La prédica oficial para convencer a la sociedad de que no hay oposición, quizás el mayor acierto comunicacional de los últimos meses, tuvo tanto éxito que todos --periodistas, analistas o gente del común-- lo expresan a diario como un sonsonete.
Lo más patético es que aún los mismos opositores repiten el latiguillo como loros y hasta los propios candidatos de la vereda de enfrente se lo creyeron.
Ese apichonamiento hace que hasta tengan vergüenza de decir a la sociedad qué son, dónde se ubican, qué ideas defienden o qué cosa diferente se proponen hacer si llegan a ocupar la presidencia.
Tienen cierto miedo de confrontar en cuestiones centrales y, por ese motivo, la campaña es tan anodina, casi estúpida y sin propuestas.
En este contexto de casi único interlocutor, el oficialismo hizo otra jugada central y puso todos los cañones en darle brillo al lanzamiento de la fórmula presidencial del Frente para la Victoria, compartida con una fracción del radicalismo, de allí las apelaciones a la pluralidad oídas en el escenario.
Desde lo formal, el acto del Luna Park, que salvo la marcha partidaria que cantaron las barras y que no gustó en el escenario, poco tuvo de encuentro típicamente peronista y fue de una frialdad extrema, dirigido más a los cuadros políticos que a los votantes.
Por su calculado orden, y hasta por la simetría de los asientos, un analista describió irónicamente la velada como "un acto del Partido Comunista chino" y, aunque el tono de voz y la admonición permanente de Cristina no le caiga del todo bien a muchos desde las formas, más importó la sustancia de lo que allí dijo la candidata que la escenografía.
En el discurso no hubo referencia alguna a planes de gobierno ni a su concepción del cambio en continuidad sino que la senadora sobrevoló el modo de llevar adelante el proyecto intelectual que anima su candidatura, la reconstrucció n del Estado y el pacto social que involucra a empresarios y sindicatos para superar, según sintetizó la candidata, "falsos dilemas y contradicciones se reconozcan en un proyecto de país".
También justificó la necesidad de construir "una Argentina plural y federal", dos conceptos que se dan de patadas, al menos, con lo que el actual gobierno hizo hasta ahora: para el kirchnerismo, "plural" son todos aquellos que piensan como él y "federal" es una concepción archivada, ya que nunca un gobierno centralizó tanto los recursos y, por ende, las decisiones autónomas de las provincias, como el actual.
Hugo Grimaldi/Agencia DyN
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