DESHOJANDO

CANDIDATURA: MACRI SIGUE DESHOJANDO MARGARITA

Por Guillermo Cherashny

Pese a que ayer Mauricio Macri señaló que no hay marcha atrás en su candidatura a presidente, las dudas siguen, porque también dijo que las elecciones para jefe de gobierno serían en agosto, después de las elecciones primarias, abiertas y obligatorias, o bien para septiembre. Todo esto 24 horas después de haber opinado que estas elecciones se harían en el mes de julio y en medio de versiones contradictorias acerca de si el PRO cuenta con los votos suficientes como para sancionar la correspondiente ley.

Sí puede haber marcha atrás

¿Por qué es importante la fecha? Porque según el Código Electoral hay que convocar a la elección por lo menos 90 días antes de que se celebre. Si la fecha fuera, por ejemplo, el 21 de agosto, Macri tiene tiempo de presentarse a la reelección, que ahora descarta, hasta el 1 de junio, es decir, dentro de 70 días; y si las convoca para el 21 de septiembre, tiene tiempo hasta el 3 de julio, es decir, de aquí a 90 días. Esto significaría que puede mirar encuestas hasta después de la interna radical del 30 de abril. Podría saber entonces cuál es el impulso de Ricardo Alfonsín, que eventualmente lo dejaría a él en el tercer lugar, o bien esperar también a que CFK defina su candidatura. Si su asesor Jaime Durán Barba entiende que las encuestas anticipan que la Presidente ganará en primera vuelta, es obvio que Macri se presentará a la reelección en la Ciudad, porque no le servirá un segundo puesto y mucho menos un tercero. Sin embargo, el tiempo de espera para saber también cómo están el Peronismo Federal y el Acuerdo Cívico y Social tiene un límite inamovible: el 24 de junio vence el plazo para presentar candidaturas para las primarias del 14 de agosto y, obviamente, una candidatura presidencial no se puede decidir un día antes de la fecha límite. Como vemos, es imprescindible para el Jefe del PRO dejar en claro que es candidato a presidente para figurar en ese carácter en las encuestas, porque si sigue dudando nunca va a medir bien. De ahí su frase “no hay marcha atrás”, algo terminante, como si estuviéramos hablando de una ciencia exacta. Pero, como estamos hablando de política, siempre hay posibilidades de dar marcha atrás.