domingo, 23 de mayo de 2010

EL ESTANCIERO Y YABRÁN


LA MAFIA DE LOS CAMIONES (PRIMERA PARTE)

Moyano cumple el sueño de Yabrán: es el dueño de la logística

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Por Guillermo Cherashny

Alfredo Yabrán se suicidó en Entre Ríos en 1998, después de haber designado a Héctor Colella como su sucesor. Yabrán jamás habría imaginado que el dueño de la logística de todo el país sería un dirigente sindical que en los primeros tiempos del menemismo se le retobara. Como castigo al rebelde camionero, aquél debió usar sus influencias para que lo detuvieran cuando era diputado provincial y circulaba en su auto con un kilo de cocaína en su interior. Ese sindicalista era Hugo Moyano, que no quería someterse a Don Alfredo en su intención de quedarse con toda la logística del país mediante la extorsión y la violencia. Pero tuvo que claudicar y terminó sometiéndose a los designios de “el Amarillo". De ahí nació su odio al menemismo, porque lo descubrieron en una fea y no por cuestiones ideológicas.

Una estrella en ascenso

Condicionado en parte por Yabrán, Moyano, a partir del ’95, logró que su grupo gremial, el MTA, fuera uno de los sectores que encabezaron el enfrentamiento con Carlos Menem, junto a la combativa CTA de Víctor de Gennaro. Pero el camionero alcanzó su zenit durante el gobierno de la Alianza, cuando fue nombrado Secretario General de la CGT. Desde ahí empezó a ganar poder a expensas del delarruismo y el 17 de mayo del 2000, cuando el gobierno recortó en un 13% el salario de los estatales y jubilados, convocó a un paro con movilización a la Plaza de Mayo el 31 de ese mes. Con la plaza llena, exigió no pagar más impuestos. Unos meses más tarde se opuso a la reforma laboral del entonces Ministro de Trabajo Alberto Flamarique, que votó el bloque peronista en el Senado, denunciando la famosa Banelco. Luego tuvo activa participación en las movilizaciones que precedieron al corralito de Domingo Cavallo.

Durante el gobierno de Eduardo Duhalde actuó con racionalidad y criterio, dadas las circunstancias. Pero con la asunción de los Kirchner, inició una campaña de extorsión contra otros gremios, además de sacarle varias canonjías al gobierno, que le hacía concesiones para que el camionero regimentara el movimiento obrero. Así fue cómo “la mafia de los camiones”, con Moyano de “capo” y Héctor Recalde de “consigliere”, capturó el Estado para saciar los intereses del gremio y también los personales. Se beneficiaron también con los subsidios al gas oil y al transporte, además del cobro de gravámenes a la actividad privada, que iban para los camioneros y sus viejos amigos del MTA. Así fue que puso los camiones de culata y "robó" afiliados de distintos gremios hasta tener los 200.000 de ahora. Desde el 2005 también colonizó la APE (Administración de Programas Especiales) y consolidó su poder.

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