LOS VIEJOS
Por Hellen Ferro
Piedad para los viejos de todos los días. Con jubilaciones minúsculas en su gran mayoría son el último peldaño de la clase media en extinción: las valientes ancianas hacen milagros para alcanzar la milagrosa “canasta básica” , pagar el alquiler o las expensas ( la luz y el gas ya no son problema...) , y vestir con pudor de clase. Si los abuelos o padres tienen un nivel económico más elevado, tratan , con disimulado sacrificio, de educar a hijos adolescentes inconscientemente desesperados e inmanejables ante la convicción real o falsa de que una sociedad enferma les bloquea el futuro.
Los robos, golpes, torturas y asesinatos de ancianos parecen desinteresar o considerarlos inevitables a la Policía federal: Son crímenes sin importancia frente a muertes mediáticas. Se carece de un informe que diga cuantos casos han concluido con la detención d elos culpables.
Era de esperar que los grandes sindicatos – con poder de parar el país o destrozar a algún político díscolo – presionen para obtener mejoras gremiales. Defienden a los obreros sin preguntarse cuantas personas de clase media baja pueden enfrentar la consecuencia de esos aumentos. Un ejemplo entre cientos: Los encargados de edificios ganan entre 3.000 y 7.000 pesos mensuales según su antigüedad, sueldo que se descarga en las expensas. En el caso presumible que se desate la inflación ¿ Cómo harán los “queridos abuelos” para salir adelante? ¡Venderán sus casitas o modestos departamentos para ir a una pensión o a lo de algún hijo casado con apuros de plata y poco espacio?
No hay estadísticas públicas de suicidio de ancianos en la Capital o Gran Buenos Aires. Es un susurro en medio del estruendo ¡Pobres viejos de todos lo días!
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jueves, 23 de agosto de 2007
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