domingo, 29 de marzo de 2009

LOS HACKERS KIRCHNERISTAS


El País (Uruguay) - 29-Mar-09 - Opinión

http://www.elpais.com.uy/09/03/29/pinter_407592.asp

La otra orilla
Castigar al mensajero

por Julia Rodríguez Larreta
>El sábado pasado, al escribir respecto de la reunión de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) que había tenido lugar en Asunción y hacer referencia a los ataques a la libertad de prensa, decíamos que provienen desde distintos sectores. No sólo de los gobiernos o del mundo del crimen organizado, sino que a veces los intentos por coartar la libre información llegan desde los ámbitos de la Justicia. Inclusive en el informe realizado sobre Chile, se denunció que algunos jueces de distintas jurisdicciones trataron de acallar ciertas informaciones. En Santiago, por ejemplo, un magistrado trató de impedir que se difundiera el nombre o la foto de un abogado que había estafado a su cliente, por lo que la Asociación Chilena de Periodistas realizó una demanda en la Corte de Apelaciones, la que finalmente declaró ilegal y arbitrario impedir que el periodista cumpliera con su labor informativa.

En la crispada Argentina de hoy, gobernada por un binomio que concibe el poder a través de la confrontación y la búsqueda de enemigos a los cuales provocar, (actualmente la gente del campo), se suma al clima de zozobra e inestabilidad reinante, el imperio creciente de la delincuencia. Y si bien a algunos, las 15 mil o 20 mil personas que marcharon hacia la Plaza de Mayo hace unos días, de manera completamente espontánea, les pareció poco como respuesta popular, la verdad es que era sobrecogedora la cantidad de personas que llevaban carteles colgados sobre sus pechos con la fotografía de algún ser querido que había sido asesinado por los delincuentes o estaba desaparecido.

Sin embargo, esta semana, nada menos que una de las integrantes de la Suprema Corte, Carmen Argibay, salió a criticar a la prensa, con acusaciones de exagerar sobre la inseguridad. Y por lo tanto, ser responsables los medios de comunicación de crear una sensación de peligro e intranquilidad deformada.

Alguna similitud con lo que por aquí se ha dicho desde el gobierno o se dice desde el Ministerio del Interior, es pura coincidencia.

La doctora Argibay (que dejó su puesto en el exterior para responder a la invitación cursada por el presidente Kirchner) es respetada académicamente y se la reconoce como de una línea no abolicionista, pero sí de una inclinación más bien garantista, lo mismo que su colega Raúl Zaffaroni.

En momentos en que hay tanta gente víctima del auge criminal, sus reflexiones sobre que primero habría que preocuparse de si hay personas que mueren porque no son bien atendidas en los centros de salud, palabras nada menos que de un miembro de la Suprema Corte, provocaron fuerte rechazo. Reacción que se tradujo, por ejemplo, en las respuestas de desacuerdo con sus comentarios, en una encuesta telefónica hecha por La Nación respecto de la opinión sobre el papel de los medios de comunicación.

Pero lo curioso del caso fue , que si bien el primer día se notó una tendencia francamente contraria a la postura de la Dra. Argibay, del 80%, al día siguiente se produjo un cambio de parecer en el público muy llamativo. Un viraje de apoyo superior, que terminó en 67% positivo frente al 32% negativo. Como ya se habían observado mutaciones extrañas en otras ocasiones, en la tendencia de las respuestas, el diario hizo una investigación tecnológica y se descubrió que misteriosamente, desde una misma dirección se habían dado casi 4.000 votos y de otras cinco, más de 1.000 y que las IP que más votos tenían, eran de servidores en el extranjero.

Anteriormente, ante una pregunta sobre la apropiación de los ahorros en las AFJP, la contestación cambió de la opción "para recaudar para pagar deuda" que iba en la delantera, hacia "la preocupación por los jubilados". En otra oportunidad se dio una corriente inusual de sostén a favor del ministro del Interior Randazzo como candidato a suceder a quien era entonces su jefe, Felipe Solá, que se alejó del kirchnerismo, para gobernador de Buenos Aires.

Parecería que el gobierno tiene trabajando para sí a algunos de esos maléficos hackers. Manipulaciones, por cierto, preocupantes.

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