domingo, 6 de marzo de 2011

IGUAL, PERO DIFERENTE



“Si no creemos en la libertad de expresión para los que despreciamos,
no creemos en ella para nada”. Noam Chomsky

Por Malú Kikuchi



Existe una antigua expresión inglesa que sostiene que algo puede ser “igual, pero diferente”. Es cierto. Argentina consagra la libertad de expresión en el artículo 14 de la Constitución Nacional (1853).

Los EEUU consagran la libertad de expresión en la 1ª Enmienda de 1789 (la Constitución es de 1787). Ambos países sostienen lo mismo, y ambos adhieren a la Declaración Universal de Derechos Humanos de 1948, que instituye la libertad de expresión en su artículo 19.

Parece igual, sin embargo es muy diferente.

Hechos. Argentina celebra que la Corte Suprema de Justicia de la Nación le diga al ejecutivo, que no debe presionar al periodismo independiente con el reparto discrecional de la pauta publicitaria oficial.

Hechos. Desde 2003 la pauta oficial que ha crecido de manera vertiginosa, ha sido usada para premiar a la prensa amiga y castigar por su ausencia, a la prensa contraria al gobierno, contraviniendo las normas constitucionales.

Hechos. La Corte de los EEUU de América sanciona de manera muy antipática, pero con absoluto respeto por la libertad de expresión, en un caso muy particular. Tan curioso, que hasta resulta difícil de explicar.

Hechos. En 1955, Fred Phelps funda la iglesia Bautista Westboro, en Topeka, Kansas. Está formada por 70 feligreses, la mayoría familiares de Phelps. La iglesia en cuestión, se basa en un permanente ataque a la sodomía y sostiene que todos los males de los EEUU se deben a su tolerancia creciente hacia la homosexualidad.

Hechos. Los miembros de la iglesia Bautista de Westboro, que son pocos, pero se hacen notar, se presentaron en el funeral católico (en Westminster, Maryland) de un marine muerto en Irak, llamado Mathew Snyder. Lo hicieron portando pancartas que decían: “Gracias a Dios por los soldados muertos”, “Dios odia a los EEUU”, “Gracias por el 11-S”.

Hechos. Hace años que estos fanáticos hacen lo mismo, expresan las mismas ideas en cuanta catástrofe sucede en los EEUU, desde las naturales, hasta las provocadas por los seres humanos. Siempre molestaron, nadie les dio demasiada importancia. Pero Albert Snyder, padre de Mathew, demandó a Phelps y a su iglesia por haberle causado “angustia emocional y mental”.

Hechos. Snyder ganó el juicio, Phelps y su iglesia fueron condenados a pagar US$11 millones, que luego se rebajaron a US$5 millones. Phelps apeló. Tras varias instancias el caso llegó a la Suprema Corte de los EEUU.

Hechos. La Corte decidió que la Constitución de los EEUU protegía a los miembros de la congregación. Basándose en la 1ª Enmienda y aclarando el disgusto que les producía el fallo, por 8 votos contra 1, se respetó la libertad de expresión.

Hechos. El veredicto aclara que se expiden a favor de la iglesia de Topeka, porque esta no se expresó en forma personal, identificando con nombre y apellido al, o a los agredidos (en ese caso sería difamación), sino que fue hecha en forma general.

Hechos. El presidente de la Corte, John Roberts, escribió el dictamen diciendo: “La palabra es poderosa. Puede mover a la gente a tomar acciones, a derramar lágrimas de alegría o de pena – y, como ha sucedido en este caso – puede infligir un gran daño. Pero no podemos reaccionar a ese daño, castigando al portavoz”.

Hechos. 48 estados de los 50 que forman la nación americana se declararon en contra del fallo. Lo mismo hicieron, indignadas, las FFAA de la nación. El fallo de la Corte, defendiendo el derecho a la libre expresión que consagra la 1ª enmienda, a pesar de las críticas, se mantiene. La libertad, a pesar de todo.

Hechos. Emocionalmente, con el corazón, apelando a los sentimientos, el fallo es un disparate. Insultar en un entierro a un soldado muerto en una guerra por su patria, es una aberración. Para con el muerto, para con la familia del muerto, para con la nación.

Hechos. Y sin embargo, la libertad de expresión no se regula a través de los sentimientos, ni de las sensaciones, se lo hace a través de la ley que la consagra y la declara sagrada y es la piedra basal de todo el sistema político de los EEUU. La ley es de cumplimiento obligatorio, no selectivo. Se cumple si viene bien y se cumple si viene mal.

No es el caso de nuestro país, donde la ley se adapta a las circunstancias que la política de turno impone y los jueces acatan las circunstanciales políticas de turno. En Argentina, el fallo de la Corte de los EEUU hubiera sido inadmisible. Hay que reconocer que repugna, de la misma manera que lo hacen las declaraciones de algunos conspicuos amigos y amigas (al mejor estilo K) del gobierno.

Gente que tiene derecho a expresarse, nos guste o nos de asco lo que dicen. Sin el respeto irrestricto por la ley, no hay oportunidades, no existe el tinglado legal que haga viable, seguro y exitoso a un país. Y como piedra fundamental de ese tinglado legal, está la libertad de expresión, que hay que respetar y resguardar, aunque ofenda los sentimientos más caros de las personas que se vean afectadas.

¿Será posible soñar que alguna vez, en un futuro no demasiado lejano, los argentinos seamos capaces de acatar la ley aunque esta no esté de acuerdo con nuestros sentimientos? Si somos capaces de hacerlo, habremos crecido como nación y dejaremos de ser “el país de jardín de infantes” sobre el que escribía María Elena Walsh-

En octubre votamos. Hagamos un esfuerzo. El futuro es nuestro de la mano de la ley. De nosotros depende.

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