sábado, 25 de agosto de 2007

SIN RUMBO

SIN RUMBO

Los rumores sobre una alianza entre Elisa Carrió y Ricardo López Murphy, los intentos presidencialistas de Roberto Lavagna y el eterno Alberto Rodríguez Saa, las aspiraciones de Cristina Fernández de Kirchner con más chances que los demás, nada de eso tiene rumbo.

La falta de norte, claro está, no le es imputable personalmente a los candidatos. Tampoco a los diarios que recogen la coyuntura política, la politiquería del día a día, y no frenan para pensar hacia dónde estamos yendo. En nuestro país, el pensamiento político estratégico nunca ha sido un fuerte.

La pregunta, bien pensada, debería ser primero: ¿Estamos camino hacia algún lugar o avanzamos a los ponchazos?

Claramente, la segunda opción es la que aparece con evidencia, cuando se analiza la estrategia política de los últimos cuatro o cinco gobiernos y se advierte la ausencia de acciones propiamente de Estado.

Las diferencias entre unas y otras no son menores. Cuando lo que prima es la voluntad del candidato o funcionario de turno, lo que se despliega es, a lo sumo, un plan de acción de cuatro años. Incluso las iniciativas quinquenales o decenales no suelen contar con el consenso de las restantes fuerzas políticas, que más de una vez han hecho borrón y cuenta nueva con proyectos que valía la pena conservar e impulsar.

Por el contrario, el Estado tiene permanencia y son sus políticas, no las de los gobiernos, las que logran marcar diferencias.

En España con la Moncloa. En Estados Unidos desde siempre. En Inglaterra, otro tanto, Hasta en Uruguay, Brasil y Chile es el modelo que funciona.

En teoría no es tan complicado. Se sientan los representantes de las distintas fuerzas políticas alrededor de una mesa (de una sola mesa) y dejan de escupirse los unos a los otros para fijar un común denominador en función de las coincidencias básicas.

¿Queremos un país con equilibrio social? ¿Qué tipo de industria o producción o vía de generación de riquezas pretendemos? ¿Creemos en la educación como valor? ¿Cuál será nuestra relación con el mundo? ¿Queremos ser una nación referente, modelo a imitar, o nos conformamos con un rol modesto, sin sobresaltos mayores?

Como esas, preguntas de ejemplo sobran a carradas. Una vez obtenidas las respuestas básicas, nadie, ni las personas ni sus respectivos partidos, podrán apartarse del camino salvo nuevo acuerdo. Ese es el mojón inicial de lo que se reclama con el nombre de seguridad jurídica.

Podrán, sí, ir por el carril derecho o por el izquierdo, por autopista o por callecitas internas, pero el rumbo estará marcado y hacia allí deberán apuntar.

En la Argentina, en cambio, hemos pasado en los últimos 30 años de una economía neoliberal a una de fuerte presencia estatal, a otra más neoliberal para desembocar a una cuasi estatista.

En política dejamos de ser casi fascistas para transformarnos en socialdemócratas, para que luego nos importe un bledo la política y nos demos cuenta más tarde de la importancia que tenía.

Los gobiernos y las sociedades hemos funcionado de manera muy parecida. Sin rumbo fijo y dejándonos llevar por las circunstancias de la coyuntura.

A la vista está que esa modalidad les sirve a muy pocos hoy y a menos aún mañana.

La política sustentable brilla por su ausencia en el país. Y a juzgar por cómo se plantea la contienda electoral, estará ausente, al menos, por cuatro años más.

Ariel Neuman
redaccion@agenciamp.com.ar

No hay comentarios: