sábado, 25 de abril de 2009

CONSTITUCIÓN NACIONAL


Art. 29 DE LA CONSTITUCIÓN DE LA NACIÓN ARGENTINA

Los argentinos somos de poca y frágil memoria. En el 2001 pedíamos a gritos “…que se vayan todos…”. Apenas se aquietaron las aguas de la catástrofe de diciembre de ese año, los políticos que repudiamos en esa ocasión, nuevamente se encumbraron en los puestos más importantes del gobierno.
Los acontecimientos y hechos políticos que se sucedieron desde esa fecha, casi todos polémicos, discutibles y en el delgado límite de lo legal y lo ilegal, desembocaron en la candidatura y asunción al poder de un ignoto gobernador de una provincia sureña, digitado por el presidente en esa época.
Todo indicaba que soplarían vientos nuevos. Con nueva gente, era para muchos como una bocanada de aire fresco. Muchos argentinos, esperanzados de un mejor futuro para nuestro país extendieron un cheque en blanco al nuevo presidente.
Pero lo que algunos analistas preveían e intuían, ocurrió casi de inmediato. Al poco tiempo de asumir la primera magistratura Kirchner empezó a mostrar su verdadera personalidad y su falta de sentido común y virtudes democráticas.
No tomó ninguna decisión que la situación del país exigía. Toda su gestión estaba cargada de populismo y demagogia. Pudo completar su período gracias a un crecimiento sostenido de la economía impulsada por una situación extremadamente favorable en todo el mundo.
En realidad más que “crecimiento” la palabra adecuada sería una “recuperación” de la economía.
Pero al cuarto año este globo se pinchó y surgió la cruda realidad. No es objetivo de esta nota enumerar los innumerables errores y disparates cometidos en su gestión ni los enormes daños producidos al país, que ahora se encuentra en plena caída libre.
Hoy a casi seis años de su asunción, quedaron evidenciadas sus enormes falencias, la total ausencia de virtudes republicanas y su personalidad paranoica y esquizofrénica.
Actualmente se comporta como un alienado o insano, que no duda en utilizar cualquier medio, por más alocado y absurdo que sea para imponer sus irracionales y desequilibrados puntos de vista y aferrarse desesperadamente al poder.
Su consorte, la presidente, es un verdadero títere en manos de este desequilibrado. Nunca en nuestra historia, nadie fue manejado desde las sombras, como lo es la reina Cristina. Ni siquiera María Estela de Perón, que sin duda alguna, fue la más incapaz, inepta e intrascendente presidente que tuvo nuestro país.
Pero lo que quiero destacar tras esta breve introducción es que estamos entrando en una tremenda crisis, por la caótica realidad en la que estamos inmersos. Peor, imposible.
La pareja gobernante, ya concretó la peor y más corrupta presidencia de nuestro país en los últimos cien años.
Pero esa enorme crisis no es causada únicamente por la demencial acción de la pareja imperial.
También son responsables los demás poderes del Estado que sabiamente están previstos en nuestra Constitución, justamente para evitar los excesos y frenar o equilibrar las alocadas políticas y decisiones de la pareja real. Si cumplieran con su responsabilidad constitucional, restándole su apoyo tácito o explícito, los desmanes políticos del Ejecutivo, no existirían.
Para recordar a los lectores a continuación se transcribe el artículo a que hace referencia el título de esta nota:
“Art.29 El Congreso no puede conceder al Ejecutivo nacional, ni las Legislaturas provinciales a los gobernadores de provincia, facultades extraordinarias, ni la suma del poder público, ni otorgarles sumisiones o supremacías por las que la vida, el honor o las fortunas de los argentinos queden a merced de gobiernos o persona alguna. Actos de esta naturaleza llevan consigo una nulidad insanable, y sujetarán a los que los formulen, consientan o firmen, a la responsabilidad y pena de los infames traidores a la patria.”
Los legisladores del oficialismo, privados de la más mínima posibilidad de pensar libremente o simplemente aplicar el más elemental sentido común, siguen las órdenes de la pareja real, como una recua de mansos y dóciles borregos, privados de adoptar una posición personal por responsabilidad personal o de conciencia. El proceder de los parlamentarios del oficialismo, implica una verdadera falta de respeto hacia ellos mismos, e implica un desvalor hacia sus propias personas.
En cuanto al Poder Judicial, se mueve en el mismo sentido que el oficialismo, movido por el temor y el miedo, bajo la estricta vigilancia del Consejo de la Magistratura, un organismo similar a la poderosa KGB soviética, para supervisar el cumplimiento de los designios de los Kirchner. Es así que se permite la comisión de verdaderos dislates y absurdos jurídicos para avalar los actos del Ejecutivo.
Simplemente para citar un ejemplo: en este reino de los famosos “Derechos Humanos” hay personas detenidas con más de diez años sin juicio, proceso o condena. ¿¿??.
Pese a lo negativo de la gestión de los Kirchner estos nos dejan una valiosa enseñanza: la memoria. Por supuesto no una memoria parcial, tampoco una que retroceda a 100, 50 ó 20 años hacia el pasado. Una memoria que abarque fundamentalmente el pasado reciente, el de la actual generación, básicamente el del período de la gestión presidencial anterior. Una memoria que abarque desde 2003 y fundamentalmente que no tergiverse los hechos y la Historia.
De aplicar lo precedentemente el oficialismo tendrá que rendir cuentas de los verdaderos horrores en su gestión.
Deberán pagar por tantas injusticias, por la enorme corrupción, por la degradación de la política, por haber vuelto a llevar al país a una situación límite, por haber destrozado sus instituciones republicanas, por la indefensión en la cual nos encontramos, por habernos aislado y descolgado del mundo y por la enorme vergüenza que debemos pasar los argentinos por los absurdos y groseros errores tanto nacionales como internacionales de los Kirchner .
Sin lugar a dudas como tantas veces lo proclamó el matrimonio real, se impone con todas sus letras: “Juicio y castigo”.

24-Abr-09 Dr. ALFREDO RAÚL WEINSTABL
alfredo@weinstabl.com.ar

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