
Castellanos - 03-May-10 - Opinión
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Enfoque
De cuero duro
por Ricardo Medrano
ricardo.g.medrano@hotmail.com
Las personas aficionadas a la caza, suelen contar historias sobre lo dificultoso que resulta dar muerte a determinados animales debido a las características particulares de la piel de los mismo, es sabido que para que la bala penetre en el cuerpo del yacaré hay que apuntar a un lugar donde no se le de otra escapatoria al proyectil más que para adentro, ya que si no, debido a la dureza suprema de su cuero, la bala rebota.
Esa dureza extrema presente en algunas creaciones de la naturaleza parece replicada en la capacidad de la clase política nacional para bloquear las constantes balas que son disparadas contra ellos, fruto de su propia avaricia y su mal haber.
No es cuestión de empezar a comparar la capacidad de la clase dirigente autóctona con la de países desarrollados o con una fortaleza institucional tipo, ya que si bien la mayoría de las comparaciones son odiosas, en este caso particular además sería una nueva fuente de frustración para todos los argentinos que ya se encuentran bastante frustrados.
Los múltiples escándalos de corrupción que golpearon y golpean a este Gobierno nacional hablan por sí mismo.
Todavía está fresca en la memoria de los argentinos las valijas viajeras que llegaban procedentes de Venezuela de forma constante, de la mano de Uberti y del circunstancial Wilson. La población supo que llegaban por una casual coincidencia, se entendía que de legal tenían poco pero nunca se conoció la operatoria que permitía la aparición casi mágica de millones de dólares procedentes del país caribeño.
El tiempo pasó y varios años después del bochornoso altercado, la población ha tenido acceso la información que faltaba, la que permite atar cabos y entender de qué manera se triangulaba el dinero mal habido para financiar entre otras cosas la campaña presidencial de Cristina Fernández.
Resultó ser que todas las empresas argentinas que exportaban sus productos a Venezuela, sin importar que se trate de tractores o chupetines, se veían obligados pagar reintegros que oscilaban entre un 15% a un 30% del total de la operatoria a los recaudadores oficiales, quienes previo recorte de gastos personales hacían llegar las enormes remesas de efectivo a sus jefes políticos directos, Julio de Vido y Néstor Kirchner.
Muchas fueron las voces que se alzaron una vez descubierto el pastel, desde el ex embajador argentino en Venezuela, pasando por el senador nacional Luis Juez hasta el olvidado prófugo Antonini Wilson, todos ellos confirmaron de forma directa o indirecta la existencia de este entramado de corrupción destinado a extorsionar a empresarios locales y a obtener y canalizar normes cantidades de dinero mal habido y peor gastado.
Nadie tiene la esperanza de que esto termine en un juicio político y menos que algún alto funcionario visite las incomodidades de una celda, tampoco cabe esperar que la vergüenza experimentada por aquellos descubiertos fuerce alguna renuncia, ya que la vergüenza es un bien más bien escaso entre los políticos. Esto sólo viene a dejar sentado que si bien el yacaré cuenta con un cuero duro, no se compara a la dureza extrema del cuero de la dirigencia nacional.
Sólo cabe esperar que la población, triste espectadora de toda esta desvergonzada tragedia pueda enriquecerse de su enseñanza, quizás con el hastío acumulado a fuerza de vergüenzas se forje en la Argentina la tolerancia cero, aquella que no da segundas ni terceras ni cuartas oportunidades a esas lacras dispuestas a lucrar con el esfuerzo y el trabajo ajeno.



















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