supermercados son síntomas de esta política.
La manipulación de las mediciones de precios, a través del llamado “IndeK”, motivó la publicación de un índice de precios al consumidor paralelo.
La falta de actualización de las tarifas de servicios públicos, fijadas en una relación peso-dólar pre-devaluación.
Los cortes de luz, gas, y racionamiento de combustibles a taxis e industrias, son las principales consecuencias visibles de este manejo, observa Martín Simonetta.
Lejana ya la depresión del 2000, ya sin espacio para una “devaluación competitiva”, toda devaluación se trasladará inmediatamente a los costos de producción y a los precios de los bienes, generando un imparable vértigo inflacionario.
En cuanto a las reservas internacionales, casi la mitad fueron compradas con deuda tomada por el BCRA a plazo promedio de un año.
Pero debido a la fuerte caída de su valor de mercado, el Central se ha visto obligado en los últimos días a hacer multimillonarios rescates de letras para evitar reconocer el abrupto salto en la tasa de financiamiento y —más importante— devolver liquidez a los bancos y no perjudicar su balance.
DEUDA EXTERNA: A pesar de que el Gobierno alardea de haber solucionado el default de la deuda pública decretado luego de diciembre de 2001 y de haber cancelado todos los pagos pendientes con el FMI, el festival de bonos emitidos para mantener alto el tipo de cambio es señal de un nuevo conflicto en el horizonte y que el famoso desendeudamiento tiene la característica de hacer crecer la deuda.
Tal cual lo expresa el economista Roberto Cachanosky, cuando Adolfo Rodríguez Saá declaró el default, el stock de deuda pública llegaba a los U$S 144.000 millones. Según la mayoría de los políticos, esa deuda era impagable y había que repudiarla. El mismo Kirchner llegó a decirle a los tenedores de bonos que tenían que aceptar que se habían equivocado al comprar bonos de un país tan endeudado como la Argentina.
Bien, luego de haber defaulteado la deuda, de haber hecho una quita del 75% del capital a los tenedores de bonos y de haber pagado todo lo adeudado al Fondo Monetario Internacional (FMI), la política de desendeudamiento del Gobierno ha llevado la deuda a U$S 136.7000 millones al 31 de diciembre de 2006, sin incluir los U$S 25.000 millones que tienen los "holdout" ni el festival de bonos que hizo el BCRA para “controlar” la orgía de emisión monetaria.
Si se sumaran estos dos conceptos, y luego de haber cometido todo tipo de aberraciones jurídicas y económicas, hoy estaríamos peor que en diciembre de 2001.
Por otra parte, deber solamente U$S 8.300 millones menos que en diciembre de 2001, cuando se declaró el default, luego de la quita y el pago al FMI, no luce consistente con el tan declamado desendeudamiento. El 53% de la deuda está en moneda extranjera, básicamente dólares y euros, y el 41,4% en pesos ajustables por CER. Es decir, el 94% de la deuda tiene ajustes que pueden transformarse en impagables, como de hecho está ocurriendo.
Por eso, no sería exagerado pensar que vamos rumbo a otro default, concluye Cachanosky.
Un último dato a tener en cuenta sobre la posibilidad de otro default. Entre el 31 de diciembre de 2005 y el 31 de diciembre de 2006, la deuda pública creció en U$S 7.500 millones.
Si el Gobierno tiene superávit fiscal, ¿por qué subió la deuda? Si le ingresa más de lo que gasta, no tiene necesidad de endeudarse. Sin embargo, es obvio que los ajustes de capital son tan grandes que llevan a un aumento del stock de deuda y también es claro que el superávit fiscal es insuficiente para hacer frente a la totalidad de los vencimientos de intereses anuales.
¿Hay, entonces, tanta diferencia en materia de deuda pública con lo que se hacía en los denostados 90, tal el discurso del gobierno?
En estos cuatro años, el Gobierno siempre aplicó políticas que sistemáticamente desestimularon la inversión (la crisis energética es el ejemplo más evidente al respecto).
En lugar de atraer inversiones, ayudar a crear nuevos puestos de trabajo y colaborar en el aumento de productividad de las empresas, el Gobierno prefirió hacer que todos los argentinos se volvieran más pobres.
Hoy, los argentinos tienen que soportar una carga impositiva récord sin tener como contrapartida seguridad, salud, educación y demás bienes públicos. Buena parte de esos impuestos van a parar a estos subsidios que pretenden hacerle creer a la gente que tiene energía, comunicaciones y transportes baratos, siendo que en realidad el costo real se paga plenamente mediante una feroz carga tributaria y menor calidad de los servicios.
El Gobierno optó por nivelar hacia abajo. Les quita poder de compra a los ciudadanos, se deteriora la calidad de los servicios públicos, escasean el combustible y la energía y la calidad de los productos es cada vez peor. Todos estamos perdiendo calidad de vida porque no se piensa en crecer, sino en disimular errores y espantar inversiones quitándoles a unos y dándoles a otros.
Mientras tanto desde el gobierno, en tiempo electoral, proponen "profundizar el modelo…"
Fuentes: Dr. Agustin Monteverde,Economista, Dr. Roberto Cachanosky, Economista. www.economiaparatodos.com.ar y Lic. Martin Simonetta – Director Ejecutivo de la Fundacion Atlas 1853
El Lic. Agustin Rangugni es peridista y Director de Radio Miami Int'l. (www.radiomiami.us)
Mail: agusran@radiomiami.us
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