martes, 8 de marzo de 2011

DE LAMAS A CHÁVEZ


De Carlos Saavedra Lamas a Hugo Chávez

por Emilio J. Cárdenas

En 1936 un recordado diplomático argentino de alto vuelo y clásica cortesía, Carlos Saavedra Lamas, recibía merecidamente el Premio Nobel de la Paz. Respetado por todos, serio, educado, conocedor del mundo y firme en su actuar, fue elegido presidente de la Liga de las Naciones. Era otra época. Una de nivel superlativo en la actuación internacional de la Argentina. Estábamos lejos, muy lejos, de la actual chatura e irrelevancia externa y teníamos una clara posición de liderazgo en la región por méritos reales, sin tener para ello que recurrir al constante autobombo.

Hoy la región es bien distinta. Está llena de autócratas y dictadores, algunos de ellos ostensibles y otros disimulados pero todos intolerantes con el disenso y de una chabacanería y mala educación increíbles. Lo que contagia, desde que hasta hay presuntos "intelectuales" argentinos que ni siquiera pueden tolerar al notable escritor peruano Mario Vargas Llosa, hoy Premio Nobel de Literatura, porque simplemente no piensa como ellos; esto es porque no abrazó el "discurso único", lo que no es precisamente una demostración de sentimientos democráticos.

Uno de estos autócratas de poca calidad es Hugo Chávez. Arrogante, además. Incursionando en un terreno que no domina, el de la diplomacia, salió increíblemente a defender públicamente al dictador Muammar Gaddafi, al que la Corte Penal Internacional seguramente juzgará por delitos de lesa humanidad, con declaraciones que fueron enseguida compartidas por sus "Chirolitas" regionales, quizás preocupado por su propio futuro personal, para después proponerse descaradamente como "mediador" en la crisis libia pese a su obvia falta de neutralidad y a que su credibilidad en la comunidad internacional es absolutamente inexistente.

Lo curioso no es que países como Francia hayan rechazado –de plano e inmediatamente– el intento de Chávez. El canciller galo, al hacerlo, dijo: "Cualquier mediación que permita al coronel Gaddafi sucederse a sí mismo (como Chávez) no es bienvenida", lo que era muy obvio y estaba escrito. Lo curioso es que el propio hijo de Gaddafi, Said al Islam Gaddafi, rechazara también la mediación ofrecida por su compañero de ruta aclarando que su rechazo estaba basado en que Chávez "no tiene idea" de lo que pasa en Libia, esto es, no sirve para mediar allí. "La propuesta le queda grande", pudo haber dicho.

Papelón mundial de Hugo Chávez. Uno más. Esperado pero lamentable. Es como "si yo propiciara un acuerdo sobre el Amazonas", agregó el joven Gaddafi.

Como cabía esperar, los rebeldes libios sostuvieron que sólo negociarán cuando Gaddafi renuncie. Ocurre que el peligroso Gaddafi, como buen megalómano que es, no es –para nada– garantía de que no habrá más derramamiento de sangre. En rigor, la forma más segura de salvar vidas en Libia no es convocar a Chávez sino lograr que Gaddafi, responsable de los crímenes aludidos, deje el poder que usurpó hace cuatro décadas.

Mientras tanto, Chávez sigue pontificando cuando nadie le pregunta su opinión. Lo último que nos dijo es que "en Libia hay una guerra civil". Chocolate por la noticia.

Mientras tanto, sus aliados nicaragüenses anuncian que recibirían a Gaddafi como refugiado, mientras impiden que la Asamblea Nacional produzca una resolución de condena contra él desconectando el micrófono del diputado opositor que se disponía a leer el texto propuesto.

Dicho sea de paso, las encuestas venezolanas indican que el 60% de los conciudadanos de Chávez "no le creen", mientras el 53% dice que ver la imagen del dictador caribeño (lo que les ocurre seguido, porque como buen autoritario el culto a la personalidad es extendido en Venezuela y es imposible caminar por las ciudades o rutas de Venezuela sin toparse constantemente con su muy poco atractiva imagen) les produce desagrado. Esto marca una tendencia adversa a Chávez que se ha venido acentuando con el paso del tiempo.

(*) Ex embajador de la República Argentina ante las Naciones Unidas

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