lunes, 24 de mayo de 2010
MORDAZ
Río Negro - 24-May-10 - Opinión
http://www.lanueva.com/edicion_impresa/nota/24/05/2010/a5o003.html
Editorial
Una nueva oportunidad
En el transcurso de su visita a Madrid, la presidenta Cristina Fernández de Kirchner no pudo resistirse a la tentación de aprovechar la crisis del euro para criticar con mordacidad los ajustes anunciados por los gobiernos de Grecia y España, dando a entender así que, a diferencia de los europeos, ella sí sabía cómo resolver de manera indolora los graves problemas fiscales que enfrentan dichos países. Puesto que en el resto del mundo nadie cree que Cristina esté en condiciones de enseñar a los demás sobre la mejor forma de manejar la economía, sus consejos sólo motivaron extrañeza. Puede que sus palabras no hayan contribuido al derrumbe casi inmediato de la bolsa local y el resultado hasta ahora decididamente pobre del canje que está impulsando el ministro de Economía, Amado Boudou, pero convendría que la presidenta entendiera que no es el momento para llamar la atención sobre su apego a teorías económicas excéntricas. Por el contrario, en vista de que todo hace prever que la economía mundial continuará experimentando convulsiones que podrían resultar en un nuevo orden internacional, tanto el gobierno que ella encabeza como los siguientes deberían procurar difundir la impresión de que la Argentina, aleccionada por su propia experiencia, es una isla de sensatez y realismo en que otros pueden confiar.
Está consolidándose el consenso de que, en esta ocasión, el impacto sobre los "países emergentes" de la crisis que está agitando a todos los integrantes de la Unión Europea y Estados Unidos será relativamente escaso. Incluso podría beneficiarlos al tratar de encontrar inversores asustados lugares en que los riesgos parezcan menores que en el mundo desarrollado, ya que todavía no se han visto afectados por el envejecimiento de la población y las obligaciones previsionales gigantescas que acarrea el drástico cambio demográfico, que es una de las causas básicas de la crisis del Primer Mundo. Pues bien: aunque los gobiernos de Brasil, Chile, Uruguay y otros países de la región parecen conscientes de que las dificultades acaso insuperables que enfrentan los europeos podrían brindarles una oportunidad histórica para acelerar el desarrollo propio, no hay demasiados motivos para suponer que el nuestro se haya dado cuenta de lo que está en juego. En lugar de intentar convencer a los europeos y norteamericanos de que la Argentina es un país seguro cuyos gobernantes manejan la economía con cautela y sobriedad, lo único que ha hecho Cristina ha sido sacar provecho de la angustia ajena para procurar anotarse algunos puntos en la batalla verbal contra el FMI y "la ortodoxia" que, por motivos netamente políticos, emprendió su marido al iniciarse su gestión como presidente.
En tiempos de crisis, el dinero busca seguridad. Fue por eso que, a pesar de protagonizar la debacle financiera del 2008, Estados Unidos siguió atrayendo a inversores asiáticos y europeos, pero de propagarse la sensación de que incluso la superpotencia podría resultar incapaz de honrar todas sus obligaciones y que por lo tanto intentaría reducirlas a través de la inflación, muchos optarán por probar suerte en países más pobres pero a su juicio con mayores posibilidades de crecer vigorosamente en las próximas décadas. En principio, la Argentina debería estar entre los más beneficiados, ya que sus problemas demográficos, o sea, "estructurales", no son tan graves como los de Europa, pero por razones de política interna el gobierno actual parece resuelto a hacer pensar que lo último que quiere es que el país sea "víctima" de la codicia de inversores foráneos que, debido a su incapacidad para entender los códigos locales, serían reacios a tomar en serio las estadísticas confeccionadas por el Indec, protestarían contra las medidas alocadamente arbitrarias ordenadas por personajes como el secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno, y se quejarían por la falta de seguridad jurídica. Así las cosas, parece más que probable que el gobierno kirchnerista, luego de haber desaprovechado la oportunidad excepcional que fue brindada por el célebre "viento de cola" de los años que precedieron al estallido de la burbuja inmobiliaria estadounidense, se las arregle para dejar pasar la proporcionada por el naufragio del Estado de bienestar europeo tal y como lo conocemos y el aumento insostenible de la deuda pública norteamericana.
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